Jean-Marie Le Pen junto a su hija Marine Le Pen en Marsella, 4 de marzo de 2012 Claude Paris (AP)

El político francés Jean-Marie Le Pen ha muerto este martes a los 96 años, según ha comunicado su familia a la agencia de noticias AFP. Le Pen fue el fundador del partido francés de extrema derecha Frente Nacional, desde 2011 en manos de su hija Marine y renombrado como Reagrupamiento Nacional (RN). El partido, fundado en 1971 y del que su hija, Marine, le excluyó hace casi una década por comentarios filonazis y homófobos, no ha dejado de ampliar su base, y se ha convertido en una fuerza clave que condicionó la caída del breve Gobierno de Michel Barnier y que amenaza con volver a tumbar el actual del primer ministro François Bayrou. Después de décadas de ostracismo, el RN se ha convertido en un partido dominante en la política francesa y está más cerca que nunca de alcanzar el poder, algo que nunca consiguió Jean-Marie.

Jordan Bardella, actual presidente del RN, ha confirmado la muerte en un mensaje en X (la antigua Twitter). “Comprometido con el uniforme del ejército francés en Indochina y Argelia, tribuno del pueblo en la Asamblea Nacional y en el Parlamento Europeo, siempre sirvió a Francia y defendió su identidad y su soberanía”, ha escrito Bardella en la red social. Tanto a la cabeza del Frente Nacional, como a través de su escaño en la Asamblea Nacional (1956-62 y 1986-1988) y el Parlamento Europeo (1984-2019), Le Pen impulsó en el discurso político, tanto fuera como dentro de Francia, su mensaje contra la inmigración y la población musulmana, convirtiéndose en referente de otras nuevas formaciones ultras europeas.

Jean-Marie Le Pen, nacido el 20 de junio de 1928 en La Trinité-sur-Mer, en la Bretaña francesa, fue candidato a la presidencia de la República en cinco ocasiones. Pero fue en 2002 cuando llegó más lejos. Entonces, provocó un terremoto político al pasar de forma inesperada a la segunda vuelta de las presidenciales, dejando fuera al socialista Lionel Jospin. Pese a que fue derrotado por un amplísimo margen por el entonces presidente francés, Jacques Chirac, que cosechó el 82% de los votos, la irrupción de un candidato considerado de ultraderecha, que en su carrera había coqueteado con ideas antisemitas, causó una profunda conmoción en grandes capas de la sociedad francesa.

Su hija Marine, al frente de la formación, ha alcanzado la segunda vuelta electoral en dos ocasiones, en los años 2017 y 2022. En ambos ha sido derrotada por el actual presidente del país, Emmanuele Macron. Sobre el fundador del Frente Nacional, Macron ha señalado este martes: “Es una figura histórica de la extrema derecha y desempeñó un papel en la vida pública de nuestro país durante casi setenta años, algo que ahora la historia deberá juzgar”.

Francia ha seguido durante décadas los enredos —las abruptas entradas y salidas de escena, los rencores y las riñas, los divorcios, las envidias— del que es su clan político más famoso: los Le Pen. El patriarca, viejo león de la extrema derecha francesa, aprovechó su 90 cumpleaños, en 2018, para reconciliarse con dos de sus tres hijas. Con Marie-Caroline, la mayor, no se hablaba desde hacía 20 años cuando se casó con Philippe Olivier, próximo al disidente Bruno Mégret, que había sido colaborador de Jean-Marie. Nunca se lo perdonó.

Con la pequeña, Marine, el pleito era más reciente, pero se había desarrollado minuto a minuto a la vista del público, puesto que ella era la heredera de Jean-Marie al mando del Frente Nacional. Llevaban dos años distanciados, después de los intentos repetidos, que terminaron con éxito, de echar al padre del partido. Las incontrolables salidas de tono de Jean-Marie se habían convertido en un lastre.

En 1987, el patriarca Le Pen declaró que las cámaras de gas utilizadas por los nazis eran “un detalle de la historia de la II Guerra Mundial”, motivo por el que fue condenado por la justicia, una de las múltiples sentencias por sus polémicas declaraciones a lo largo de su extendida carrera. Su autobiografía, publicada en 2018, refleja que se había convertido en una figura de la historia contemporánea de Francia: el hombre que recuperó una tradición de la extrema derecha francesa —antisemita, racista, autoritaria y colaboracionista durante la ocupación nazi— que parecía extinguida tras la II Guerra Mundial.

En una entrevista publicada en EL PAÍS ese mismo año, tampoco renegó de las torturas que perpetraron las fuerzas armadas francesas durante la guerra de Argelia, que se prolongó entre 1954 y 1962. Él no las llamó torturas, sino “interrogatorios musculosos”. Aseguró entonces que, como paracaidista en la guerra, no participó en estos interrogatorios, pero no por principios sino porque no hubo ocasión. “Si hubiese debido ponerme en situación de salvar a los civiles europeos y musulmanes de Argelia [mediante las torturas], sí, sin duda [habría participado]”, señaló.

Entre sus nueve nietos se encuentra la eurodiputada Marion Maréchal-Le Pen, al frente en la actualidad del partido de extrema derecha Identidad Libertades. Antes de poner en marcha este nuevo partida, la diputada europea militó en el partido ultra del radical Éric Zemmour. Tras la muerte de Le Pen, Zemmour ha manifestado: “Más allá de las controversias, más allá de los escándalos, lo que recordaremos de él en las próximas décadas es que fue uno de los primeros en alertar a Francia sobre las amenazas existenciales que la esperaban. Su legado será su visión y su coraje, en una época en la que los hombres valientes no eran tan numerosos”.