Lleva una máscara de lucha libre con los colores de México y encima de su cabeza se lee: la patria es primero. Alza el brazo y junto a otras decenas de personas grita a pleno pulmón desde la tribuna del Senado: “¡El poder judicial no va a caer, no va a caer!”. En su objetivo de aprobar de forma urgente la reforma a la justicia propuesta por Andrés Manuel López Obrador, la Cámara Alta mexicana se ha sumido en la tarde de este martes en el caos. La tensión ha alcanzado su punto máximo con la irrupción en el inmueble de un centenar de manifestantes. Algunos han sido atacados con el polvo de los extintores, pero han conseguido tomar el salón donde se discutía la iniciativa y han obligado a suspender la sesión. El debate se ha tenido que trasladar a la blindadísima sede de Xicohténcatl, donde el voto a favor del senador panista Miguel Ángel Yunes Márquez ha terminado de hacer realidad la polémica reforma. La imagen tiene pocos precedentes y el curso político solo acaba de comenzar.
Hace días que la tensión se acumula dentro y fuera del Congreso mexicano. La iniciativa judicial del presidente, que tiene como punto clave la elección por voto popular de jueces, magistrados y ministros, fue aprobada la semana pasada con la aplastante mayoría de diputados de Morena y sus aliados, en un polideportivo en el oriente de Ciudad de México. La situación era más difícil en el Senado. Allí el bloque oficialista contaba con 85 escaños —después del traspaso de dos legisladores del PRD—, pero necesitaba uno más para la mayoría calificada de dos tercios que requieren los cambios constitucionales. La oposición llamó a filas para evitar “traiciones”, mientras denunciaban las amenazas y presiones que sus legisladores estaban recibiendo por parte de Morena. Durante días, el PRI, el PAN y Movimiento Ciudadano ofrecieron “pruebas” de que sus bancadas se iban a mantener firmes en el rechazo a la reforma. Pero los morenistas daban por hecho que la iniciativa iba a pasar.
Este martes se ha acabado el misterio. El senador panista Miguel Ángel Yunes Linares, padre y suplente de Miguel Ángel Yunes Márquez, ha entrado en el salón de sesiones del Senado acompañado de los aplausos de Morena. En la tribuna, el exgobernador de Veracruz y patriarca de un clan plagado de acusaciones de corrupción, ha tratado con la mano temblorosa de defender el honor de su hijo, a quien supuestamente aquejaba “un grave padecimiento de columna” que lo tenía en el hospital: “Ni cobarde ni traidor, cobarde y traidor eres tú, Marko Cortés. A la familia Yunes nadie nos ha doblado, Marko nos conoce perfectamente, tenemos 20 años y vamos a seguir en Acción Nacional”. Mientras los panistas le gritaban “traidor”, Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado, pedía respeto para el que fue uno de los grandes enemigos de López Obrador.
En medio de la representación de la crisis de su partido, el presidente del PAN, Marko Cortés, ha salido con el rostro enrojecido y desencajado a reclamar a su antiguo aliado un aviso previo: “Hubiera sido más decente, querido amigo, que nos tomaras la llamada y nos hubieras dicho ‘voy a traicionarlos’. ¡Te estuvimos llamando todos!”. La también panista Lily Téllez le ha tirado al senador las “monedas de Judas”. Después del escándalo de los Yunes —quien ha terminado su papel en la función dando un mensaje junto a Félix Salgado Macedonio— todo se ha precipitado.
A las 16.20 horas, decenas de manifestantes del poder judicial han empezado subir las escaleras principales del Senado sin encontrar ninguna oposición. Después de días de plantón fuera de la sede, esta tarde simplemente han traspasado la valla. En solo unos minutos han desplegado una gran bandera de México en el patio del inmueble y se han dividido. Un grupo ha subido rápido a la zona alta de la sala de sesiones y otro ha empezado a tratar de entrar por la fuerza en la planta baja. “Tenemos la información de que ingresó un número de manifestantes a este inmueble”, ha interrumpido Noroña la discusión legislativa. Los senadores de Morena y sus aliados han abandonado el inmueble por la puerta trasera.
Durante 50 minutos, solo algunos miembros del personal de resguardo del Congreso se han interpuesto entre los manifestantes y el salón legislativo. Con su cuerpo y con extintores, los trabajadores de seguridad han tratado de impedir el ingreso. Sin éxito. Ya dentro del salón de sesiones, los manifestantes han gritado consignas en defensa de la visión de poderes y de la carrera judicial. “Exámenes sí, tómbola no”. Han sido unas decenas, en comparación con los cientos que han seguido fuera. Algunos como Frecia Ortiz, que lleva 20 años trabajando en un juzgado mercantil en Tabasco, ha reconocido “la tristeza” de tener que emplear a la fuerza: “Pero no nos escuchan y el diálogo no ha existido”. Esta oficial judicial rechaza las palabras del presidente de que ellos están protestando “por el dinero”: “Eso es falso. Yo salgo muchos días a las tres de la mañana del juzgado y entro de vuelta a las nueve, es un compromiso que yo tengo con la justicia”.
En las bancadas vacías de Morena y sus aliados se han agolpado los periodistas y los manifestantes, mientras Cortés Lily Téllez o Ricardo Anaya han recibido los gritos de apoyo, se han tomado los selfis, han escuchado los agradecimientos. “¿Sí vieron al cabrón? Y perdónenme el inglés”, ha comentado el presidente del PAN sobre Yunes. La senadora, por su parte, después de tirarle las monedas de Judas al “traidor”, ha definido como “amor al país” la entrada de los manifestantes al Senado. Mientras, Anaya ha consolado a un trabajador de la Suprema Corte que lloraba sobre su hombro: “Ánimo, estamos contigo”.
Sin embargo, Morena no ha permitido que el caos impidiera la votación. “Habrá reforma al poder judicial”, escribía Noroña, después de anunciar que la sesión se reanudaría en la antigua sede del Senado a las siete de la tarde. El centro histórico lleva días blindado por elementos de la Secretaría de Seguridad Pública. No ha sido distinto este martes, cuando cientos de policían han cerrado las tres calles más cercanas a Xicohténcatl. Hasta los agentes han llegado algunas protestas de los trabajadores judiciales. Los empleados, llegados desde San Luis Potosí, Durango, Querétaro o Guerrero, han terminado reprimidos por gases por tratar de pasar la línea policial. “Era necesaria una reforma judicial, pero no esta, no así”, comentaba triste Luz Serrano, actuaria de Pachuca, “nosotros vamos a seguir protestando, no podemos quedarnos con los brazos cruzado”.
Mientras los empleados insistían y cantaban “el poder judicial no va a caer”, dentro de la antigua sede del Senado, un reaparecido Miguel Ángel Yunes Márquez anunciaba su voto a favor de la mayor reforma judicial en 30 años con el partido contrario. El telón ha caído y el caos solo ha empezado.