DEA: irónica aceptación de la realidad.

Julio Hernández López | Astillero

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No es poca cosa que la DEA (Drug Enforcement Administration) reconozca oficialmente que los dos principales cárteles mexicanos del narcotráfico tienen presencia en todos los estados del vecino país, en especial en California, Arizona, Texas y Florida.

En su Evaluación nacional de la amenaza de las drogas 2024, la DEA, tan acreditada en maniobras injerencistas para ver la paja en los países ajenos y no la viga en el propio, deja asentado que el problema del mercadeo de estupefacientes tiene una correlación evidente, pero no reconocida en su poderosa magnitud, al interior del principal país cliente: tan culpable es el que introduce desde el sur el fentanilo (entre otras drogas) como la institucionalidad anfitriona que permite ($) el consumo.

El reporte de la DEA hace además, de manera involuntaria, un irónico homenaje (¡los neoliberales te saludan!) a la mezcla de habilidad empresarial, astucia mercadológica y adaptación tecnológica de los narcotraficantes mexicanos, en concreto los de Sinaloa y Jalisco, que se las ingenian en escenarios internacionales e irrumpen en la geografía gringa sin que los supuestamente pulcros aparatos de seguridad angloparlante se enteren o puedan frenar su evidente parte complicitaria en la ecuación estupefaciente.

¿Será, acaso, que la capacidad corruptora de los capos mexicanos alcance paralelismos hacia políticos, candidatos y partidos del vecino país, como algunas facciones de la citada DEA aseguran, mediante sincronizadas plumas de allá y acá, como ha sucedido en México? ¿Tienen autoridad moral o justificación supremacista el intervencionismo, los juicios unilaterales y las pretensiones justicieras de agencias y gobierno de Estados Unidos cuando aquello que dicen combatir inunda sus ciudades y se trasiega ante sus narices aduanales y sus cuerpos policiacos de eficacia más bien cinematográfica?

El sacerdote católico José Manuel Guerrero Noyola, conocido como el padre Chema, párroco en Los Herreras, Nuevo León, cerca de Reynosa y a una hora de la frontera con Estados Unidos, llama a la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) a tomar el toro por los cuernos y dejar de lado la hipocresía farisaica en el tema del obispo emérito Salvador Rangel: “Si el obispo tiene una vida sexual activa y es homosexual, que lo diga abiertamente. Si el obispo consume drogas ilegales, que lo diga abiertamente: ‘este obispo es homosexual, tiene novio, entró a un motel, tomó drogas ilegales, etcétera’. Ya el derecho canónico va a decirnos cómo juzgarlo dentro de la Iglesia católica”.

El padre Chema, encuadrado en la teología de la liberación y defensor de comunidades en asuntos ambientales y del campesinado, considera que ya es tiempo de quitar el celibato como una ley disciplinaria en la Iglesia católica y establecerlo como opcional (…) quienes no puedan llevarlo, que sigan sirviendo a la Iglesia, pero que puedan casarse y tener una familia. Quienes sí lo puedan llevar, que sigan por ese camino. Ante todo, la libertad.

Establecido para evitar que las herencias pasaran a manos de las familias de los sacerdotes y se quedaran en las arcas eclesiásticas, tal imposición del celibato ya es insostenible, argumenta. También señaló que la Iglesia católica ha sido y sigue siendo muy conservadora. El Episcopado Mexicano es muy cercano a la extrema derecha más recalcitrante (entrevista en el canal Astillero: https://goo.su/aJyWi).

Y, mientras Sheinbaum ha dicho: no sé si han oído recientemente a un ex presidente que anda muy enojado; yo no sé por qué es que andan enojados, porque en vez de subir en las encuestas cada vez bajan más, pero ese es su problema, no es el nuestro, y Gálvez: está cabrón el calor, pero está más cabrón aguantar a Morena otros seis años, ¡hasta el próximo lunes, luego del debate entre aspirantes a gobernar la Ciudad de México!

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