Los manifestantes se concentran en la ciudad de Binnish, en la provincia de Idlib, al noroeste de Siria, el 1 de marzo de 2024, para protestar contra Hayat Tahrir al-Sham (HTS), un grupo islamista liderado por la antigua rama siria de Al-Qaeda, y que piden el derrocamiento del grupo líder. Foto Afp

Madrid. La Comisión de Investigación de Naciones Unidas para Siria ha alertado este lunes de que el país árabe ha experimentado una “espiral de violencia” sin precedentes desde 2020 y ha hecho un llamamiento a un alto el fuego en territorio sirio poco antes de que se cumpla el decimotercer aniversario del conflicto.

“Desde octubre, Siria ha experimentado la mayor escalada de hostilidades en cuatro años. Con la región sumida en la confusión, es imperativo un esfuerzo internacional para contener los combates en suelo sirio”, ha dicho el presidente de la comisión, Paulo Pinheiro.

Pinheiro ha indicado que más del 90 por ciento de la población siria vive en la pobreza. Asimismo, la economía se encuentra “en caída libre”, mientras que las sanciones contra el país son “cada vez más estrictas”. “El aumento de la anarquía está alimentando prácticas depredadoras y de extorsión por parte de las Fuerzas Armadas y las milicias”, ha agregado.

La espiral de violencia se desató el pasado 5 de octubre tras un ataque con dron llevado a cabo contra una ceremonia de graduación en una academia militar en la provincia siria de Homs, lo que se saldó con cerca de 90 muertos.

En respuesta, el Gobierno sirio y las fuerzas rusas respondieron con una oleada de bombardeos contra áreas controladas por los grupos rebeldes que provocaron víctimas civiles y daños en infraestructura civil. Estos ataques, según la comisión, fueron “indiscriminados” y “pueden constituir crímenes de guerra”, ya que afectaron a hospitales, escuelas, mercados y campos de desplazados.

“Las fuerzas del Gobierno sirio volvieron a utilizar municiones en racimo en zonas densamente pobladas, continuando con patrones devastadores e ilegales que ya hemos documentado en el pasado”, ha indicado el comisionado Hanny Megally.

En total, los ataques provocaron el desplazamiento interno de hasta 120 mil personas, muchas de las cuales ya habían huido de sus hogares previamente, incluyendo tras los terremotos que asolaron el país el pasado mes de febrero.

“No debería sorprender que el número de sirios que solicitaron asilo en Europa el pasado mes de octubre haya alcanzado el nivel más alto en siete años”, ha resaltado, agregando que hay más de 13 millones de personas que no pueden regresar a sus hogares.

La comisión también ha documentado los ataques en territorio sirio llevados a cabo por Israel y por Estados Unidos, este último país en represalia por los ataques a bases estadunidenses de milicias proiraníes, lo que ha hecho temer una expansión del conflicto regional a raíz de la ofensiva israelí sobre la Franja de Gaza.

De la misma forma, Turquía ha incrementado sus operaciones contra las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) –encabezadas por la milicia kurda Unidades de Protección Popular (YPG)– tras un ataque reivindicado por el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) contra el Ministerio del Interior en Ankara en octubre.

Los ataques aéreos turcos contra centrales eléctricas privaron a casi un millón de personas de agua y electricidad durante semanas, mientras que murieron civiles en ataques “selectivos” que “pueden constituir crímenes de guerra”, según la comisión.

A todo ello se le suma el incremento de las muertes por las acciones del grupo yihadista Estado Islámico contra civiles que se ganan la vida recogiendo trufa en el desierto central del país. Este hongo es una importante fuente de financiación debido a su alto precio de venta en el mercado, especialmente en la capital, Damasco.

Por otro lado, la comisión de la ONU ha recordado que el Gobierno sirio sigue llevando a cabo desapariciones, torturas y maltratos pese a que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) haya ordenado a las autoridades sirias que cesen estas prácticas y pongan fin a la destrucción de pruebas.

La coalición yihadista Hayat Tahrir al Sham (HTS) –una organización terrorista heredera del Frente al Nusra, que otrora fue filial de Al Qaeda en Siria– también ha seguido cometiendo en Idlib actos de tortura, malos tratos y privación de la libertad, con ejecuciones sumarias por brujería, adulterio o asesinato.

“Y por mucho que el mundo desee olvidar, cinco años después de la caída de Baghuz, cuando Estado Islámico perdió su control territorial en Siria, casi 30.000 niños siguen recluidos en campos de internamiento, prisiones o centros de rehabilitación en el noreste de Siria”, ha alertado la comisionada Lynn Welchman.

En medio de todo esto, los sirios se enfrentan a “dificultades sin precedentes”, ya que cerca de 16.7 millones de personas necesitan ayuda humanitaria. La grave escasez de fondos de los donantes ha obligado a suspender estos envíos a Siria.