Un enfermero examinaba parámetros respiratorios de una mujer en una clínica de rehabilitación para pacientes poscovid, en enero de 2022 en Bad Rothenfelde (Alemania). PICTURE ALLIANCE (DPA/PICTURE ALLIANCE VIA GETTY I)

Están a punto de cumplirse cuatro años de la eclosión de una pandemia que sacudió el mundo y aunque el virus de la covid está ahora controlado, su resaca todavía pesa sobre millones de personas. La covid persistente, que se manifiesta con una amalgama de síntomas duraderos en el tiempo —hay más de 200 diferentes identificados— tras pasar la infección por coronavirus, afecta a una de cada ocho personas, y los científicos siguen intentando descifrar qué hay detrás de esta heterogénea dolencia. Algunos estudios apuntan a una disfunción inmune; otros a la presencia de un reservorio viral oculto; también hay quien señala a una inflamación persistente; pero el mecanismo fundamental sigue sin estar claro. Un estudio publicado este jueves en la prestigiosa revista Science arroja luz sobre este punto al identificar un potencial biomarcador en sangre para detectar la covid persistente: los investigadores señalan que las personas afectadas presentan una desregulación en las proteínas del sistema del componente, una red de moléculas que participa en la destrucción de patógenos. El hallazgo incide en el papel clave del sistema inmune en el desarrollo de la covid persistente, y abre la puerta a diseñar fármacos dirigidos a revertir esta disfunción en una de las líneas de defensa del organismo.

A estas alturas de enero de 2020, el SARS-CoV-2 ya se esparcía silencioso por el globo y los primeros casos de covid empezaban a brotar en todas partes. Cuatro años después, la pandemia ha dejado, según la Organización Mundial de la Salud, cerca de 778 millones de infectados y siete millones de fallecidos. Pero también miles de personas en un limbo que no cuentan las estadísticas: son aquellos individuos ya sin infección activa, pero enfermos; con fatiga, niebla mental, dolores musculares, problemas respiratorios o todo a la vez. “Actualmente, no existen pruebas diagnósticas ni soluciones terapéuticas para los pacientes afectados”, admiten los autores del estudio de Science. No hay tratamientos ni test porque la covid persistente todavía es, para los científicos, un puzle a medio hacer.

Sin embargo, investigadores de la Universidad de Zúrich (Suiza) han logrado ahora ordenar otra pieza del rompecabezas y caracterizar un patrón habitual en la covid persistente. Los científicos siguieron durante más de un año a 39 participantes sanos y 113 pacientes con covid y tomaron muestras de sangre de todos ellos en distintos momentos para identificar biomarcadores comunes de las personas con covid persistente. En la cohorte había personas infectadas por coronavirus, pero que no tuvieron covid persistente; otras que sufrieron síntomas durante unos meses tras la infección e individuos que desarrollaron este síndrome poscovid y lo mantuvieron en el tiempo. “Extrajimos sangre de los pacientes y observamos más de 6.500 proteínas diferentes. Luego nos preguntamos cuál es la mayor diferencia y esa estaba en las proteínas que pertenecen al sistema del complemento”, sintetiza Onur Boyman, autor del estudio y responsable de Inmunología Clínica y Alergología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zúrich.

Los científicos detectaron que las personas con covid persistente presentaban todas una disfunción en este mecanismo que forma parte de la inmunidad innata, que es la primera línea de defensa del organismo. El sistema del complemento es una red de proteínas que funcionan en cascada, activándose unas a otras para ayudar a reconocer y destruir elementos nocivos. El problema es que si este mecanismo está desregulado, puede ser dañino para el organismo. “Este estudio demostró que el sistema del complemento estaba activo en la covid persistente: cuando los pacientes tienen esta dolencia, también tienen activo este sistema. Y lo que es interesante es que, en el grupo de pacientes con covid persistente, hubo algunos que tuvieron suerte y se recuperaron. Y en esos casos, el sistema del complemento también volvió a la normalidad”, expone Boyman.

El científico explica que el sistema del complemento no solo se comunica con el ejército de defensa del organismo, sino también con el sistema de coagulación de la sangre, por ejemplo. De hecho, los investigadores encontraron que los pacientes con covid persistente tenían marcadores de una coagulación alterada y lesión tisular, lo que podría explicar la presencia de pequeños coágulos de sangre, sugiere Boyman. Y pone un ejemplo: “El sistema del complemento también se comunica con muchas células diferentes, por ejemplo, las células que se encuentran dentro de los vasos sanguíneos. Si el sistema del complemento está activo, esas células pueden dañarse. Entonces, en un individuo que tiene tales daños en las células endoteliales [las que recubren el interior de los vasos sanguíneos], si hace ejercicio, su corazón bombea más, la presión arterial aumenta y eso genera un estrés sobre esas células endoteliales. Entonces, estas células tienen un doble estrés y esto puede explicar la intolerancia al ejercicio”.

El estudio no entra a analizar de forma concreta si la desregulación de este mecanismo asociado al sistema inmune justifica esa variada mezcla de síntomas vinculados a la covid persistente, pero Boyman incide en que esa red de proteínas está en contacto con todo el organismo. “El sistema del complemento consta de pequeñas proteínas que pueden ir con la sangre a todos los órganos: al cerebro, a los pulmones, al intestino… y estos órganos pueden interactuar con todo tipo de células. Entonces, en una situación normal, el sistema del complemento está completamente activo, pero no porque tengamos una infección viral, sino porque este sistema tiene muchas funciones diferentes, como eliminar las células muertas. Sin embargo, si tienes un sistema del complemento desregulado, puede causar daños y el alcance del daño puede ser muy individual. En algunas personas puede ser el cerebro, en otras los pulmones, el intestino… Depende de la persona”.

Incógnitas por resolver
La investigación no zanja todas las incógnitas que sobrevuelan a la covid persistente, pero, según los expertos externos consultados, sí apuntala la evidencia sobre el papel del sistema inmune en la afección. “No diría que [la desregulación del sistema del complemento] es la causa, sino un factor que podría explicar los síntomas que tienen las personas con covid persistente. No sabemos si hay otras cosas que podrían predecir la covid persistente. Siempre se planteó esta dolencia con distintas hipótesis: por mucho daño en los tejidos, un reservorio viral o por la autoinmunidad y la inflamación. Este trabajo demuestra que el sistema inmunológico tiene mucho que ver en la covid persistente”, defiende Natalia Egri, inmunóloga del Hospital Clínic, que no ha participado en la investigación.

En esta línea, Jeremy Nicholson, catedrático de Medicina y director del Australian National Phenome Center de la Universidad Murdoch, destaca que este estudio “ayuda a identificar algunas alteraciones inmunitarias fundamentales que ayudan a comprender los efectos tromboinflamatorios (que afectan al revestimiento de los vasos sanguíneos, por ejemplo) que pueden dar lugar a problemas sistémicos más generalizados (todos los órganos tienen vasos sanguíneos)”, pero a la vez, “sigue sin explicar la diversidad de los síntomas de covid persistente ni su expresión diferencial entre individuos”. “Este artículo es otro ladrillo en la pared, pero la imagen inmunometabólica integradora completa de la covid persistente aún está por emerger y requiere estudios aún más exhaustivos en un mayor número de personas”, apostilla el científico en declaraciones a Science Media Centre.

Por su parte, Marcos López-Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología, también señala que este estudio demuestra que la covid persistente “está más vinculada a una alteración de la regulación de la respuesta inmune”. El experto, que tampoco ha participado en la investigación, destaca que se trata de un artículo “robusto, donde se analizan muchas proteínas y hay una cohorte muy bien controlada”, pero también admite que el sistema del complemento “puede que no sea el único factor” asociado a la covid persistente. Boyman reconoce que una de sus grandes inquietudes es averiguar “qué mantiene activo el sistema del complemento” y por qué unos pacientes con covid persistente se recuperan con el tiempo y otros no.

Diana terapéutica
Lo que sí sugieren los autores es que su hallazgo puede servir como un biomarcador para detectar la covid persistente y también como una potencial diana terapéutica. “Hay empresas que desarrollan inhibidores del complemento. Actualmente, se usan para enfermedades inmunes muy raras que afectan los riñones o a los músculos, por ejemplo. Pero este estudio podría motivar a esas compañías, que incluyen grandes farmacéuticas, para abordar el tratamiento de la covid prolongada”, conviene Boyman.

El investigador matiza, eso sí, que aunque las muestras obtenidas sean, a vista del paciente, algo similar a la toma de un análisis de sangre ordinario, el estudio posterior es más complejo. “Utilizamos métodos muy complicados y sofisticados. No se puede tomar nuestro método y usarlo en cualquier hospital para detectar las diferencias que detectamos. Se necesitaría más desarrollo, pero demostramos que esto se puede medir y una empresa que se dedica al diagnóstico podría desarrollar un test más sencillo que luego se podría usar en los hospitales para hacer un mejor diagnóstico de la covid persistente”, plantea.