Por las víctimas del 19 de septiembre. El presidente Andrés Manuel López Obrador izó ayer la bandera a media asta en el Zócalo en memoria de las víctimas de los sismos del 19 de septiembre de 1985 y 2017. Lo flanquean Luis Cresencio Sandoval, secretario de la Defensa Nacional, y José Rafael Ojeda, titular de la Secretaría de Marina. Foto María Luisa Severiano

– Asociaciones civiles y partidos
– Faltan estampitas al álbum
– Mario Delgado, ¿sí o no?

De nueva cuenta, como sucedió con el proceso corcholatero que desembocó en la virtual candidatura presidencial de Claudia Sheinbaum, el partido Morena ha adelantado tiempos y madruga a sus opositores en cuanto a las gubernaturas de ocho estados y la Ciudad de México.

De las nueve plazas en contienda, Morena y sus aliados gobiernan actualmente seis: Chiapas, donde puntean el verdevelasquista Eduardo Ramírez y la sobrina Manuela Obrador; Tabasco, con el grupo adanista y el contrario a éste; Veracruz, donde parece llevar delantera la todavía secretaria federal Rocío Nahle; Morelos, con el Cuau empujando para imponer heredero; Puebla, centrado en los primos Mier y Armenta; y la Ciudad de México, donde Mario Delgado podría entrar para cerrar el paso al claudista García Harfuch.

Es marcadamente negativo el saldo de los gobernantes morenistas o seudomorenistas en cinco estados: Rutilio Escandón (cuñado de Adán Augusto), Carlos Merino (sustituto de Adán Augusto, plenamente subordinado a éste), Cuitláhuac García (sostenido contra viento y marea por círculos de Palacio Nacional), Cuauhtémoc Blanco (ahora encaminado a conseguir cargo en la Ciudad de México) y Sergio Salomón Céspedes (sustituto del igualmente pésimo Miguel Barbosa). Pero aún así, sobre todo viendo la lánguida cartelera opositora, el partido guinda podría mantenerse en el poder en cuando menos tres de estas entidades, con todo el peso de los aparatos de gobierno.

La Ciudad de México es caso aparte. Una gran ironía es que la virtual candidata presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum, haya sido la responsable política en 2021 de la peor derrota de la izquierda electoral desde 1997 en su plaza por excelencia, la capital del país, donde perdió nueve de 16 alcaldías.

Angustiado por el riesgo de una nueva caída electoral en Chilangolandia, el partido-gobierno baraja cartas que en su mayoría confirman la desesperación: un policía, García Harfuch, proveniente de la escuela de García Luna e insalvablemente relacionado con el tema de los 43, como comisario de la Policía Federal en Guerrero; un aventurero camaleónico, Mario Delgado, antes financieramente ebrardista y ahora apasionadamente converso al obradorismo; el citado Cuau Blanco, que tira arriba para negociar abajo, dándose por bien servido con que le tengan bajo prisión al ex fiscal morelense que le preparaba acusaciones. Y, aparte, Clara Brugada, de clientelismo eficaz en Iztapalapa, tal vez la mejor carta posible de esa baraja, pero aún con obstáculos internos.

En cuanto a los estados de 2024 donde Morena no gobierna, el guinda tratará de desplazar al panismo en Yucatán (donde el presidente López Obrador ha tejido buen entendimiento con el gobernador Mauricio Vila, ¿futuro diplomático?) y en Guanajuato (donde el partido blanquiazul lleva tres décadas en el poder, desde que Carlos Salinas negoció con el PAN la cesión de gubernaturas), mientras en Jalisco se intentará hacer a un lado a Movimiento Ciudadano, que vive una división interna, con el decreciente gobernador Enrique Alfaro en pelea con el gerente nacional naranja, Dante Delgado.

En lo inmediato, es grande el revuelo entre los aspirantes a las mencionadas candidaturas a gobiernos estatales. Morena lanzó este lunes la convocatoria respectiva aunque, ha de decirlo este díscolo tecleador, en el fondo los resultados quedan al muy fácil manejo discrecional del mando nacional (que en realidad no lo ejerce Delgado), mediante el ya muy exhibido método de las encuestas.

Esta vez, los consejos estatales podrán proponer hasta cuatro aspirantes a ser encuestados, pero la comisión nacional tendrá facultad de encartar otros dos. Y el cubo electoral de Rubik se armará en términos de igualdad de género, que permitirá acomodar triunfalmente a hombres y mujeres con preferencia central y desplazar a los (las) indeseados(as). ¡Lástima, Margarita o Margarito! ¡Hasta mañana!

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