En febrero de 2015, María López Ibáñez pisó una consulta de fertilidad por primera vez. Para entonces tenía 28 años y llevaba 9 meses intentando quedarse embarazada junto a su pareja. “Esta consulta de fertilidad se suele hacer cuando una pareja lleva un año intentando quedarse embarazada, pero yo fui antes”, explica a EL PAÍS. Al realizarle una histerosalpingografía (una prueba radiológica de la cavidad uterina y de las trompas de Falopio), los médicos comprobaron que sus trompas presentaban alguna obstrucción y que ese era a todas luces el problema que les impedía lograr la gestación. “Entonces nos plantearon que, dado el problema, la única opción posible era hacer una fecundación in vitro”, recuerda. Esta tuvo lugar en octubre de 2015. En julio de 2016 llegó al mundo su hija Rocío.
Cuando esta ya contaba 8 meses, María y su pareja volvieron a acudir a una consulta de fertilidad para buscar un segundo embarazo. Un mes más tarde, sin que le diese tiempo a hacerse ninguna prueba, estaba embarazada de Clara, que sería su segunda hija y a la que unos años después se sumaría Leo, también concebido de forma natural. “Algún ginecólogo me comentó que, al tener un embarazo, con los cambios hormonales que este provoca, las trompas, si no están totalmente obstruidas, se pueden permeabilizar, de forma que se resuelve el problema de infertilidad”, señala.
“A veces son años de agonía”: por qué es tan difícil prolongar la fertilidad humana
“En el embarazo, la progesterona aumenta mucho. Y esta hormona, en altas dosis, tiene cierto efecto antiinflamatorio”, afirma Antonio Requena, director general médico de IVI, que pone como ejemplo a una enfermedad muy relacionada con la infertilidad como la endometriosis: “Los cambios hormonales del embarazo ayudan a mejorar la endometriosis, por lo que algunas mujeres que tienen un embarazo mediante fecundación in vitro, durante un periodo después del parto, pueden conseguir de forma natural el embarazo que antes no lograban”.
Tener datos de cuántas mujeres lo logran, sin embargo, “no es fácil”, reconoce Requena, porque estas parejas, de conseguirlo, no suelen comunicarlo a las clínicas de reproducción asistida. De ahí la importancia de los datos conseguidos por un estudio publicado recientemente en la revista científica Human Reproduction y liderado por investigadoras del Instituto de Salud de la Mujer del University College de Londres, que analizó los resultados de once estudios de todo el mundo realizados entre 1980 y 2021, que incluían a más de 5.000 mujeres. La conclusión: al menos una de cada cinco mujeres concibe naturalmente después de haber tenido un bebé mediante un tratamiento de fertilidad, principalmente dentro de los tres años siguientes al primer parto.
“Esta es la primera vez que se revisan y combinan todos los datos globales sobre las tasas de concepción natural después de tener un bebé concebido por FIV y los hallazgos contradicen el mensaje generalizado de los medios y la opinión generalizada de que este es un fenómeno raro”, afirma a EL PAÍS Annette Thwaites, autora principal del estudio.
Por qué ahora sí y antes no
Además de la revolución hormonal citada que provoca el embarazo y que puede mejorar el pronóstico de enfermedades como la endometriosis, los expertos consultados señalan otros factores que, de alguna u otra forma, podrían explicar por qué una mujer logra de forma natural un embarazo que parecía imposible antes de la FIV.
Por un lado, Antonio Requena señala una causa muy simple: hay un grupo de parejas que presentan una infertilidad del 100% y que nunca van a poder quedarse embarazadas de forma natural. Sin embargo, también hay un importante grupo de población que presentan subfertilidad, es decir, que en un momento dado pueden presentar una menor fertilidad. “Por ejemplo, en el caso de los hombres, la calidad del semen puede variar mucho de unos meses a otros. Es decir, se puede tener una época con valores seminales más bajitos y, por tanto, ser menos fértil, pero también puede haber épocas del año en que ese semen mejore. Y en el caso de las mujeres sucede lo mismo: hay mujeres con una calidad de óvulos más baja; pero eso no significa que todos sus óvulos sean incompatibles con un embarazo”, argumenta el director general médico de IVI, que también señala la importancia de factor psicológico.
Al final, el hecho de buscar un hijo y acumular negativos mes tras mes provoca un estrés en la pareja. ¿Se puede decir que el estrés es una fuente de infertilidad? “No al 100%, pero sí que provoca que incluso la vida sexual de la pareja empiece a girar en torno al hecho de conseguir el embarazo. Todo eso, una vez que ya se tiene un hijo, se relaja, porque el objetivo de la maternidad ya está cumplido. Y ese relax a veces también es importante para que las parejas puedan tener un hijo de forma espontánea”, responde Requena.
Su opinión la sostiene también, aunque con matices, la autora principal del estudio. “La importancia de los factores psicológicos en la fertilidad está bien reconocida y ampliamente aceptada, pero los estudios son contradictorios en este punto”, afirma Annette Thwaites, que, por último, considera que es “biológicamente plausible” que la estimulación ovárica de los ciclos de FIV pueda mejorar la función ovárica, “en un mecanismo similar a la técnica quirúrgica de perforación ovárica”. No comparte este argumento Antonio Requena, que considera que, habiendo un embarazo de por medio, es decir, nueve meses en los que el ovario está muy en reposo, “es difícil que después el ovario tenga ningún recuerdo de la estimulación realizada durante la FIV”.
Sea cual sea en cada caso la causa que explique por qué antes no y ahora sí, Thwaites considera que los resultados obtenidos en el estudio dejan un mensaje claro: las mujeres que se someten a una FIV deben ser conscientes de que la futura concepción sin tratamiento de fertilidad no es algo utópico: “Es un dato relevante de cara a la toma de decisiones futuras. Si volver a quedarse embarazada no es lo que una mujer desea en ese momento, a pesar de haber tenido que recurrir a una FIV para concebir a un primer hijo, se le debe ofrecer asesoramiento sobre anticoncepción. Actualmente, las necesidades anticonceptivas de estas mujeres se están pasando por alto, con importantes consecuencias para las familias”.
Un mensaje que Antonio Requena hace extensivo a las parejas que inician un tratamiento FIV: “A las parejas que no presentan una infertilidad del 100% yo siempre les advierto de que no les puedo decir que dentro de un mes no se vayan a quedar embarazados de forma natural”. Aunque eso sí, sin lanzar las campanas al vuelo: “si le damos la vuelta a los resultados del estudio, veremos que hay un 80% de las mujeres que no consiguen quedarse embarazadas de forma natural tras un tratamiento FIV. Por lo que diría a las mujeres con edad materna avanzada que, si quieren buscar una segunda gestación, no dejen todo a la espera de ese potencial embarazo natural en un momento en el que el tiempo es vital”.