El Estadio Azteca, que por muchos años fue un hogar para la Selección Mexicana de futbol, hoy es una casa ajena. Los jugadores andan por ella con pies de plomo y han entregado resultados insostenibles.
La relación del Tri con el público, que por mucho tiempo fue corazón y sangre, se ha vuelto cenizas.
Los jugadores no se sienten cobijados y el público percibe una indiferencia, sobre todo de los que vienen de Europa.
Héctor Herrera aseguró en la anterior eliminatoria que “el Azteca ya no pesa” y la gente le recriminó a tal grado de tenerlo señalado, junto a otros futbolistas, como capos del Tri.
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La relación se desgasta con el tiempo y ahora esos jugadores que un día fueron pedidos para un cambio generacional, han comenzado a ser apedreados desde las tribunas.
Lo cierto es que el Estadio Azteca dejó de ser la casa del Tri desde hace años, sobre todo cuando decidieron por formatos de televisión cambiar los partidos por la noche para ganar rating.
La última vez que el Tri jugó por la tarde, bajo el calor y la altura que tanto atemorizaba a los rivales, fue en 2009 en un crucial partido de eliminatoria ante Estados Unidos que se ganó con goles de Israel Castro y Miguel Sabah, pero sobre todo por el apoyo del público.
Luego han venido resultados complicados, independientemente de quien haya sido el entrenador, desde José Manuel Chepo de la Torre, pasando por Gerardo Martino o Juan Carlos Osorio.
Entre 2017 y 2020 de los siete partidos que disputó, apenas ganó uno y en 2012 perdió por primera vez con Estados Unidos; en 2013 empató con Jamaica y perdió con Honduras.
Por eso le resulta más cómodo a los directivos del Tri, poner a jugar a la Selección en otro lado, especialmente en Torreón.