Detectives del condado de Tulare, en California, investigan el tiroteo en el que murieron seis personas, el 16 de enero de 2023. AP

“Una matanza horrible”. El sheriff Mike Boudreaux del condado de Tulare (centro de California) describió así la escena que los miembros de su departamento hallaron la madrugada del lunes en una casa del pueblo de Goshen, ubicado en el valle de San Joaquín, una zona agrícola de mayoría latina. Entre las víctimas había una mujer mayor, una adolescente de 16 años y su bebé de 10 meses. A juzgar por el exceso de violencia hallado en la escena del crimen, las autoridades del condado creen que un cartel de las drogas está involucrado con el asesinato. “Esto no es trabajo de una pandilla de poca monta”, dijo Boudreaux a la prensa local, quien no reveló de qué organización sospecha.

Hasta la mañana de este martes, las autoridades de Tulare no habían detenido a ninguna persona vinculada por el asesinato. Las cámaras de seguridad grabaron a dos hombres entrando en una propiedad al este de la autopista 99, que cruza de norte a sur la entidad y conecta, entre otras, las ciudades de Bakersfield y Fresno. Estos sujetos son considerados los responsables del violento homicidio. En las próximas horas, la oficina del sheriff entrevistará a dos mujeres que sobrevivieron el ataque escondiéndose detrás de dos vehículos de remolque junto a la propiedad.

“No puedo pensar qué tipo de monstruo se necesita ser para hacer algo así”, ha dicho este martes Samuel Pina a la agencia AP. Pina es el abuelo de Alissa Parraz, la adolescente asesinada. De acuerdo con el testimonio de los agentes que respondieron a la llamada de auxilio, Parraz murió sosteniendo en brazos a su hijo, Nycholas Nolan Parraz. El hombre dijo a la prensa que los fallecidos eran familiares de Parraz, quien vivía con varias personas de su lado paterno. Estos eran su tío, el primo de su tío, su abuela y su bisabuela. “Mi familia está en shock”, añadió Pina.

La Oficina del Sheriff no ha informado de los nombres o características de los sospechosos, quienes han sido considerados sicarios profesionales por su forma de actuar en la escena y la sangre fría mostrada. Todas las víctimas, incluido el bebé de diez meses, tenían un tiro de gracia en la cabeza. “Esto indica que sabían lo que estaban haciendo y que estaban cómodos con sus decisiones”, dijo el sheriff a Los Angeles Times.

Boudreaux considera que este fue un ataque premeditado a la familia. Aunque la investigación sigue su curso, el sheriff estudia el vínculo del crimen con una orden de cateo emitida la semana pasada. La orden de revisión, en busca de armas, marihuana y metanfetaminas, afectaba el mismo terreno donde han ocurrido los homicidios. La policía arrestó entonces a una persona, pero el acusado fue liberado bajo fianza. Las pesquisas y las pruebas de ADN determinarán si alguno de los fallecidos este lunes es también el hombre que fue detenido.

La policía recibió la primera llamada de emergencia minutos antes de las 03.40 del lunes. Un vecino informó a las autoridades que había un tirador activo en el pueblo de 3.000 habitantes, ubicado a 56 kilómetros al sur de Fresno. La cantidad de disparos le hizo pensar que había un tiroteo masivo en marcha. A este sonido le siguió el de un vehículo huyendo. Lo que hallaron los uniformados que arribaron a la escena no fue muy diferente. Los cuerpos de dos hombres estaban tirados sobre el pavimento, en la calle. Un tercero estaba en la entrada de la casa.

Al interior de la casa aguardaba una escena macabra. Una mujer mayor estaba muerta sobre su cama. La oficina del sheriff presume que la mataron mientras dormía. Parraz y su hijo fueron encontrados juntos en una zanja junto a la casa.

El homicidio múltiple ha sido considerado por las autoridades civiles como “la peor pesadilla” de esta comunidad. Visalia y Goshen son solo dos de las muchas ciudades donde radican miles de los trabajadores agrícolas de los campos californianos de este valle central. Los Ángeles Times señala que Jose María Guizar Valencia, uno de los capos más importantes de los Zetas, nació en el condado de Tulare, que hoy llora una sangrienta matanza.

La violencia relacionada con las drogas no es nueva en las regiones semi rurales de California. Las autoridades han advertido de la proliferación de varias granjas donde se cultiva marihuana ilegal. Esta abastece a un gran mercado secundario en las grandes ciudades del Estado, donde muchos consumidores buscan una yerba más económica que no incluya los altos impuestos que generó la legalización de 2018. Esto ha creado un reto para los condados, que no conocen bien a bien la dimensión completa del conflicto, pues los granjeros y dueños de las propiedades no acuden ante la autoridad a denunciar los hechos por tratarse de una actividad ilícita.

En septiembre de 2020, una matanza dejó siete víctimas en un rancho al norte de San Diego. En el lugar fueron encontrados los cuerpos de varios empleados en la cosecha de la droga. Todos los muertos eran emigrantes de Laos. Fueron encontradas allí casi media tonelada de marihuana.