Personas protestan frente al Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (CENAPRECE) para exigir a las autoridades de vacunas contra la Viruela del Mono, el 21 de octubre. ROGELIO MORALES PONCE (CUARTOSCURO)

“Este Gobierno nos ha dejado en claro que no tiene interés por nuestra vida”, afirma Adriano ADT, de 32 años, coordinador del grupo Colibrí. El activista del Estado de Morelos ofrece apoyo a personas que, como él, padecen VIH o Sida. Adriano fundó el grupo en 2019, después del asesinato de su pareja, como una ventana de apoyo para que los pacientes de la misma enfermedad que él no tuvieran que vivir solos todo el proceso. A sus batallas por una atención médica digna, por el abasto de antirretrovirales, ahora se suma la petición por la vacuna contra la viruela del mono, enfermedad que incide en su mayoría en el colectivo de hombres que tienen sexo con otros hombres. En México, aunque de ya se tienen registro de 2.654 casos, la Secretaría de Salud no ha dado señales de la compra próxima de biológico, por el contrario, las declaraciones de las autoridades sanitarias locales y federales van de la ambigüedad al escepticismo sobre la eficacia de las dosis.

Hasta el 24 de octubre, la Secretaría de Salud sitúa a la Ciudad de México con el mayor número de contagios con 1.601; en segundo lugar está Jalisco con 301; seguido del Estado de México con 272 pacientes y aunque en el reporte oficial se mencionan cinco fallecimientos con signos probables de viruela del mono, en las tablas finales, las defunciones aún permanecen en cero. Morelos tiene en las tablas oficiales solo 16 casos de viruela mono confirmados, sin embargo, Adriano asegura que la realidad triplica la cifra en papel, al menos unos 50 pacientes. “La realidad es que no hay medicamentos y los espacios no están verdaderamente capacitados para atender este tipo de padecimientos, uno llega a encontrarse con casos de serofobia, homofobia, lo cual hace que la gente no quiera acercarse a recibir la atención que requiere en estos espacios”, comenta.

Los últimos días de mayo pasado se confirmó el primer caso de viruela del mono en Ciudad de México y desde entonces la comunidad LGBT+, más propensa al contagio, no han cesado en su exigencia para la compra de vacunas al Gobierno de López Obrador. Una petición que hasta el momento sigue sin ser atendida. Ante la falta de respuestas, la semana pasada una red de colectivos ha presentado el primer amparo colectivo para exigir el abasto de vacunas. Adriano ha sido uno de los promotores de esta acción legal que representa a 460 pacientes con VIH y Sida de todo el país. “Queremos que el Gobierno haga las gestiones necesarias para comprar la vacuna Jynneos porque es la única, que, hasta la fecha, está probada para personas que vivimos con VIH y Sida, ya que las otras dos que se tienen están contraindicadas con nuestro tratamiento antirretroviral. Somos el principal grupo vulnerable ante esta nueva pandemia”, detalla.

Cuestionado sobre la posibilidad de viajar al extranjero para vacunarse en Estados Unidos o Canadá, Adriano afirma que, al menos en Morelos, las personas con VIH y Sida no cuentan con los medios para hacer ese viaje, por lo que su única alternativa, insiste, es pelear en tribunales. “En caso de que la Suprema Corte no resuelva esto de manera favorable, no nos vamos a detener ahí, tenemos toda la intención de llegar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos para que tengamos el acceso a la vacuna porque a este Gobierno les ha dado igual nuestra vida, esto es totalmente discriminatorio”, dice.

En otros casos, tras meses de ahorro y de pláticas y gestiones, un viaje a Estados Unidos fue la mejor opción ante el impasse de las medidas en México. Carlo Altamirano y su pareja viajaron a Nevada en agosto pasado para vacunarse. En menos de 10 minutos y tras un breve cuestionario consiguieron la primera dosis del biológico. Aunque siente alivio por contar con la vacuna, también hay enfado y tristeza, por la falta de atención de las autoridades mexicanas. “Como hombre homosexual hay muchos retos, creces en una sociedad homofóbica y se siente el abandono de la sociedad, ¿quién lucha por nuestros derechos?, pues nosotros, porque el Gobierno no hace nada”, lamenta, el profesionista de 39 años.

Para Mario López, de 33 años, la protección contra la viruela del mono llegó con un vuelo a Tijuana y cruzando a pie la frontera a San Diego, Estados Unidos. “Es tristísimo. Es lamentable que la falta de recursos no permita que una persona tenga esta seguridad, sobre todo porque es algo que debería ser previsto por el Estado mexicano y no lo están haciendo por una decisión y al final, tengo que ser honesto, se siente un poco de culpa porque tú te protegiste, tú te cuidaste, pero muchos amigos y conocidos no”, reconoce.

López, precisa que durante la pandemia de covid, formó parte del equipo de la Secretaría de Relaciones Exteriores que gestionó el arribo de biológicos para esa enfermedad, por ello, conoce de primera mano lo que implica la compra y adquisición de dosis. Sabe que es difícil, pero no imposible. “Es un tema de falta de voluntad política. El hecho de que una enfermedad esté atacando a una minoría que sigue sin ser bien vista en México y esté desatendida por el Gobierno federal, creo que esos dos puntos son los que explican por qué seguimos sin vacunas”, concluye.

Mientras la población vulnerable hace cuentas de boletos e intenta reducir el estrés causado por este nuevo virus, los pronunciamientos de las autoridades sanitarias salen a cuentagotas. En agosto pasado, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, informó que el Grupo Técnico Asesor en Vacunación estaba evaluando la pertinencia de usar el biológico. “Nuestro grupo técnico asesor, que preside la doctora Celia Alpuche, está analizando no tanto el asunto de qué comprar, sino cuál es la evidencia científica, qué tan robusta es para sugerir que se pudiera necesitar o no utilizar vacuna”, señaló. Aunque se solicitó la actualización de esta información a la Secretaría de Salud, al cierre de la edición no se obtuvo respuesta.

Ricardo Baruch, especialista en salud pública y activista, calcula que según las cifras oficiales hay unos 200.000 pacientes con VIH y Sida, por lo que, al menos, se requeriría medio millón de vacunas para atender a esta población que es la más propensa a sufrir complicaciones por esta enfermedad. Para el especialista, la discriminación y falta de información del propio sector salud está alimentando una cifra negra de pacientes que no están llegando a los consultorios para atenderse. “Todos tenemos muchísimos amigos, conocidos, que ya estuvieron infectados. Estimamos que probablemente exista un subreporte de casos de un 80%, es decir, que podamos tener más de 10.000 casos debido a que en las últimas semanas ya hay muchísima gente que decide no hacerse la prueba”, asevera.

Además, Baruch indica que en las últimas semanas los doctores han reportado casos mucho más graves, con lesiones más profundas y dolor más intenso y la gente está solicitando más hospitalizaciones: “Más allá del número de casos, la gravedad está siendo un problema serio”, zanja.