Un mitin de campaña del PT en Río de Janeiro. CARL DE SOUZA (AFP)

Las elecciones presidenciales brasileñas se perfilan como una suerte de batalla definitiva entre la nueva derecha, representada por el actual presidente Jair Bolsonaro, y la izquierda contra la que se hizo fuerte en los últimos años. Y, por ahora, ésta va ganando: Luiz Inácio Lula da Silva lleva unos diez puntos de ventaja, a una semana de la votación del 2 de octubre, según el promedio de encuestas realizado por EL PAÍS. Ahora bien: para ganar en primera vuelta, el expresidente necesitaría que la mayoría del 7% que suman los indecisos y abstencionistas que aún quedan entre los votantes probables cayeran de su lado. Los necesita para completar los algo más de cinco puntos que le separan del umbral de la mitad más uno de votos válidos necesario para evitar una segunda vuelta el 30 de octubre.

La distancia entre los favoritos se ha mantenido más o menos estable desde inicios de mayo, cuando Lula hizo oficial una candidatura que era oficiosa desde muchos meses antes. Los vaivenes en torno a esos diez puntos de ventaja de referencia parecen deberse más a cuestiones coyunturales cuyo efecto final en las urnas será incierto.

Por ahora, ninguna de las encuestas más recientes ni tampoco de los muchos promedios existentes que acompañan al ejercicio realizado por EL PAÍS anticipan una ventaja de más de 15 puntos, ni tampoco un triunfo claro en primera vuelta. Solo uno de ellos coloca al izquierdista en el 50%, pero ni siquiera éste aclara si se trata de la mitad más uno de los votos válidos imprescindible, según la Constitución brasileña, para alcanzar la Presidencia en primera vuelta. Lula se afana estos días por animar a sus fieles a movilizarse para combatir la abstención.

Las entradas y salidas en la carrera también han jugado su papel, en tanto que los votantes se han visto obligados a buscar nuevos candidatos. La retirada en plena precampaña del antiguo juez y exministro de Justicia de Bolsonaro, Sergio Moro, y del exgobernador de São Paulo João Doria (del PSDB, de centro derecha) han coincidido con incrementos para el presidente ultraderechista. De igual manera que estos movimientos no parecieron tener efecto alguno en la base de votantes de Lula, tampoco lo ha tenido la (en cualquier caso, modesta) entrada en las encuestas de la centrista Simone Tebet. Por delante de ella, Ciro Gomes, del centro izquierda, pero que busca también votos en la derecha más cercana a Bolsonaro. La base de Lula parece, en definitiva, notablemente menos volátil que la del actual presidente.

Por eso motivo, la atención sobre las encuestas ha girado en los últimos días hacia las posibilidades de una victoria en primera vuelta. La incertidumbre sobre la aceptación de Bolsonaro de una eventual derrota, que él mismo ha alimentado aferrándose en que aceptará un resultado si las elecciones son limpias y transparentes, como si no lo fueran, refuerzan la utilidad para Lula de una victoria incontestable.

La comparación entre los dos candidatos favoritos también ayuda a observar la variación en estimaciones para cada uno. Tanto para Lula como para Bolsonaro, no hay más de unos 6-8 puntos de horquilla entre la mejor y la peor estimación, diferencias lo suficientemente reducidas como para que la más alta para la derecha no se llegue a solapar con la más baja para la izquierda. Con el resto de candidatos que obtienen algún respaldo significativo los intervalos son aún menores. Y en cualquier caso una parte no despreciable de estas diferencias obedece más a distintos criterios de encuestadores y estimadores en la inclusión o no de indecisos en la base de cálculo que a otros motivos de mayor sustancia. Algo que en cualquier caso tampoco parece definitivo para declarar victorias o sorpassos: si el promedio de EL PAÍS los excluyera, la estimación de Lula pasaría del 44,9% al 48,2%, y la de Bolsonaro se quedaría en el 37,1%. Una brecha de 11 puntos en lugar de 10, y ninguno por encima de la mitad más uno.

Por tanto, salvo errores que atraviesen todas las casas de encuestas de Brasil en una de las elecciones que más atención ha generado dentro y en el extranjero, Lula quedará por delante de Bolsonaro el domingo 2.

Ahora bien: hasta entonces queda una semana para acelerones de los dos candidatos de referencia y eventos inesperados de última hora en una campaña que se ha visto sacudida por varios episodios de violencia incluido el asesinato de dos seguidores de Lula a manos de bolsonaristas en dos incidentes independientes además de acoso y amenazas a otros candidatos y seguidores.

Así, dos escenarios alternativos son posibles, pero no con la misma probabilidad a la luz de las tendencias entrevistas en ellos: una ampliación de la ventaja de Lula parece algo más plausible que un recorte de Bolsonaro. Pero en la fuerza de la coordinación de voto que facilita la polarización caben de sobra ambos mundos.