Ramón Castro Castro, el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM). RR. SS.

La Iglesia mexicana ha condenado el asesinato de dos sacerdotes jesuitas y un guía turístico este lunes en Chihuahua (norte de México) y ha urgido al Gobierno de México a que cambie su estrategia de seguridad dada la violencia que asedia el país. “El crimen se ha extendido por todas partes trastocando la vida cotidiana de de toda la sociedad (…) se ha adueñado de las calles con niveles de crueldad inhumana en ejecuciones y masacres que han hecho de nuestro país uno de los lugares más inseguros y violentos del mundo”, han expresado los obispos a través de un comunicado. “Los índices de violencia y estructuras de muerte se han desbordado e instalado en nuestras comunidades, desfigurando a la persona humana y destruyendo la cultura de paz”, ha señalado Ramón Castro, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).

La condena de los jerarcas de la Iglesia mexicana llega después de que el papa Francisco lamentara el crimen: “¡Cuántos asesinatos en México!”, señaló el pontífice este miércoles. En la última década han sido asesinados en el país 27 sacerdotes, incluidos los religiosos jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, acribillados en la iglesia de Cerocahui, en la sierra Tarahumara. “Esta realidad de violencia nos golpea, nuestro México está salpicando sangre de tantos muertos y desaparecidos”, ha subrayado Castro y ha instado al Gobierno mexicano a que de una respuesta acorde con las circunstancias: “Es responsabilidad de quien gobiernan procurar la justicia y favorecer la paz y la concordia en la convivencia social”. La Iglesia mexicana también ha reconocido su parte de responsabilidad y ha argumentado que no ha hecho lo suficiente para fortalecer el tejido social.

Desde el CEM han ido más allá con un llamamiento al Gobierno Federal y a los diferentes niveles de las autoridades para que se revisen las estrategias de seguridad, que según el Episcopado, “están fracasando”. En el exhorto también se han dirigido a los criminales para que dejen de matar. “Sensibilícense ante los lamentos de sus hermanos. En nombre de Dios ¡basta de tanta maldad y odio!, todos queremos la paz”.

“Es tiempo de escuchar a la ciudadanía, a las voces de miles de familiares de las víctimas, de asesinados y desaparecidos, a los cuerpos policiacos maltratados por el crimen. Es tiempo de escuchar a los académicos e investigadores, a las denuncias de los medios de comunicación, a todas las fuerzas políticas, a la sociedad civil y a las asociaciones religiosas”, prosigue el texto del CEM. En el comunicado, lleno de dureza y fuertes críticas con la actual Administración, los obispos han expresado que es tiempo de un diálogo nacional entre diferentes niveles de la sociedad. “No es útil negar la realidad y tampoco culpar a tiempos pasados de lo que nos toca resolver ahora. Escucharnos no hace débil a nadie, al contrario, nos fortalece como nación”, aseguran los obispos. Desde Palacio Nacional, el presidente López Obrador ha sido cuestionado por la prensa sobre si se plantea cambiar la estrategia de seguridad. El mandatario ha respondido que la actual situación de violencia en el país es “el fruto podrido de una política de corrupción, de impunidad que se implementó desde los tiempos de Felipe Calderón (2006 – 2012)” y ha agregado que “no se puede arrancar de raíz un problema que lleva años”.

Las palabras de los prelados se suman a las condenas de la sociedad civil y de la comunidad jesuita en todo el mundo. Un día después de enviar al Ejército, la gobernadora de Chihuahua, Maru Campos, confirmaba que habían sido hallados los cuerpos, tanto de los sacerdotes como del guía, baleados a manos de José Noriel Portillo Gil, alias El Chueco. El criminal había huido con los cuerpos y los cadáveres en un inicio estaban desaparecidos. La Fiscalía estatal ha ofrecido una recompensa de cinco millones de pesos (unos 250.000 dólares) para todo aquel que de alguna pista sobre el paradero del principal sospechoso del triple asesinato. Hasta el momento no hay detenidos.

Según la información que proporcionaron el martes las autoridades, el 20 de junio además del asesinato de los tres hombres, se produjo el secuestro y desaparición de dos personas más. Hasta el momento, las autoridades no han señalado si estas desapariciones están relacionadas con el triple crimen en la iglesia de Cerocahui.