Brigadas comunitarias luchan para sofocar el incendio en la Reserva de la Biosfera de Calakmul, en Campeche, el 25 de abril de 2022. COMISIÓN NACIONAL FORESTAL (RR.SS.)

Un incendio permanece activo desde el 10 de abril en Calakmul, una zona Reserva de la Biosfera por su alto valor natural y que alberga algunos de los vestigios históricos prehispánicos más importantes de México. Hasta el momento son 6.000 hectáreas las que han ardido y se ha controlado un 17% de la superficie incendiada. En la actualidad hay 35 fuegos activos en 15 Estados, pero el de Campeche supone el 31% del total de las superficies afectadas. En la zona, la comunidad Chun Ek, en el municipio de Hopelchén, trabajan 71 combatientes, según los últimos datos reportados por la Comisión Nacional Forestal (Conafor). No se han indicado aún las causas, aunque las prácticas ilícitas y los usos agrícolas son los principales detonantes, en general.

La reserva de Calakmul es una zona selvática que soporta fuertes seguías. En su suelo se acumula lo que se llama selva baja caducifolia, un extraordinario combustible para cualquier chispa. Basta un pedazo de vidrio o de metal para que el rastrojo salga ardiendo. Y esta zona es también muy turística, lo que supone otro de los grandes factores desencadenantes del fuego. El incendio de Calakmul se inició por el Estado de Quintana Roo, cercano a Chetumal, pero ha saltado pronto a Campeche. “Estamos además en días de fuertes vientos, por lo que el control es muy complicado y no siempre se pueden apagar con agua, hay que abrir brechas, pero a veces las chispas brincan por el aire”, explica la doctora en Legislación e Impacto Ambiental Beatriz Silva Torres, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

La vigilancia en México está lastrada, como en tantos sitios, por la escasez de presupuestos. “Existe, sí, mediante casetas en alto y todo tipo de prevenciones, pero no siempre es fácil, se propaga con facilidad, máxime en una zona de gran vegetación”, continúa Silva Torres. Sobre todo, de enero a mayo el peligro en muchas zonas de México es alto, por la temporada seca. Después vendrán las lluvias, que en Calakmul pueden ser hasta ciclones que le alcanzan de los que entran por la zona del golfo. Esa es la ventaja para una pronta recuperación de la zona arrasada, aunque siempre será más rápido que se restaure de forma natural “las áreas de pasto y arbustivas que los árboles, claro, por el crecimiento”, dice esta especialista en impacto ambiental. Y recuerda que hay especies que requieren de los incendios para su reproducción.

En Campeche, como en otros lugares, los campesinos practican lo que llama roza, tumba y quema, no solo con los desechos vegetales agrícolas, sino también para abrir nuevos espacios de plantación. “Entienden que el suelo acumula nutrientes con el fuego, pero no es mucho lo que se consigue con eso”, señala Silva Torres. Esta modalidad, en todo caso, suele ser amiga de los incendios. Y no siempre se acerca a la legalidad que se requiere.

La ley mexicana se modificó para resguardar sus zonas de interés natural del interés turístico o de la construcción, que viene a ser lo mismo. De tal forma que por 20 años el suelo arrasado no podrá tener ningún desarrollo urbanístico, solo restaurar lo que se perdió.

Calakmul es una de las reservas más bellas de México. Y estos días anda en boca de todos porque el Tren Maya atraviesa por ahí en su recorrido por el Yucatán, lo que tiene en guardia a los ambientalistas, que ven en el despliegue férreo enormes pérdidas para la flora y la fauna. El gobierno se defiende a capa y espada. Esta misma mañana, en la conferencia diaria, el presidente ha mostrado algunos proyectos de gobiernos anteriores que dañaron los cenotes típicos de esas tierras. Y rápidamente ha concluido que los ambientalistas no lo criticaron entonces. Su vocero, Jesús Ramírez, ha insistido en Twitter con la misma consigna: “La devastación por el grupo Xcaret en el parque Xibalbá, Yucatán, es un ecocidio. La empresa perforó cenotes, desvió ríos subterráneos y creo canales artificiales. Lástima que esa destrucción no la ven los ambientalistas…”.

Incendios, desechos industriales, son muchos los peligros que acechan a estas zonas naturales, únicas en el mundo, como gusta señalar el presidente Andrés Manuel López Obrador en sus discursos. El fuego en esta reserva de Campeche parece poca cosa si se tiene en cuenta que el espacio protegido en diferentes niveles ocupa una extensión de más de 700.000 hectáreas. Pero también parece poco el interés que la noticia suscita tratándose de un área que ha obtenido una de las más alta calificaciones de protección natural en el mundo. Hay algunas más de 700 en 124 países con esta denominación, que trata de proteger el entorno y conseguir un equilibrado desarrollo económico y humano.