El presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, saluda sentado junto a su mujer durante la asamblea federal en la que ha sido elegido para un segundo mandato de cinco años. POOL (REUTERS)

Sin sorpresas, como estaba previsto, el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier, de 66 años, fue reelegido este domingo presidente de Alemania para un segundo mandato de cinco años por una amplia mayoría de todas las fuerzas políticas. Steinmeier, que durante su primer mandato se ha consolidado como una figura de consenso y apartidista, obtuvo 1.045 votos de los 1.472 posibles. Su reelección se daba por descontada tras asegurarse la nominación de los tres partidos que forman la coalición gubernamental, los socialdemócratas (SPD), Los Verdes y el Partido Liberal (FDP), y sumar el apoyo de las dos formaciones democristianas en la oposición, la CDU y su socio bávaro CSU.

El canciller, Olaf Scholz, se refirió a Steinmeier tras la votación como “el presidente correcto en el momento preciso”, en plena agitación mundial por la amenaza de un conflicto bélico en el Este de Europa y después de un reciente cambio de Gobierno en Alemania.

En su discurso, Steinmeier alertó del “grave peligro” de una guerra y se dirigió al presidente ruso, Vladímir Putin, que mantiene más de 100.000 soldados y armamento pesado junto a la frontera de Ucrania en lo que Occidente considera una clara amenaza de invasión: “Quiero avisar a Putin: no subestime la fuerza de la democracia”. El presidente alemán recordó que la responsabilidad de la amenaza de una guerra en el Este de Europa la tiene el mandatario ruso. “Hago un llamamiento al presidente Putin: afloje la soga del cuello de Ucrania”, añadió. Steinmeier alertó de que “la paz no debe darse por sentada; hay que trabajar para preservarla” y que para ello hay que perserverar en el diálogo pero “cuando es necesario hay que decir las cosas claras, mostrando determinación y disuasión”.

El presidente aseguró también que hará todo lo posible para ayudar a curar las heridas sociales que ha infligido la pandemia, pero alertó de que evitará la confrontación con los radicales: “Aquellos que difunden odio y mentiras en plena situación de angustia por la pandemia, que fabulan sobre la dictadura del coronavirus y que no escatiman amenazas, incluso violencia, contra policías, enfermeras o alcaldes, les digo: estoy aquí, aquí me quedo”. El odio y la violencia, dijo, son “las líneas rojas” que no pueden cruzarse. “Quien lucha por la democracia, me tendrá de su parte. Quien la ataca, me tendrá como adversario”, añadió.

La reelección del político socialdemócrata se daba por hecha. Los conservadores, que ya habían apoyado a Steinmeier en la primera elección, en 2017, renunciaron a presentar un candidato propio. Steinmeier se ha enfrentado a otros tres aspirantes: el médico Gerhard Trabert, propuesto por el partido de izquierda Die Linke; el economista Max Otte, por la formación de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD), y la física Stefanie Gebauer, de los Votantes Libres. Obtuvieron, respectivamente, 96, 140 y 58 votos. Las formaciones suelen presentar candidaturas aunque no tengan ninguna posibilidad de ganar porque aprovechan para lanzar mensajes de contenido político o social durante la campaña.

El presidente alemán se elige cada cinco años mediante la convocatoria de un órgano llamado Asamblea Federal que tiene como único cometido elegir al jefe del Estado y solo se reúne con ese objetivo. En esta ocasión, la asamblea ha estado formada por los actuales 736 miembros del Parlamento y el mismo número de representantes de los 16 Estados federados, es decir, 1.472 miembros, una cifra récord. Al alto número de participantes se sumaron las restricciones del coronavirus, que impidieron celebrar el acto en el edificio del Reichstag, como es tradición. La asamblea se trasladó a un moderno edificio del Parlamento alemán, la Paul-Löbe-Haus, situado a pocos metros.

Entre los miembros de la asamblea no solo hay políticos; también muchas personalidades relevantes de la cultura, la ciencia o el deporte. Entre las personas que este año han elegido al presidente están, por ejemplo, la inmunóloga Özlem Türeci, cofundadora de Biontech, la empresa que creó la primera vacuna contra la covid-19; el conocido virólogo alemán Christian Drosten; el futbolista del Bayern de Múnich Leon Goretzka, y el pianista Igor Levit. También participaron varios profesionales sanitarios, médicos y enfermeras, de primera línea. Y reapareció la excanciller alemana, Angela Merkel, que fue la más requerida por los invitados para hacerse fotos y selfis durante las pausas de la votación y el recuento.

Steinmeier, de 66 años, es uno de los políticos mejor valorados por los alemanes. En una encuesta de la televisión ZDF de esta semana el 85% de los encuestados opinaba que ha hecho un buen trabajo como presidente federal en su primer mandato. El anterior líder de los democristianos, Armin Laschet, destacó en enero, cuando anunció su apoyo, la experiencia de Steinmeier en política internacional y su capacidad de diálogo con otras culturas.

Nacido en 1956 en Detmold, en Renania del Norte-Westfalia (oeste del país) ocupó su primer puesto gubernamental entre 1999 y 2005 con el Ejecutivo de Gerhard Schröder, una coalición de socialdemócratas y verdes. Fue ministro de la Cancillería, uno de los puestos más cercanos al jefe del Gobierno.

En el primer Ejecutivo de gran coalición de Angela Merkel ocupó el cargo de ministro de Exteriores. En las elecciones de 2009 se enfrentó a la canciller como candidato socialdemócrata y tras la derrota se convirtió en el líder parlamentario del SPD. Al año siguiente, Steinmeier abandonó temporalmente su escaño para someterse a una intervención quirúrgica para donar un riñón a su mujer, Elke Büdenbender, jueza en el Tribunal Administrativo de Berlín en excedencia desde que su marido es presidente. El matrimonio tiene una hija.

El presidente federal volvió a las tareas gubernamentales en el tercer Ejecutivo de Merkel (2013-2017), que lo nombró de nuevo ministro de Exteriores. Su mayor éxito como principal representante de la diplomacia alemana fueron los acuerdos de Minsk, en los que se establecieron las condiciones para la paz (no cumplidas) en el este de Ucrania controlado por los separatistas prorrusos.

El presidente alemán ejerce funciones representativas, tanto dentro del país como fuera, cuando viaja al exterior y se reúne con personalidades extranjeras. Entre sus cometidos está el de firmar las leyes y designar oficialmente al canciller y a los ministros del Gobierno. Mientras ocupa el cargo, renuncia a la pertenencia a su partido político. La República Federal ha tenido 12 presidentes desde 1949, entre ellos ninguna mujer. La Constitución solo permite una reelección.

Steinmeier también ha ejercido un papel de mediador entre las distintas fuerzas políticas desde que tomó posesión como presidente. Cuando fracasaron las negociaciones para formar Gobierno entre los democristianos, los liberales y los verdes en otoño de 2017 consiguió que los socialdemócratas accedieran a intentar una nueva gran coalición con el partido de Merkel apelando a su responsabilidad para evitar unas nuevas elecciones. Los analistas coinciden en que ha sabido tender puentes entre los dos principales partidos. “Es un hombre de centro político”, dijo de él Angela Merkel cuando en otoño de 2016 su formación anunció que no presentaría su propio candidato a presidente.

La nominación de Otte, miembro de la CDU, por parte de la AfD para la presidencia federal, ha causado un terremoto político entre los conservadores, que mantienen como el resto de partidos alemanes un férreo cordón sanitario contra el partido de ultraderecha. La cúpula de la formación se ha comprometido a expulsar a Otte.