Andrés Manuel López Obrador, con el aun gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz JUAN CARLOS CRUZ (EFE)

Casi cinco meses después de su designación por parte de Andrés Manuel López Obrador, Quirino Ordaz ya es oficialmente el nuevo embajador de México en España. La dilación en lograr el placet por parte del Gobierno de Pedro Sánchez había alimentado las especulaciones sobre un posible bloqueo del exgobernador de Sinaloa en medio de las recientes tensiones diplomáticas entre ambos países. Pese a la polémica, López Obrador confió desde el primer día en que llegaría el visto bueno y fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores español confirmaron a este diario en diciembre que el trámite ya estaba en marcha.

El canciller Marcelo Ebrard ha sido el encargado del anuncio este viernes. “Les comparto, por instrucciones del Presidente López Obrador, el beneplácito otorgado a Quirino Ordaz como Embajador de nuestro país ante el Reino de España. Procedo a turnarlo a la Secretaría de Gobernación para los efectos de ley”, ha publicado en sus redes sociales. Por la misma vía, Ebrard también ha agradecido al ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel Albares, “sus buenos oficios y simpatías por México”.

La polémica en torno a Quirino tenía varias derivadas. En primer lugar por tratarse de un veterano priista que acababa de ser derrotado en su estado por Morena, el partido del presidente, y por ser además uno de los primeros movimientos para atraer a cuadros de la oposición al cuerpo diplomático. Los fichajes provocaron revuelo tanto por la captación de políticos de la oposición como por la falta de experiencia en labores diplomáticas de la mayoría de los nombramientos.

En cuanto a Ordaz, el presidente mexicano aseguró hace dos semanas que tenía el perfil adecuado para solucionar los “malos entendidos” con Madrid. “No hay ningún motivo para que no se acepte”, incidió López Obrador. “Claro, nuestro adversarios quisieran que rechazaran nuestra propuestas, que hubiese pleito con el gobierno español. Pues no, están bien las relaciones”.

El presidente mexicano mantuvo siempre su confianza en el veterano priista para “restablecer a plenitud las relaciones” con España después de las tensiones que han marcado su mandato por exigir disculpas por la conquista. Esas tiranteces se iniciaron en 2019 y continuaron hasta el pasado mes de septiembre, coincidiendo con las celebraciones del Bicentenario de la Independencia y en medio de varios exabruptos de dirigentes opositores de la ultraderecha y del Partido Popular.

No obstante, la ausencia de altos cargos del Ejecutivo de Sánchez, del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), fue una muestra clara de la frialdad entre las dos Administraciones. La rutina de cooperación bilateral, pese a todo, nunca se ha visto afectada por esas fricciones, ni en el diálogo institucional y menos la coordinación consular y administrativa.