Andrés Manuel López Obrador habla este miércoles, durante una rueda de prensa en Palacio Nacional. SÁSHENKA GUTIÉRREZ (EFE)

Más de cuatro meses después de que López Obrador designara a al gobernador saliente del Estado de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel, como nuevo embajador en España, la formalización del cargo no acaba de producirse. La dilación del plácet por parte del Gobierno de Pedro Sánchez ha alimentado las especulaciones durante estos meses. López Obrador ha salido este miércoles al paso de la polémica asegurando que el trámite oficial es inminente. “No ha habido ninguna notificación del gobierno de España de que no acepten a Quirino Ordaz como embajador. Yo creo que ya en unos días más se va a dar el beneplácito”, ha anunciado durante su conferencia de prensa matutina. En diciembre, fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores español confirmaron a este diario que están tramitando el nombramiento.

La elección en septiembre de Ordaz, un veterano priista, fue uno de los primeros movimientos para atraer a cuadros de la oposición al cuerpo diplomático. Los fichajes de exgobernadores, tanto del PRI como del PAN, levantaron una fuerte polémica pese a ser defendidos como un mensaje de apertura que marcara distancias con gobiernos antecesores. Esta semana, López Obrador ha presentado una nueva hornada de embajadores, entre los que han vuelto a aparecer veteranos exgobernadores priistas así como intelectuales y figuras cercanas al presidente.

Los fichajes han vuelto a provocar revuelo tanto por la captación de políticos de la oposición como por la falta de experiencia en labores diplomáticas de la mayoría de los nombramientos. En cuanto a Ordaz, el presidente mexicano aseguró que tenía el perfil adecuado para solucionar los “malos entendidos” con Madrid. “No hay ningún motivo para que no se acepte”, incidió este miércoles López Obrador. “Claro, nuestro adversarios quisieran que rechazaran nuestra propuestas, que hubiese pleito con el gobierno español. Pues no, están bien las relaciones”.

El presidente confía en el veterano priista para “restablecer a plenitud las relaciones” con España después de las tensiones que han marcado su mandato por exigir disculpas por la conquista. Esas tiranteces se iniciaron en 2019 y continuaron hasta el pasado mes de septiembre, coincidiendo con las celebraciones del Bicentenario de la Independencia y en medio de varios exabruptos de dirigentes opositores de la ultraderecha y del Partido Popular.

No obstante, la ausencia de altos cargos del Ejecutivo de Sánchez, del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), fue una muestra clara de la frialdad entre las dos Administraciones. La rutina de cooperación bilateral, pese a todo, nunca se ha visto afectada por esas fricciones, ni en el diálogo institucional y menos la coordinación consular y administrativa.