Mensaje amenazante en ruso, polaco y ucranio, que apareció en la web del Ministerio ucranio de Asuntos Exteriores durante el ciberataque de este jueves. VALENTYN OGIRENKO (REUTERS)

Ucrania ha denunciado este viernes un ciberataque masivo contra varios sitios web del Gobierno del país, que logró incluir en ellos mensajes amenazantes contra los ucranios. “Tened miedo y esperad lo peor”, decían. El ataque informático, que ha dejado fuera de servicio durante horas a varias páginas estatales, se produce en un momento de alta tensión acumulada por la concentración de tropas rusas cerca de las fronteras ucranias, y sucede al final fallido de las conversaciones diplomáticas entre Moscú, Estados Unidos, la OTAN y los aliados occidentales para tratar de desescalar la situación y disuadir al presidente ruso, Vladímir Putin, de iniciar una nueva agresión militar contra Kiev. Tras el abrupto desenlace de las negociaciones, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha recalcado que a Moscú se le ha “acabado la paciencia” y busca garantías por escrito de que la OTAN no se expandirá hacia las fronteras rusas. “Occidente se ha visto impulsado por la arrogancia y ha exacerbado las tensiones en violación de sus obligaciones y el sentido común”, ha insistido Lavrov.

Ningún grupo se ha atribuido el ciberataque, que ha afectado a varios organismos ucranios, como el Gabinete de Ministros, el Ministerio de Exteriores, el de Educación o el departamento de Servicios de Emergencias. El Ejecutivo de Ucrania no ha señalado de manera directa a Moscú, aunque ha recordado el historial de ataques similares en el pasado procedentes de Rusia. Desde hace semanas, expertos y altos funcionarios ucranios y occidentales han advertido de la posibilidad de ciberataques contra Ucrania como una fórmula para desestabilizar el país como preludio de nuevas acciones militares.

Los piratas informáticos lograron publicar en las páginas web atacadas un mensaje intimidatorio dirigido a los ucranios y redactado en tres idiomas: ucranio, ruso y polaco: “¡Ucranios! Todo vuestros datos personales han sido colgados en la red. Tened miedo y esperad lo peor. Todos los datos que hay en el ordenador se destruyen y es imposible recuperarlos. Toda la información sobre vosotros se ha hecho pública (…) Esto es por vuestro pasado, presente y futuro”, afirmaba el texto, acompañado de varios símbolos amenazantes, entre ellos una bandera ucrania tachada, y que planteó una serie de agravios históricos entre Polonia y Ucrania.

El servicio de seguridad estatal ucranio (SBU) habla de “mensajes provocativos” y ha asegurado que tiene información de que los servicios especiales rusos están preparando acciones para luego culpar a Kiev, incluso en la vecina Moldavia, donde Rusia tiene desde hace décadas tropas en la región separatista del Transdniéster en forma de “pacificadores”. El ataque ha derribado decenas de web y durado varias horas, aunque el Gobierno ucranio asegura que no se ha producido ningún agujero de seguridad que dejase al descubierto datos de sus ciudadanos, pese a que algunos de los sitios atacados, como la plataforma de servicios públicos Diia, que recopila los certificados de vacunación, almacenan información sensible.

El alto representante de política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, ha expresado su “más fuerte condena” al ciberataque. “Lamentablemente, sabíamos que esto podía suceder. Por supuesto que no puedo señalar a nadie porque no tengo evidencia, pero podemos imaginar”, ha dicho al llegar a una reunión en Brest (Francia) con los ministros de Exteriores de la UE.

Ucrania ha sufrido una serie de ciberataques desde 2014, que, en episodios anteriores, lograron cortar el suministro eléctrico o inutilizar las cajas de los supermercados, y obligado al Gobierno a adoptar medidas de seguridad adicionales en torno a la moneda nacional, la grivna, después de que los sistemas informáticos de los bancos se colapsaran. Las autoridades de Kiev creen que estos ataques forman parte de lo que definen como una “guerra híbrida” de Rusia contra Ucrania.

En 2017, un virus llamado NotPetya por algunos expertos afectó a la exrepública soviética y se extendió por todo el mundo, paralizando miles de equipos informáticos mientras proliferaba en decenas de países. El Kremlin negó cualquier implicación y tildó estas acusaciones de infundadas.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha declarado que los expertos cibernéticos de la Alianza Atlántica —en la que Ucrania aspira a entrar pero para lo que aún no hay ninguna perspectiva sobre la mesa— están ya trabajando con las autoridades ucranias para responder al ataque, tanto de forma remota desde la sede de Bruselas como sobre el terreno en Ucrania. La OTAN ha anunciado además que en unos días firmará un acuerdo de cooperación más estrecha en defensa cibernética con Kiev, que dará a Ucrania acceso al sistema de la alianza militar occidental para compartir información sobre software malicioso.

La embajadora de Estados Unidos ante la OTAN, Julianne Smith, ha señalado este viernes al Financial Times que está analizando la situación y que Washington aguarda más datos sobre el ciberataque. Si se prueba que el ataque informático es ruso, ha dicho, “ciertamente” podría considerarse como un ejemplo de agresión contra Kiev y dar lugar a nuevas sanciones contra Moscú.

Rusia amenaza con desplegar material militar
Rusia ha iniciado estos días nuevas maniobras militares cerca de Ucrania y en la península de Crimea, que se anexionó con un referéndum considerado ilegal por la comunidad internacional. Ejercicios a los que ha añadido este viernes más movilizaciones y que se suman al ambiente ya eléctrico por la acumulación de unos 100.000 soldados rusos junto a Ucrania, que ha hecho temer a la inteligencia estadounidense que Moscú prepare una nueva agresión militar.

El ministro Lavrov ha insistido este viernes en que Moscú no esperará “incansablemente” un acuerdo de seguridad con la OTAN, del que responsabilizó a Estados Unidos. “Estamos seguros de que con buena voluntad, voluntad de compromiso, siempre es posible encontrar una solución mutuamente aceptable”, ha declarado Lavrov en su rueda de prensa anual, en la que ha asegurado que Washington ha deslizado que podría dar respuesta a esas propuestas en una semana. “Al mismo tiempo, continuamos preparándonos para cualquier posible curso de eventos”, ha añadido el ministro, que ha apuntado, sin especificar, que el fracaso de las negociaciones podría implicar el “despliegue” de material militar.

Aunque da una pincelada de cal, el tono de Rusia es cada vez más elevado. El jueves, el viceministro de Exteriores Serguéi Ryabkov se negó a descartar un despliegue militar en Cuba y Venezuela si aumentan las tensiones con Estados Unidos. Ryabkov, que encabezó la delegación rusa en las conversaciones con EEUU estos días, aseguró en una entrevista con el canal de televisión ruso RTVI que no podía “ni confirmar ni excluir” la posibilidad de que Moscú envíe activos militares a América Latina si Washington y sus aliados no restringen sus actividades militares en la puerta de Rusia.

El asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, ha tildado el comentario de “fanfarronadas”. La Alianza Atlántica ya ha remarcado que no concederá a Moscú derecho de veto en la adhesión a la OTAN y que Rusia no tiene voz ni en el proceso de expansión de la Alianza militar ni en cuestiones que competen a la soberanía de otros países.

La idea de que Ucrania se acerque cada vez más a Occidente y se aleje de la órbita de Rusia es una de las principales preocupaciones del presidente ruso, Vladímir Putin, que en los últimos tiempos ha ahondado en su tesis de que rusos y ucranios son “un solo pueblo” y que Ucrania va camino de convertirse en un “portaaviones” de la OTAN. Como demostró en 2014, al anexionarse la península de Crimea y al apoyar política y militarmente a los separatistas prorrusos de Donetsk y Lugansk, que luchan contra el Ejército de Kiev, para el líder del Kremlin mantener a Ucrania bajo su férula es uno de los principales caballos de batalla de la política exterior rusa.