Marcelo Ebrard durante una conferencia de prensa. FABIAN SOMMER (GETTY)

El canciller Marcelo Ebrard ha insistido este martes en que su conciencia, después de que 10 de sus funcionarios fueran acusados de homicidio por la tragedia de la Línea 12 del metro, está tranquila. El colapso de uno de los tramos elevados, que sepultó a un centenar de personas entre escombros y un vagón partido a la mitad, provocó 26 muertes y decenas de heridos el pasado 3 de mayo. Y la Fiscalía de la capital apuntaba el lunes directamente a los primeros responsables: desde el director del Proyecto Metro a supervisores de obra. Todos hombres de Ebrard, entonces jefe de Gobierno de la capital (desde 2006 a 2012). El derrumbe del metro provocó también un golpeteo político que afectaba a tres Gobiernos. La obra estrella de Ebrard para conectar los barrios pobres del sur con el centro colapsó ese día y salpicó a uno de los hombres fuertes del presidente Andrés Manuel López Obrador. Ebrard se ha defendido: “Yo hice lo que tenía que hacer, si no, no podría dar la cara”.

Desde que la consultora independiente noruega DNV reveló que las fallas que provocaron el derrumbe habían sido de construcción, todos los encargados de la obra prepararon sus defensas. La línea del tiempo para los posibles responsables que oscilaba entre los gobiernos de Ebrard, Miguel Ángel Mancera (2012-2018), que terminó su construcción, y Claudia Sheinbaum (actual mandataria y encargada del mantenimiento), se detuvo de golpe en el canciller. Una de las grandes propuestas de su Gobierno en la capital, facilitar el traslado de la gran bolsa de trabajadores del sur fue la justificación para diseñar la primera ampliación de la red de metro en la capital desde los años noventa. El objetivo era dotar de transporte público a esa inmensa ola de empleados y conectar la zona con grandes arterias de la ciudad como Insurgentes. El anuncio llegó en 2006, recién llegado al poder Ebrard, y fue presentada como una de las grandes cuentas pendientes de otras Administraciones con las periferias populares de la ciudad.

La Fiscalía concluyó la semana pasada en que el principal error se cometió cuando se soldaron los pernos, es decir, en la construcción, como había señalado la firma noruega. Y este lunes 10 funcionarios de la época de Ebrard fueron acusados de homicidio culposo. El principal responsable, Enrique Horcasitas, director del Proyecto Metro. Además de él, en la acusación se mencionan otros nombres: Juan Antonio Giral, director de Diseño y Obras Civiles del Proyecto Metro; Moisés Guerrero, director de Construcción; Héctor Rosas, subdirector de Obra Civil; Enrique Baker, subdirector de Estructuras; Guillermo Leonardo Alcázar, director responsable de la obra; Ricardo Pérez, encargado de seguridad estructural; Juan Carlos Ramos, residente de obra Tramo Olivos-Tezonco (la parte que colapsó); Fernando Amezcua, director general de supervisión de obra (y representante del consorcio constructor, LYTSA, IACSA y EINSA) y Fernando Ramiro Lalana, director de coordinación de supervisión de obra.

En la conferencia mañanera de López Obrador de este martes, una reportera preguntaba directamente al canciller si no se sentía responsable. “Yo creo que el jefe de Gobierno es muy difícil que supervise la soldadura de los pernos”, ha adelantado Ebrard. Para insistir en su defensa ha agregado que se creó un organismo independiente, el Proyecto Metro, con “autonomía técnica y financiera” y un consorcio de empresas, y hasta el encargado de supervisión de la obra fue el Premio Nacional de Ingeniería. “Yo cumplí mi deber. Actué de forma profesional y de una manera íntegra”, ha rematado. Antes de terminar, ha cuestionado el juicio contra los funcionarios: “Ahora los imputados presentarán sus defensas y muchos de ellos ya ganaron los juicios, el consorcio incluso le ganó un juicio a la ciudad, entonces esto le corresponderá a la autoridad correspondiente”, ha advertido.

Los juicios que menciona el canciller se refieren a la cantidad de irregularidades registradas en la Línea 12 desde un inicio. Al filo de terminar el mandato de Ebrard, la obra fue inaugurada por todo lo alto con la presencia del entonces presidente, Felipe Calderón. Pero menos de medio año después, una parte de la línea —incluyendo la zona del puente elevado que se desplomó— fue suspendida por el nuevo Gobierno capitalino de Mancera. El entonces director del metro de Ciudad de México, Jorge Gaviño, denunció que la obra “nació con problemas endémicos que no se van a solucionar nunca” y que requeriría mantenimiento “de una manera permanente”.

Desde la suspensión de la Línea 12 en 2014, la espiral de acusaciones cruzadas e investigaciones en diferentes instancias, que abarcaba a los dos gobiernos capitalinos y a las empresas implicadas, empezó a crecer como una bola de nieve. Por un lado, el consorcio encargado de la construcción de la obra —la constructora insignia de México, ICA, la filial mexicana de la francesa Alstom y la división de infraestructura de Carso, el gigante de Carlos Slim— demandó al Gobierno capitalino por retrasos en el pago. Años después, el propio consorcio fue también sentenciado a pagar una multa por 2.121 millones de pesos por retrasos, trabajos no ejecutados, daños y perjuicios en la construcción. Este mismo consorcio constructor acordó con el Gobierno en junio hacerse cargo de la reconstrucción y rehabilitación del sistema del metro.

Una de las grandes incógnitas tras el colapso es si este se podría haber evitado. Si además de las fallas de construcción, alguien, en estos años, debía haber advertido durante el mantenimiento que este tramo estaba al borde del derrumbe. Especialmente porque los vecinos denunciaron graves daños tras el sismo de 2017. Otra hipótesis que colocaba el balón sobre el tejado de Mancera y de Sheinbaum. Pero la fiscalía zanjó el asunto la semana pasada: “El error grave fue de construcción referente a la carencia, mala ubicación y mala soldadura de los pernos de cortante, por las mismas razones no podrían haber sido detectadas en inspecciones tanto que no son visibles”, explicó el portavoz del órgano, Ulises Lara.

El informe concluye en el Gobierno de Ebrard, hombre fuerte de López Obrador y uno de los posibles candidatos del partido de cara a las próximas presidenciales de 2024. Sheinbaum, otra de las señaladas para la presidencia, ha salido de momento ilesa de una de las peores tragedias que ha sufrido la capital en los últimos años. El colapso de la Línea 12 del metro ha marcado las carreras políticas de ambos funcionarios. Y a tres años del escenario electoral, las 26 víctimas y el parón de una línea que ha dejado incomunicadas a cientos de miles de personas del sur, seguirá dirigiendo el debate político. “No hay propósito de proteger a nadie”, ha anunciado López Obrador. Y se ha comprometido: “A los que utilizan ese transporte, a más tardar, en un año estará funcionando la línea de nuevo, con toda la seguridad. Y es mi palabra. Yo me hago cargo”.