Actores y voluntarios participan en la pinta de la delimitación.

Hace 500 años, gran parte de las calles y avenidas estaban cubiertas de agua. Donde hoy hay cúmulos de asfalto, a la llegada de los mexicas a México-Tenochtitlan, solo dos grandes islas sobresalían en el centro de lo que hoy es Ciudad de México: Tenochtitlan y Tlatelolco. Ambos estaban unidos por calzadas y algunos canales donde los habitantes de esta gran urbe circulaban para comerciar sus productos.

En el aniversario de la fundación de la capital mexicana, una iniciativa busca delimitar los barrios más antiguos con nada menos que pintura. La orilla de las islas es una actividad que ha reunido a historiadores, artistas y vecinos de los barrios del centro histórico de la capital, guiados por una deidad mexica por las calles que antes fueron los caminos de los primeros habitantes de la ciudad.

Del 13 al 17 de octubre los organizadores guiarán a los interesados por las calles que delimitaban las islas de Ciudad de México para delimitarlas con sellos y pintura. Un grupo de actores y actrices caracterizados de personajes mexicas acompañan a la procesión, explicando por la calle cómo era la dinámica de la urbe prehispánica. El objetivo, de acuerdo con los organizadores, es “detonar un diálogo y reflexión que cuestione las relaciones de poder establecidas a partir del proceso de conquista, las cuales siguen operando en las dinámicas de la sociedad mexicana contemporánea y cuyos sostenes principales son el clasismo, el racismo y el patriarcado”, refieren.

Las marcas de las islas se hacen con el glifo de chalchíhuitl que representa donde nace el agua.

ALEJANDRA RAJAL
La actividad ha sido organizada por académicos del Instituto de Investigaciones Históricas, Noticonquista, la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), entre otros. El recorrido será grabado para realizar un ensayo documental que contará las reflexiones de los asistentes que se embarquen en el recorrido de las islas mexicas. El camino, que inició este miércoles, es conducido por Atl, una mujer-espíritu que vive en Aztlán, un mundo onírico habitado por deidades y espíritus mexicas, que recibe la misión de viajar al Valle de México del siglo XXI para que los habitantes de la ciudad recuerden cómo eran. Bordeando la antigua Tenochtitlan, los historiadores guían por las colonias Doctores, Morelos y Tlateloco a través de las grandes avenidas que hoy delinean la metrópoli.