El primer ministro italiano, Mario Draghi, durante la rueda de prensa posterior al G20, este martes en Roma. RICCARDO ANTIMIANI (EFE)

Italia ha coordinado la cumbre del G-20 extraordinaria dedicada a Afganistán al ostentar la presidencia de turno del grupo de países que reúne a las principales economías mundiales. A finales de mes se celebrará la reunión con los jefes de Estado de todas estas naciones, pero el Ejecutivo de Mario Draghi se empeñó en que el tema de la crisis en Afganistán fuera tratado en un encuentro extraordinario para dedicarle el espacio oportuno y que no monopolizase la otra reunión. La cumbre, que se celebró de forma virtual, quedó algo deslucida al no participar en ella los líderes de Rusia y China, Vladimir Putin y Xi Jinping. Pero Draghi la consideró “un éxito”, anunció una inversión en Afganistán y en los países limítrofes para ayuda humanitaria de 1.000 millones de euros de la Unión Europea y otra de 300 millones de EE UU y celebró el regreso del multilateralismo.

La ausencia de los líderes chino y ruso -les representaron el ministro de Exteriores y el viceministro del ramo respectivamente- no se debió a cuestiones diplomáticas, señalaron fuentes del Palacio Chigi. Es cierto que hubo algunas divergencias hace algunas semanas sobre la función que debía tener el G-20, pero las conclusiones a las que llegó el grupo de países este martes fueron compartidas, aseguran las mismas fuentes. Draghi subrayó que la emergencia humanitaria “es gravísima”. “Varias personas y representantes de las Naciones Unidas hablan de catástrofe humanitaria y han hecho notar cómo con la proximidad del invierno las cosas se precipitan”, apuntó en la rueda de prensa posterior a la reunión. De hecho, será la ONU quien coordine las ayudas aprobadas y el plan de emergencia establecido, en el que todavía no está claro cómo se evacuará a los colaboradores de los países occidentales que permanecen en Afganistán.

Afganistán cayó en manos de los talibanes el 15 de agosto tras la salida de las tropas estadounidenses, Desde entonces tiene bloqueado el acceso a los fondos internacionales, lo que ha empeorado su crisis humanitaria. Por eso, el grupo de 20 países -también estuvieron presentes España, Países Bajos, Qatar y representantes la Unión Europea, el FMI y el Banco Mundial- analizó la necesidad de proteger lo que queda del sistema financiero y de los bancos de Afganistán. “Hay que impedir el colapso económico del país. Porque eso significa impedir que el sistema de pagos se derrumbe, algo que implicaría que no se podría seguir con la asistencia humanitaria. Y lo mismo sucede con el sistema bancario”, apuntó Draghi.

El principal problema que debe afrontar el G-20, sin embargo, es el equilibrio en la relación que se establezca con el régimen talibán a partir de ahora. Suficientemente intensa como para no agravar la crisis humanitaria y poder hacer llegar las ayudas, pero en una medida que no comporte una legitimación de facto del régimen. “Primero hay que responder a la crisis humanitaria. Y eso significa establecer contactos con ellos, no hay alternativa. “Si no nos dejan entrar, no entramos”, reconoció Draghi. “Son esenciales para que esta respuesta sea eficaz. Pero eso no es un reconocimiento. Los talibanes serán juzgados por lo que harán, no por sus palabras. Y ya vemos cosas como el retorno de los derechos de las mujeres a 20 años atrás”.

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, país invitado permanente del G-20, llamó a trabajar juntos para que los avances logrados en el país en las últimas dos décadas no se pierdan. “Nuestras prioridades en Afganistán son claras: asegurar la asistencia humanitaria y el respeto a los derechos humanos, especialmente de mujeres y niñas, y avanzar en los esfuerzos de evacuación. Hoy [por este martes] llegará a España un segundo avión con colaboradores afganos. Nadie quedará atrás”, escribió en Twitter.