El polémico caso de Ravelo ha provocado un enfrentamiento entre dos panistas, el gobernador Mauricio Vila y el alcalde Renán Barrera, donde la segunda víctima ha sido la verdad.

En Yucatán, un caso municipal se volvió nacional y sacudió a la opinión pública. Es el de José Eduardo Ravelo, de 23 años, detenido por cuatro policías municipales el 21 de julio y que murió el 3 de agosto como resultado de golpes en el abdomen. La Fiscalía de Yucatán detuvo a los cuatro policías y los acusó de tortura y golpes, pero el 13 de agosto un juez los liberó, porque el fiscal Juan Manuel León no pudo documentar su imputación. El polémico caso de Ravelo ha provocado un enfrentamiento entre dos panistas, el gobernador Mauricio Vila, que tiene aspiraciones presidenciales, y el alcalde Renán Barrera, donde la segunda víctima ha sido la verdad.

La disputa comenzó cuando Ravelo presentó una denuncia ante la Fiscalía estatal el 24 de julio, y narró que cuando caminaba por las calles de Mérida, alrededor de las 10 de la mañana del día 21, fue detenido sin razón alguna por una patrulla antimotín pick-up, de color negro y amarillo que en un costado traía un número, del que sólo recordaba “K 14J”. Dijo que se bajaron unos ocho elementos vestidos de negro de la “policía estatal”, y vio los apellidos “Osorio” y “Méndez” en el pecho de dos agentes. Afirmó que lo jalaron de los brazos, lo empujaron contra la pared y “me esposaron como cochino, de pies y manos”. Inmediatamente después, dijo, lo recostaron boca abajo y le dijeron que le iban a hacer una revisión de rutina, por lo que “me bajaron a la fuerza mi pantalón de mezclilla de color azul y mi bóxer de color azul hasta la altura de las rodillas”.

La detención que narró Ravelo no corresponde con la que hicieron los policías municipales a las 10 de la mañana con 19 minutos tres días antes, por lanzar un objeto contra un sitio de taxis, y herir a uno de los conductores, quien se quejó con la policía municipal. La policía municipal no tiene pintadas las patrullas con amarillo, que sólo usan las patrullas estatales, y tampoco visten de negro, como sí lo hacen los estatales. Tampoco hay ningún “Osorio” o “Méndez” en el cuerpo municipal, y la Fiscalía no ha informado si están en la nómina estatal. La descripción de ese incidente tampoco corresponde con el video de su detención.

Los policías municipales lo detuvieron y, de acuerdo con los videos de la acción, donde Ravelo parece severamente intoxicado, lo ayudaron a sentarse en la calle y lo trasladaron en una pick-up municipal a los separos. Aun así, el fiscal León los acusó de tortura, apoyándose en fragmentos de videos que entregó a los medios. El video completo muestra que lo esposaron sólo de las manos, que lo bajaron de la pick-up y lo dejaron en la puerta de las oficinas de la policía, donde uno de los agentes, en algún momento, le colocó la rodilla sobre un costado para inmovilizarlo.

León aseguró que una de las pruebas que había sobre el abuso de los municipales era que había entrado vestido con su pantalón, y había salido en shorts. En el video se ve cuando los policías lo despojaron del pantalón y lo dejaron en shorts, que traía debajo. En todas las horas que estuvo en su celda no hubo interacción con los municipales salvo cuando le dieron la comida y lo sacaron de ella. Ravelo se fue de los separos casi 24 horas después en shorts, con su pantalón en la mano.

En su denuncia, Ravelo aseguró que lo violaron los policías estatales, citando específicamente a “Méndez”. Dijo que gritaba pero nadie lo oía porque estaban en un estacionamiento, lo que tampoco coincide con el video de su detención por parte de los municipales, donde se ve el recorrido íntegro desde el momento en que se le detuvo hasta que llegó a los separos 12 minutos después. Nunca se pararon o entraron a un estacionamiento, salvo el de la policía. Ravelo aseguró que lo llevaron a una celda donde lo siguieron golpeando, lo que tampoco coincide con el video en los separos.

Pese a las discrepancias, el fiscal León acusó a los municipales, y con los fragmentos de videos ha construido un clima de opinión pública negativo contra ellos. León dijo a la prensa que Ravelo denunció que había sido violado, pero se negó a que le hicieran el examen proctológico porque lo consideró innecesario. La necropsia, sin embargo, sí registra una penetración, e indica que murió por una disfunción orgánica múltiple. Tenía una infección producto de lesiones en un pulmón, una lesión renal y una descomposición del tejido muscular, lo que sugiere que lo golpearon en el abdomen hasta reventarle un pulmón y afectarle un riñón.

Ravelo salió de los separos aparentemente desintoxicado y en su denuncia nunca menciona lo que ahí vivió. Se refiere sólo a policías estatales, lo que no tomó en cuenta León cuando acusó a los municipales, secundado por el gobernador Vila, incurriendo ambos en mentiras flagrantes. El fiscal manipuló los videos que difundió y escondió todo aquello que afectaba su versión y las acusaciones. Y Vila lo apoyó.

En una revisión de todos los videos, desde los minutos previos a la detención de Ravelo, cuando lanza la piedra al sitio de taxis, cuando lo detienen, lo suben a la patrulla, entra a los separos y sale por su propio pie de ahí, no se puede concluir que haber colocado la rodilla sobre un costado pudo perforar el pulmón, y menos aún, que lo violaran. El desaseo del fiscal y el respaldo del gobernador enturbió el caso. León buscó chivos expiatorios en los municipales, y no investigó a los estatales. Respaldar ciegamente a su fiscal cuando los videos y documentos lo desmienten, convierte al gobernador en un cómplice inopinado de las trapacerías del funcionario, que en medio de la tolvanera que levantaron sigue sin saberse la verdad de quién mató al joven Ravelo.