Barcos de pesca franceses protestan este jueves frente a las costas de Jersey.OLIVER PINEL / AP

La pesca fue el asunto más delicado y conflictivo para que Londres y Bruselas lograran cerrar el acuerdo comercial del Brexit, y amenaza con agravar la tensión diplomática entre los Gobiernos del Reino Unido y Francia. La decisión unilateral del Gobierno de la isla de Jersey, pegada a las costas de Normandía, pero de histórico dominio británico —su política exterior y de defensa la decide Downing Street— de restringir el acceso a sus aguas a los pescadores franceses ha desatado este jueves un conflicto político que ha acabado con la decisión los dos países de enviar embarcaciones militares a la zona “para controlar la situación”, según el Gobierno británico.

Unos ochenta barcos, en su mayoría de arrastre, protestan frente al puerto de Saint Helier, en Jersey. El Gobierno francés, a través de su ministra de Asuntos Marítimos, Annick Girardin, ha llegado a amenazar con cortar el suministro de energía a la isla, que recibe casi el 95% de su consumo a través de tres grandes cables submarinos desde el continente. Mientras, el Partido Conservador del británico Boris Johnson se enfrenta este jueves a una amplia jornada electoral —comicios locales, autonómicos en Escocia y la batalla por un nuevo diputado en la circunscripción inglesa de Hartlepool— que ha llevado al primer ministro a hacer una demostración de fuerza.

La industria pesquera británica, principalmente la escocesa, se sintió traicionada con el nuevo tratado comercial firmado con Bruselas. Lo sucedido en Jersey puede encender aún más los ánimos en una jornada electoral clave para que Johnson resucite su popularidad. Si el primer ministro sufre la presión, el presidente francés, Emmanuel Macron, también es consciente del fuerte simbolismo nacional que tienen los pescadores franceses, y de que cualquier signo de debilidad sería aprovechado por el Frente Nacional de Marine Le Pen, cuyo aliento empieza a notar en las encuestas.

“El primer ministro ha reiterado su inequívoco apoyo a Jersey y ha confirmado que las dos patrullas de la Armada Real enviadas a la zona permanecerán allí para controlar la situación, como medida de precaución”, ha dicho este jueves un portavoz de Downing Street, después de que Johnson hablara por teléfono con el ministro principal de Jersey, John Le Fondré, con su viceministro, Lyndon Farnharm, y con el de Asuntos Exteriores, Ian Gorst.

Cuando el pasado viernes las autoridades de Jersey comenzaron a emitir las nuevas licencias de pesca de la era post-Brexit, para poder faenar en sus 12 millas náuticas, muchos pescadores se encontraron con la sorpresa de que su petición era rechazada. El motivo alegado era que no habían sido capaces de demostrar sus vínculos históricos con esa zona de pesca. Es decir, que habían faenado al menos durante más de 10 días, en un plazo de doce meses, en los últimos tres años. Muchas embarcaciones carecen del registro de GPS que demuestre esa presencia previa, por lo que Jersey concedió únicamente 41 licencias. Al menos 17 grandes faeneros se han visto excluidos. La isla ha impuesto además otras condiciones, como la limitación de redes y la prohibición de pesca de besugo en determinadas áreas, mientras se realizan estudios de preservación de la especie.

Aunque el nuevo acuerdo comercial del Brexit preservaba durante un plazo de seis años los derechos de faena en vigor de los pescadores franceses, eliminaba la vigencia del histórico Acuerdo de la bahía de Granville, por el que se concedían derechos especiales a los pescadores franceses hasta tres millas de la costa de Jersey.

La UE se ha puesto en el conflicto del lado francés y ha calificado de “discriminatorias” las nuevas reglas impuestas. “Cualquier nueva condición debe ser notificada previamente a la otra parte, y darle tiempo suficiente para analizarla y responder”, ha dicho un portavoz de la Comisión Europea. “Si las autoridades del Reino Unido no aportan nuevas justificaciones de su decisión, las reglas impuestas son nulas”, ha añadido.