CIUDAD DE MÉXICO.- Una sociedad tecnologizada con humanos mejorados genéticamente, robots que cuidan niños y más tarde son desechados al basurero, chicos no mejorados que son relegados por una sociedad perfecta y máquinas que sueñan con un corazón humano, son algunas de las claves para llegar a Klara y el Sol, la más reciente novela de Kazuo Ishiguro (Japón, 1954), Premio Nobel de Literatura 2017.
En entrevista con distintos medios, Ishiguro explicó que este libro pertenece al género de la ciencia ficción, “aunque Klara, para mí, viene de las historias georgianas y, en particular, para niños pequeños. Siempre me han fascinado los libros para niños de cuatro años y me gustan los libros ilustrados en donde existe una relación entre las imágenes y texto”.
Consideró que “los adultos solemos proteger a los niños de las dificultades y siempre queremos presentar una versión amable del mundo, pero hay un lugar, sobre todo en las ilustraciones de los libros infantiles, donde se puede ver una pizca de la oscuridad y la tristeza del mundo que les espera”.
Es como si los adultos dijéramos: no queremos mentirles, pero de momento les decimos que el mundo es fantástico. Sin embargo, en algún lugar del bosque los ojos de los animales muestran un punto de oscuridad”, abundó.
Editada por Anagrama, la novela inicia con Klara, un robot creado para empatizar y cuidar niños que, según el también autor de El gigante enterrado, funciona como una fiel compañía para Josie.
Me fascina el mundo de Klara porque es una criatura que está en el centro de esta historia que puede ser vista como un oso de peluche. Ése es el origen de Klara para mí. Después la coloqué en ese mundo de ciencia ficción”, detalló.
¿Se interesó nuevamente por el tema de la memoria en este libro? “Es más una preocupación sobre el futuro. Klara es una máquina y al principio no tiene recuerdos, es completamente nueva y a medida que avanza la historia comienza a tenerlos. Pero si intenta esconderse de algo es del futuro y no del pasado. Me parece interesante y liberador tener a alguien que carece de recuerdos al principio y va acumulando evidencias poco a poco, tal como lo haría un niño o un bebé”.
Yo miro a los seres humanos a través de los ojos de esta máquina. Al final, aunque realmente me interesaba cómo se sentía Klara, tampoco era importante tener una respuesta a esta pregunta. Lo importante es lo que Klara observa en ellos. Ése fue mi eje principal para contar la historia”, añadió.
Así que Klara ocupa el lugar de un padre o madre sobreprotectora. “Creo que cuando tratamos de cuidar a los hijos, somos un poco como máquinas programadas. Mi madre era así, todo lo que hizo era como si tuviera una voz en la mente que le dijera: ¿esto será mejor para mi hijo o no?, ¿esto lo ayudará y lo protegerá? Siempre tuve la sensación de que cualquier decisión que ella tomaba era en respuesta a esa pregunta”.
¿Cómo imagina el mundo humano genéticamente modificado? “El tema genético es algo a lo que todavía no hemos despertado. No sé cómo vamos a evitar la creación de bebés o de niños que sean mejorados intelectualmente o que, incluso, puedan no caer enfermos. Además, se abre la posibilidad de una especie muy salvaje, de meritocracia salvaje en nuestra sociedad y eso puede ser muy peligroso”.
¿Considera que las sociedades con mayor mejoramiento tecnológico se olvidan de la empatía? “No es inevitable que nuestra sociedad sea tecnológicamente más avanzada y que en ese sentido sea menos empática o tenga menos sentimientos. Sin embargo, ahora mismo ya hay esa tendencia”.
Sin embargo, creo que hay un potencial enorme para hacer el bien con estos desarrollos tecnológicos, sobre todo en el ámbito de la salud, ya que podemos protegernos de muchas enfermedades y lo podemos hacer con esas herramientas a nuestro alcance. Pero como sociedad necesitamos despertarnos muy rápidamente a todas las posibilidades para reorganizarnos y evitar los grandes peligros”.
ESCRITURA PAUSADA
Kazuo Ishiguro asegura que, a diferencia de otros autores, no escribe todos los días y eso se nota en su producción literaria, integrada por ocho novelas, algunos guiones y un puñado de cuentos.
No soy uno de esos autores que se tiene que sentar todos los días frente al ordenador y se marca una serie de palabras para escribir a diario. Dedico mucho tiempo a reflexionar, a pensar, a leer y me gusta mucho hablar con personas durante horas. Así que antes de que me siente a escribir pasa mucho tiempo y cuando llega el momento soy bastante rápido. Por ejemplo, puedo escribir un libro en dos años”, afirmó.
Reconoció que el tiempo lo ha hecho más optimista, aunque le preocupan temas como el desempleo masivo, provocado por la inteligencia artificial.
Me siento más optimista respecto a los seres humanos, pero soy menos optimista respecto a los sistemas políticos y a la manera en cómo organizamos nuestras sociedades. Me preocupa la fortaleza de nuestras sociedades democráticas liberales”, concluyó.