La poesía de Plascencia Ñol va del intertexto a lo visual y de la experimentación al vacío. Foto: Cortesía Petronella Zetterlund

CIUDAD DE MÉXICO.- Me interesa un tipo de poesía que esté indagando todo el tiempo”, afirma el escritor y editor León Plascencia Ñol (1968), quien confiesa que la respiración, la musicalidad y el ritmo del verso es el punto de partida de su propuesta literaria.

Autor de poemarios, novelas, cuentos, crónicas y libros de viaje, además de dibujos y fotografías intervenidas, el jalisciense comenta en entrevista que le gusta explorar cosas nuevas en cada proyecto.

Tras 35 años de practicar el género lírico, dice que se queda “con un concepto de poesía muy vasto, donde caben muchas posibilidades de escritura y de lectura. En el poema siempre estoy preguntándome diversas cosas. Es el resultado de estas preguntas, que a veces no se responden, pero queda ahí el indicio”.

La poesía de León Plascencia, describen los editores de Era, sello que publicó Animales extranjeros, que obtuvo el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2019, ha recorrido un abanico de caminos: del intertexto a lo visual, de la experimentación al vacío.

Este libro es la unión de esas cosas distintas que ha habido a lo largo de los años. Me gusta trabajar con la reconstrucción de la memoria como parte vital de la experiencia”, explica.

El autor de Seúl es una esquina blanca, Tratado sobre la infidelidad y Satori, destaca que siempre ha tenido un acercamiento profundo con la narrativa. “No veo diferencia entre un tipo de escritura y la otra. Para mí, todo surge de un mismo sitio, que es un tipo de respiración muy particular que proviene de la poesía”.

Quien vio aparecer este año la edición argentina de su primera novela, La música del fin del mundo, ya prepara su segunda obra de largo aliento, género en el que se siente a gusto, indica.

Mi novela inédita se llama Fado meu, porque una buena parte sucede en Lisboa, Portugal. Es una historia de amor. Recreo una desaparición, un accidente y la reconstrucción de la vida de esa persona. Tiene que ver con el viaje, el deseo, el erotismo y con la pérdida”, detalla.

Destaca que la memoria y el viaje son los elementos centrales de su escritura. “La exploración de otros territorios es muy enriquecedora. Me gusta mucho caminar por la ciudad. Pero ahora, con la pandemia, no lo he podido hacer. Estoy tratando de reconstruir mis paseos en un próximo libro de crónica y ensayo”, adelanta.

Plascencia Ñol trabaja además en la Escuela de Escritura Creativa NOX, que arrancó con una serie de laboratorios virtuales durante la pandemia.