Matteo Renzi (Florencia, 46 años) anunció hace dos meses, justo en una entrevista como esta en EL PAÍS, que estaba dispuesto a tumbar el Gobierno de Giuseppe Conte si no aceptaba reformular su plan para invertir los fondos de la Unión Europea. El florentino abrió una crisis en plena pandemia e Italia se asomó al caos. Fue el autor intelectual de una pirueta política de la que resultaba difícil volver a caer de pie. Pero esta crisis, como la última que abrió hace un año y medio y liquidó a Matteo Salvini, llega a su fin con una solución difícil de rebatir. Mario Draghi gobernará, con toda probabilidad, con el apoyo de casi todos los partidos. Y Renzi, en Florencia durante la entrevista telefónica, no puede estar más contento.
Pregunta. Hace dos meses, usted anunció en este periódico que haría caer el gobierno si no cambiaba su hoja de ruta. Esta vez ha cumplido su palabra.
Respuesta. Dependía de Conte. Le podía pasar esto si no entendía que íbamos en serio. Europa nos da 209.000 millones de euros, una cifra increíble. La primera vez que demuestra comprender en profundidad la gravedad de la crisis. Y ante aquella oportunidad, Conte pidió los poderes sobre los servicios secretos y se propuso hacer un plan de recuperación absurdo. Le dijimos que o cambiaba él o cambiábamos nosotros al primer ministro.
Conte pidió los poderes sobre los servicios secretos y se propuso hacer un plan de recuperación absurdo. Le dijimos que o cambiaba él o cambiábamos nosotros al primer ministro
P. ¿No cree que una crisis en plena pandemia era un riesgo alto?
R. Hemos recibido muchas críticas. Me llamaron loco. Pero hoy descubrimos que la crisis acaba con el mejor de todos en el terreno de juego. Me ha provocado un daño en los sondeos y un desplome en los apoyos. Pero no importa, porque Italia mejorará. Si tienes a Messi o a Ronaldo, deben jugar, no estar sentados en el banquillo.
P. Da la sensación que usted no hubiera apoyado un tercer gobierno de Conte aunque este hubiera actuado de manera distinta. Parecía que iba a por su cabeza.
R. Si hubiera cambiado totalmente en el plan de recuperación, en la gestión de las escuelas, en la vacunación, la justicia… Pero Conte, después de aquella entrevista con EL PAÍS, dijo que su equipo era el mejor del mundo. Así que el encargo a Draghi es el mejor resultado: él sí gastará bien el dinero del plan de recuperación. Italia será líder en Europa el año del G20. Pero, además, la política cambiará. Ahora todos hacen gala de ser europeístas, incluidos la Liga y Movimiento 5 Estrellas. La loca y bella política italiana.
P. ¿A qué atribuye esa “locura”?
R. Yo perdí mi puesto en 2016 porque quería cambiar la Constitución y crear un vínculo de gobierno de cinco años [convocó un referéndum, lo perdió y tuvo que dimitir]. Como las democracias anglosajonas, o la francesa, con una segunda vuelta. Quien gana gobierna. No fue posible. Se sigue dejando espacio al Parlamento para la democracia parlamentaria, de modo que hacer las mayorías o cambiarlas compete a las Cámaras. A mí no me gusta, pero hasta que el sistema sea este, hago lo que se puede: en 2019 mandamos a su casa a Salvini y en 2021, a Conte.
P. ¿Draghi fue siempre su candidato?
R. Su nombre lo ha propuesto el presidente de la República, Sergio Mattarella. Yo no soy el kingmaker (poder en la sombra). Pero era mi sueño desde el primer día, como saben muchos. Solo soy uno de tantos que ama su figura. Él no es un técnico, tiene gran experiencia política. [Mario] Monti llegó para recortar. Draghi viene para gastar, es muy distinto de 2011.
Monti vino para recortar; Draghi, para gastar. Será muy diferente”
P. Los Gobiernos técnicos suelen empezar bien, y terminan con una violenta tormenta.
R. Hasta cierto punto. Draghi tiene más experiencia política que Monti, ha sido un gran presidente del BCE, posee una formación más capaz de afrontar las cuestiones de la máquina administrativa romana. Fue director del Tesoro… Monti venía solo de la experiencia como profesor. Y sí, de la Comisión Europea…
P. ¿Le llamó estos días para conocer su disponibilidad?
R. La disponibilidad la sondea el presidente Mattarella. Yo respeto las formas institucionales.
P. ¿No le llamó entonces para una conversación informal?
R. Las conversaciones informales no se cuentan.
P. Si Conte hubiera dimitido antes, ¿habría actuado distinto?
R. Conte decidió atacarme, desafiarme. Y ese desafío lo hizo de forma muy dura, recuerde aquello de “asfaltaremos a Renzi”. Hoy para mí sería muy fácil quitarme alguna piedrecilla del zapato, pero lo mejor es no hablar más del pasado. Y Conte ya es el pasado.
P. ¿Prefiere un Ejecutivo técnico o político?
R. Mi tarea termina aquí. Es como cuando en la Vuelta o en el Giro, uno va dictando el ritmo en la pendiente. Luego, el último kilómetro lo termina el líder. Y ahora le toca a Draghi. Apoyaremos cualquier decisión que tome.
P. Permítame que no le vea mucho de gregario o cediendo el paso a otros escaladores.
R. Pues es así. Estos días he sido objeto de grandes campañas de agresión, de odio y de fake news en las redes. Y muchos de los que apoyaban a Conte tienen un gran dominio de esos instrumentos de ataque. Ahora soy un senador y votaré la investidura de Draghi. Pero no quiero estar en el día a día de la política.
P. Supongo que se refiere a las críticas por su viaje remunerado a Arabia Saudí en plena crisis. Visto con perspectiva, ¿se arrepiente de haberlo hecho?
R. He hecho decenas de veces viajes así desde que no soy primer ministro y nunca hubo esta polémica. Era una buena ocasión para atacarme, porque no podían criticarme por mis ideas para Italia. Son conferencias típicas de ex primeros ministros. Arabia Saudí es un país de futuro y un baluarte contra el extremismo islámico. Son nuestros aliados, y hablamos de cómo cambiarán las inversiones hasta 2030. Claro que hay un tema sobre derechos humanos que es objeto de discusión, como en otros sitios. Pero debemos animarles a trabajar más en eso.
Mandamos a casa a Salvini en 2019 y, en 2021, lo hemos hecho con Conte”
P. Ya, pero usted le dijo al príncipe que envidiaba los costes laborales de su país.
R. Era una broma, como las que se pueden hacer de la deuda pública italiana. Se hablaba de diferencias del coste laboral en distintas ciudades saudíes. En fin, podemos hablar de derechos humanos, hagámoslo, claro. Pero si queremos hacer un proceso a las bromas, tampoco me parece bien.
P. ¿No quiere ser ministro?
R. Absolutamente no. Todos los que decían que polemizaba con Conte por algunos ministerios o colocar a algún amigo, aquí tienen la respuesta.
P. En un gobierno híbrido, ¿Italia Viva aspirará a ministerios?
R. Veamos, decide el presidente del Consejo.
P. Este gobierno puede sentar en la misma mesa a Liga, M5S, PD… ¿Cómo podría funcionar?
R. Si pasa, será un medio milagro de Mattarella y Draghi. No es un gobierno político al viejo estilo. Es de unidad nacional en un momento donde la pandemia ha provocado muchas muertes. Esto es como un safety car (vehículo que lanza las carreras) en una carrera: ahora entra y permitirá a los partidos volver a competir cuando abandone el circuito.
Yo he perdido popularidad y apoyos con este operación, pero Italia gana”
P. ¿Cuánto debe durar? ¿Es compatible con una hipotética candidatura a la presidencia?
R. De momento, tiene que empezar. Luego habrá un momento delicado con la elección del presidente de la República, pero hasta entonces, trabajo sobre vacunas, G20, Europa, empleo…
P. ¿Usted cómo explica que Grillo y Salvini, viejos antieuro, apoyen ahora a Draghi?
R. Son las contradicciones del populismo. La legislatura empezó con un éxito antieuropeo y populista, se cierra con Draghi. Es precioso. Pero en el caso de la Liga hay una parte importante del electorado del norte que no perdonaría a Salvini no estar en un gobierno guiado por el mejor de los italianos. La empresa, los exportadores, los servicios, la alta tecnología… Es un mundo que genera millones de puestos de trabajo y no puede aceptar que la Liga se ponga en una posición antidesarrollo. Además, Salvini podría intentar ir hacia el centro político y abandonar a los antieuropeístas.
P. En esta crisis todo el mundo se preguntaba qué busca usted realmente. ¿Intentará un encargo político internacional?
R. Soy una persona libre. Si tengo que escoger entre la verdad y los sondeos, escojo la verdad. Todo el mundo sabía que un Gobierno Draghi era mejor que uno con Conte. Pero nadie tuvo la fuerza y el coraje de trabajar en esa dirección. Tengo ya 46 años y he hecho de todo: primer ministro, alcalde de la ciudad más bonita del mundo… En esta crisis y la anterior, perdí apoyos, pero Italia gana.