CIUDAD DE MÉXICO..- A 200 años del famoso abrazo de Acatempan entre Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide, el cual selló un paso más en la consumación de la Independencia, el historiador Jesús Guzmán Urióstegui (1961) afirma que algunas fuentes aún manejan fechas imprecisas del encuentro sucedido en 1821.
Esto pese a que existen 268 cartas entre Guerrero e Iturbide que relatan la historia de un encuentro.
Dicho abrazo, que marcó la reconciliación entre el ejército insurgente y las fuerzas virreinales, explica Guzmán Urióstegui, no sucedió en enero ni en febrero, sino hasta el 14 o 15 de marzo.
“La actual celebración que se realiza en el poblado de Acatempan se realiza cada 10 de enero, ya que algunos historiadores —como Justo Sierra y Luis Pérez Verdía— señalaban que así fue.
Sin embargo, “para nosotros es claro que no fue así, porque la comunicación entre Guerrero e Iturbide comenzó desde noviembre de 1820”, asegura el historiador en entrevista con Excélsior.
“Guerrero le escribió a Iturbide para que aceptara pasarse al bando insurgente, apunta el historiador, y le promete el bando si trabajan en favor de la Independencia”.
Luego de distintos intercambios, ambos firman el Plan de Iguala, el 2 de marzo, y cuatro días después Iturbide remite una carta a Guerrero para informarle que ha firmado el plan y que está a favor de la lucha independiente.
“Para el 9 de marzo, Guerrero le contesta a Iturbide desde el Campo del Gallo que iniciará la marcha para encontrarse en un punto intermedio”, detalla.
Ese punto fue Teloloapan, Guerrero, donde se encontraron el 14 de marzo en casa del coronel Anastasio Román.
La idea era celebrar la alianza y, un día después (quizá en la mañana), fueron a Acatempan para hacer el recuento de tropas, dieron sus discursos de unión y sellaron su alianza definitiva.
¿Hubo abrazo aquel día?, se le pregunta al historiador. “Sin duda hubo abrazos en algún momento de la reunión, pues era uno de los saludos comunes de la época, aparte de que los convenios se sellaban con un abrazo o con un apretón de manos.
UN GUERRERO LÚCIDO
Otro de los temas que aborda Guzmán Urióstegui es la reivindicación de Vicente Guerrero, de quien se recordará su 190 aniversario luctuoso el próximo 14 de febrero.
“En los libros de texto que me ha tocado revisar, el Vicente Guerrero que se presenta sigue siendo el de la frase: ‘Mi patria es primero’.
“Con ello lo definen como un sujeto rústico y necio que mantenía una guerra poco exitosa en lo militar, destinada al fracaso inmediato, y al que le vino muy bien el plan independentista de Agustín de Iturbide.
Sin embargo, pocos se atreven —porque no han investigado en archivos— a plantear un Guerrero lúcido, con una idea muy clara del por qué y el para qué de su lucha.
“Un Guerrero crítico de las posturas monárquicas hacia la Nueva España, donde a los americanos se les daba el infamante trato de colonos y no se les reconocía como parte de un virreinato, que no es lo mismo que una colonia”.
Incluso, Guerrero enfatizaba en que no había que esperar, del rey ni de los diputados, el que se les concediera como favor lo que les correspondía por derecho propio: la categoría de ciudadanos.
No olvidemos tampoco que la guerra insurgente en la región del sur era exitosa, como lo prueban los múltiples informes de los oficiales del virrey, “quienes aducían que no podían limpiar la zona de perversos, aparte de que reconocían que el
tixtleco mantenía partidas rebeldes incluso en las zonas de Michoacán, Guadalajara, Oaxaca y Puebla”.
En este sentido, abunda, “es indudable que obligó a Iturbide a establecer una alianza en pro de la independencia, como nos lo hacen saber igual las más de doscientas cartas que se signaron entre ellos”.
Por lo que sí es necesario reivindicar a Guerrero, pero con base en el estudio y el análisis de su actuar más allá de las posturas ideológicas tajantes, tanto de sus seguidores como de sus críticos y detractores, reconoce.
EL DATO
Momentos clave
El abrazo de Acatempan no sucedió el 10 de enero ni el 10 de febrero como algunas fuentes citan.
Guerrero e Iturbide se encontraron por primera vez el 14 de marzo, en casa del coronel Anastasio Román.
Se puede leer la versión del realista Tomás de Cajigal, que relata dicho encuentro, en su informe del 18 de marzo de 1821.
NO FUE UN ENCUENTRO CORDIAL
Guzmán Urióstegui advierte que para hablar del encuentro de Acatempan es posible acudir al informe del realista Tomás de Cajigal, del 18 de marzo de 1821.
“Le escribió a su superior que el día 14 anterior se reunieron ambos jefes con parte de sus tropas en Teloloapan, sede del cuartel realista, donde celebraron un ambigú (festejo) en casa de Anastasio Román.
Y de ahí se vieron aquéllos en Acatempan, a cinco kilómetros de Teloloapan.
“Lo que no aclara el informe es si el encuentro se dio el mismo 14 por la tarde o el 15”.
Pero no fue una reunión cordial en todos sentidos, ya que hubo palabras inconformes entre los bandos, aunque los rebeldes obedecieron las órdenes de Guerrero y reconocieron el mando de Iturbide.
Se ha comentado que Pedro Ascencio de Alquisiras no aceptó tal componenda, y es verdad, pero él no estuvo en la reunión.
“Como símbolo, el abrazo de Acatempan me gusta, pues es el sello de un pacto y de una alianza reconocida en favor de la independencia, afán prioritario, ya en 1814, para seis millones de novohispanos, según el propio virrey Félix María Calleja del Rey”, concluye el historiador.