El presidente francés, Emmanuel Macron, saluda a su predecesor, François Hollande, durante la ceremonia por el 25 aniversario de la muerte de François MitterrandPHILIPPE LOPEZ / POOL / EFE

Tras el año De Gaulle, llega el año Mitterrand. El actual inquilino del Elíseo, Emmanuel Macron, ha rendido este viernes homenaje a su predecesor socialista, François Mitterrand, en el 25º aniversario de su muerte. Es la primera vez que Macron se desplaza hasta Jarnac, la localidad natal de Mitterrand, para participar en una ceremonia a la que cada año acuden los principales líderes socialistas del país. Un gesto denunciado por algunos como un pretendido guiño a la izquierda en este año preelectoral —las presidenciales tendrán lugar en 2022— que el Elíseo desestima. Al fin y al cabo, alega la presidencia gala, en 2021 se cumplen varias fechas redondas del mandato del socialista y es tarea del presidente honrar a los que ocuparon la jefatura de Estado antes que él.

Cierto es que si 2020 fue el año de Charles de Gaulle —en los 12 pasados meses se conmemoró el 80 aniversario del llamamiento a resistir la invasión nazi de 18 de junio de 1940, el 50 aniversario de su muerte y el 130 de su nacimiento— este 2021 que ahora comienza puede llamarse, por derecho propio, el año Mitterrand. No solo se conmemora este viernes un cuarto de siglo de su muerte. Además, el 10 de mayo se cumplen 40 años de la victoria electoral de Mitterrand y por tanto del ascenso por primera vez del Partido Socialista al Elíseo en la V República. Y el 9 de octubre se celebrará el 40 aniversario de la abolición de la pena de muerte en Francia, en el primer gobierno del presidente que más tiempo ha permanecido en el Elíseo (1981-1995).

“25 años después de su muerte, el legado del presidente François Mitterrand sigue vivo. Sus dos septenios siguen irrigando nuestra historia colectiva”, afirmó Macron en Twitter poco antes de la ceremonia celebrada en el cementerio de Jarnac, en el oeste de Francia, donde coincidió con su predecesor, François Hollande, y otros líderes históricos socialistas, así como con el actual jefe de sus filas, Olivier Faure.

Posteriormente, el presidente francés visitó la casa natal de Mitterrand, conforme a una agenda preparada para no coincidir —salvo en el cementerio— con los dirigentes socialistas, que hicieron el recorrido inverso. Algunos le acusan de buscar una legitimidad mitterrandiana con miras electorales, tras haber escorado con sus políticas más a la derecha los últimos tiempos, según sus críticos.

“Lo hace para reorientar su quinquenio, que ha derivado hacia la derecha”, afirmó a Le Monde Ségolène Royal, excandidata presidencial socialista y ministra de Medio Ambiente en el anterior Gobierno socialista de François Hollande, que en los primeros tiempos sin embargo apoyó a Macron. ¿Qué tiene de mitterrandiano Macron?, le preguntaron la víspera a Hollande en una entrevista. “Ser presidente”, respondió su antiguo mentor, ahora uno de los más críticos con su sucesor, quien a su vez se dice heredero del europeísmo de Mitterrand. Él fue “uno de los primeros en ver en la construcción europea una garantía de estabilidad y de paz para el continente”, recordó este viernes Macron.

“La república es transmisión, el presidente es depositario del legado de sus predecesores”, defendió en vísperas del homenaje una fuente del Elíseo, que rechaza cualquier intención electoralista en este tipo de homenajes. “Le toca al presidente en funciones, sea quien sea, evocar las figuras de anteriores presidentes en este tipo de ocasiones (…) para participar en la construcción de una memoria común compartida por todos los franceses”, defendió.

No es culpa de Macron, insisten las fuentes, que le haya tocado realizar tantos homenajes a tantos de sus predecesores: además de las fechas redondas como en el caso de De Gaulle, en los últimos años han fallecido dos expresidentes, Jacques Chirac en 2019 y Valéry Giscard d’Estaing, el pasado diciembre.

Pese a todo, la sombra electoral está ahí. El PS, que en 2017 sufrió la peor derrota de su historia, todavía tiene que encontrar un candidato —preferiblemente aglutinante de la izquierda, aunque eso parece cada vez más difícil— de cara a 2022. Aunque esa es la principal ventaja de Macron, que llegó al Elíseo con un apoyo importante del electorado de izquierda desencantado de los partidos tradicionales, tiene sin embargo que volver a lograr atraer a esos votantes tras unas políticas de guiños conservadores que incluso han provocado deserciones del ala más a la izquierda de su partido.