Además de una serie de circunstancias geopolíticas y de una inquietud planteada por el gobierno de Peña Nieto en 2013, por segunda ocasión desde el sector público emerge hoy la necesidad de diseñar una doctrina de defensa nacional que no es otra cosa que la construcción de un escudo de seguridad nacional estratégico y geopolítico ante las presiones internacionales, sobre todo las estadunidenses.

En febrero de 2013, a semanas de haber asumido la presidencia, el presidente Peña Nieto encaró cuando menos dos mensajes graves de ataques contra las fuerzas armadas mexicanas desde los EE. UU. y vía el The New York Times e instruyó a su área de seguridad a “elaborar y proponer una política de defensa nacional” y a “revisar y actualizar el Plan Militar de Defensa Nacional Conjunto”. El secretario de la Defensa Nacional era, en ese entonces, el general Salvador Cienfuegos Zepeda.

El pasado 24 de diciembre Rodrigo Garza García, funcionario en la jefatura de oficina del secretario de Relaciones Exteriores, publicó en Milenio un artículo titulado “El Libro Blanco para articular la política exterior con la defensa nacional”. Se trató del primer planteamiento de modernización de la política exterior mexicana más allá del viejo nacionalismo de resistencia para construir ahora una nueva doctrina integral de seguridad nacional que interrelacione la diplomacia, la defensa nacional, la estabilidad por el bienestar y la geopolítica imperial en un cuerpo doctrinario de seguridad y defensa que debería partir de la definición, en clave de geopoder y lucha de dominaciones, de los “intereses nacionales”.

Hasta ahora, la seguridad nacional mexicana es interna, de resistencia ante –hasta ahora– imposibles invasiones de ejércitos extranjeros conquistadores y ajena a los enfoques de poder internacional que dominan las competencias imperiales en el mundo. Con Trump no fue necesario debatir sobre doctrinas de defensa porque su estrategia fue un repliegue militarista para centrarse en la guerra comercial.

Ahora, sin embargo, el planteamiento de la cancillería mexicana es oportuno. La carta de septiembre de 2020 de casi 500 exfuncionarios de inteligencia y seguridad nacional contra Trump y a favor de Biden, la militarización del Departamento de Defensa de Biden con un secretario con rango de general por segunda vez en la historia desde la segunda guerra mundial y el activismo de esta semana de exsecretarios de Defensa a favor del nuevo general-secretario de Defensa de los EE. UU. auguran un regreso del peor imperialismo militar de la Casa Blanca, rompiendo con los repliegues de las administraciones de Clinton y Obama.

Se trataría de la restauración de la Doctrina Reagan de enfoque maniqueo de guerra fría de la Casa Blanca, con una Rusia sin enfoque geopolítico, una China en expansión y un avance iraní en el tema nuclear. Las peores presiones de seguridad nacional de la Casa Blanca contra México fueron con Reagan a partir del criterio de que el “populismo” priísta estaba construyendo “un Irán” tipo Ayatola como vecino, una tesis del analista de la CIA, Constantine Menges, director de asuntos latinoamericanos del Consejo de Seguridad Nacional de Reagan y pieza directa del entonces senados ultraderechista Jesse Helms. Este modelo intervencionista fue desplegado en 1985 con las presiones del embajador John Gavin y las audiencias en el Senado que provocaron una marcha plural de las fuerzas políticas nacionales contra los EE. UU.

La iniciativa de Peña Nieto de una “política de defensa nacional” hubiera llevado a la definición de una nueva doctrina de seguridad nacional integral para reconstruir la base del consenso social interno ante amenazas extranjeras. Los estrategas de seguridad nacional de Biden llegan con enfoques de dominación geopolítica imperial que van a llevar a presiones constantes de la Casa Blanca sobre Palacio Nacional para imponer estrategias estadunidenses de defensa. El arresto del general Salvador Cienfuegos Zepeda podría caer más en la presión de poder que en las obsesiones fabricadas por la DEA.

Las reformas a la Ley de Seguridad Nacional ya publicadas en el Diario Oficial obligan a la elaboración de nuevas doctrinas de seguridad y defensa y a nuevas reglas de “defensa conjunta” México-EE. UU. para enfrentar desestabilizaciones estadunidenses.

Política para dummies: La seguridad nacional geopolítica es la última línea de defensa de la soberanía mexicana,

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