CIUDAD DE MÉXICO.- Se necesita puntualizar que los hablantes de lenguas indígenas no son quienes deciden abandonarlas, sino que es un fenómeno empujado por la discriminación y el racismo del Estado mexicano”, afirma la escritora, lingüista y traductora Yásnaya Elena Aguilar, autora del libro Ää: manifiestos sobre la diversidad lingüística, el cual recupera más de 40 textos que reflexionan sobre la vida, la muerte y la historia de las lenguas indígenas, mientras las autoridades preparan el plan de acción del Decenio de las Lenguas Indígenas, que se realizará entre 2022 y 2032.

Una persona que aprende inglés en la Ciudad de México no deja de transmitir el español a sus hijos. Así que los hablantes de lenguas indígenas no toman una decisión, sino que todo empuja a que se violen tus derechos lingüísticos y se crea que la mejor manera de proteger del racismo y la discriminación a sus hijos sea no transmitiendo la lengua”, dice en entrevista con Excélsior.

¿Cómo se presiona a los hablantes de lenguas indígenas? “Por ejemplo, cada vez que yo hablaba mixe en la escuela, me pegaban en la mano; y a otros los han castigado al estar horas al sol. Hay castigos físicos y sicológicos que te llevan a abandonar la lengua. No es un asunto festivo el que alguien decida ya hablar en su lengua. Es un racismo institucionalizado”.

Y agrega: “Por fortuna, crecí en una comunidad donde era vital el mixe y no te preguntas la opción de dejar la lengua. Es algo con lo que vives, sueñas y haces la vida, pero en la escuela sí sufrimos mucho. Además, no teníamos libros en nuestra escuela ni éramos alfabetizados en nuestra lengua”.

¿Quién ha instrumentado dicho esquema? “Ha sido un proyecto desde el Estado, porque los castigos y el desprecio hacia las lenguas fue implementado por el gobierno posrevolucionario, era una política pública para que toda la población hablara sólo español. De hecho, le llamaban lengua nacional”.

¿Esta política es vigente? “El desplazamiento lingüístico sucede en este momento y mientras no se garantice educación realmente bilingüe o mientras los maestros no estén capacitados para enseñar español como segunda lengua, y no haya intérpretes en el área judicial y en el sistema de salud, se seguirá violentando la ley de los derechos lingüísticos”.

Debemos entender que la lengua no es sólo de un sector. Así como existe una perspectiva de género en todo, debe haber una perspectiva lingüística en todo, porque el Estado sí actúa como un ente monolingüe, aunque la realidad sea multilingüe. Entonces, por lo menos en los territorios históricos donde se hablan, tiene que haber una perspectiva multilingüe. México se ha vuelto, lamentablemente, una sociedad monolingüe y eso es preocupante en un mundo en el que cada vez se valora el multilingüismo en la humanidad”.

Afirma que el tema de las lenguas indígenas debe verse desde un punto de vista histórico, ya que no siempre el español ha sido la lengua del Estado.

Historiadores y especialistas señalan que en 1820, 70% de la población hablaba una lengua indígena, México era un país multilingüe y sólo una pequeña minoría hablaba español. Lo que se hizo fue imponer la lengua de una minoría, la que tenía el poder, cuando se pudo optar por construir una sociedad multilingüe. Ahora, sólo 6.5% de la población habla una lengua indígena. Entonces, sí es importante desnaturalizar que el español sea la lengua vehicular del Estado”, concluye.

Publicado por Almadía y Bookmate, el volumen fue compilado por Ana Aguilar Guevara, Julia Bravo Varela, Gustavo Ogarrio Badillo y Valentina Quaresma Rodríguez.

SOLAMENTE SEIS DESEOS

En uno de sus textos más incisivos, Yásnaya Aguilar presta su voz a las lenguas indígenas de México para escribir una carta a los Reyes Magos que enumera seis deseos.

El primero es que “el siguiente año todos los mexicanos sepan cómo nos llamamos, dónde vivimos y cómo nos escuchamos”.

Mucha paz, “para que podamos convivir a gusto con el español, esa lengua nos cae bien, pero sospechamos que la obligan a empujarnos. Podemos compartir los juguetes y jugar con ella”.

El tercero habla sobre la escuela: “Queremos que nos dejen ir a la escuela. Podemos llevar nuestra mochila llena de curiosidades sonoras. No nos gusta que los niños nos tengan que ocultar en el salón, a muchos todavía los castigan cuando conviven con nosotras en sus aulas”.

También pide libros: “Nos gustan mucho los libros, antes sí nos regalaban y ahora tenemos muy pocos. Es más, sería mejor si pueden traernos muchas imprentas a cada una. Así los libros pueden salir en todas las lenguas mexicanas posibles”.

El quinto clama por una computadora con internet para cada lengua. “Así podemos abrir blogs, redactar entradas en Wikipedia, tener nuestras páginas electrónicas. ¡La red se podría llenar de nuestros símbolos!”.

Y cierra con el don de la ubicuidad: “Nos gustaría estar en todos lados, en los hospitales, en los juzgados, en las plazas, salir en la tele y en la radio, pero sobre todo estar siempre en la boca de los niños y de todas las personas que nos quieren conocer”.