La mayoría de los mexicanos tienden a desconfiar de modo automático cuando escuchan una promesa de solución o atención de un funcionario público, ya sea municipal, estatal o federal. Para los gobernantes, un funcionario hábil y capaz, es aquel que logra darle largas a un compromiso, comprometerse a resolver sabiendo de antemano que no va a cumplir.

Hoy la 4T intenta superar a los gobiernos anteriores, prohibir, por la vía del hecho, los derechos de petición y manifestación a los ciudadanos, a las asociaciones civiles y organizaciones políticas. No resolver nada, eliminando los presupuestos para obras y servicios y limitarse a sus programas de transferencias monetarias.

Los grandes capitalistas mexicanos y extranjeros son, cuando menos, tan responsables como la clase política del atascadero económico y político al que hemos venido a parar. Ellos apoyaron, aplaudieron y orientaron esas políticas impopulares y hoy nuevamente se acomodan y respaldan a la 4T para seguir medrando del presupuesto público.

Pero el impulso inicial de este gobierno, rápidamente chocó con la realidad, los integrantes del gobierno morenista, son todos de la vieja clase política mexicana, todos enlodados en casos de corrupción, en solo dos años en el poder, han demostrado que no han cambiado.

Pero la terca realidad que es la fuente última de toda lógica, nos dice una y otra vez, que entre fuerza y razón no hay una oposición frontal, que fuerza y razón se necesitan y que la una sin la otra fracasan inevitablemente, López Obrador tiene la fuerza, pero una y otra vez, nos demuestra que no le asiste la razón y por lo tanto va al fracaso total, dijo que acabaría con la corrupción y su gobierno está lleno de casos de corrupción, dijo que primero los pobres y los ha abandonado, prometió un servicio médico de primer mundo y ya estamos cerca de los cien mil muertos por la pandemia, la economía no crece, Pemex y CFE van directo a la quiebra, ordenó la desaparición de los Fideicomisos, abandonando a los damnificados por desastres naturales, a los artistas, investigadores, científicos y a las víctimas de la violencia.

Todas las fuerzas sociales se deben unificar, para darle el rumbo correcto al país, haciendo a un lado fronteras artificiales, el Antorchismo Nacional está consciente de esta necesidad.

Nuestros enemigos de ayer y hoy, han decidido minar, a través de la calumnia y la difamación, la lucha a favor de grandes capas sociales, principalmente entre campesinos, colonos y estudiantes pobres, nuestra organización ha demostrado ser una herramienta útil para la lucha y defensa de los marginados. No estamos pensando en un repliegue o en el estancamiento, hemos demostrado nuestra determinación absoluta de seguir con nuestra labor de organización y concientización.

Las riquezas naturales con que contamos, son vitales para un verdadero desarrollo, pero no lo es todo, se debe apoyar e impulsar nuestro patrimonio científico y técnico, para dejar de depender del conocimiento extranjero, pero el gobierno quiere ahorrar abandonando a nuestros investigadores y científicos, pero lo pagamos con dependencia tecnológica extranjera, no parece ser un buen negocio.

Todas las fuerzas políticas responsables deberían proponer a la nación una estrategia de prosperidad que descanse en un marco de estabilidad política y no debe conducir a un deterioro de las condiciones de vida de ningún sector o grupo. La situación actual de nuestro país vuelve imperativa esa condición.

Cada país, incluido México, debe encontrar su propio camino de renovación. Los gobiernos anteriores y el actual, no han sobresalido en esa materia. Nuestro futuro depende de nuestra capacidad para combinar los principios universales de la economía de mercado y una política de bienestar social, como primera instancia. Nuestros científicos, nuestros analistas, nuestros expertos, nuestros funcionarios, las organizaciones políticas y sociales, toda la nación deberá trabajar en ese objetivo.

Asegurar las dinámicas de crecimiento necesarias no es solamente un problema económico. Es también un problema político e ideológico. Se tiene que entender que la única salida viable que tenemos, es superar los graves y reales problemas nacionales que tienen su origen en una injusta distribución de la riqueza, origen de la insultante pobreza y marginación que sufren millones de mexicanos.

El trabajo fructífero y creativo que tanto necesita nuestro país no puede ser realizado en una sociedad dividida y desintegrada desde el interior. Imponer las ideas del presidente, es no dejar espacio para la libertad intelectual, el pluralismo ideológico y la libertad de prensa, en resumen, no hay libertad política, en una democracia no debe haber un consenso civil forzado. El consenso social no puede ser más que voluntario, si no lo entiende la 4T, tendremos un gobierno igual o peor que los anteriores.