El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, comparece ante la prensa el pasado 16 de octubre en Bruselas.DPA VÍA EUROPA PRESS / EUROPA PRESS

La Comisión Europea aprueba este miércoles otra tanda de medidas, en particular sobre homologación de pruebas de coronavirus, para coordinar la respuesta de los 27 países de la Unión a la segunda ola de la pandemia de covid-19, mucho más rápida y virulenta de lo previsto antes del verano por Bruselas. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, considera imprescindible que los socios comunitarios superen el nuevo latigazo con “una estrategia común de pruebas rápidas, rastreo y vacunación”. Michel espera tejer ese consenso en una serie de cumbres que se celebrarán, a partir de este jueves, por videoconferencia durante las próximas semanas. En vísperas del encuentro, Michel advierte, durante una entrevista con EL PAÍS y otros medios europeos, que la factura política de un fracaso ante la pandemia sería muy elevada y se sumaría al drama humano de las decenas de miles de muertes y al devastador impacto económico causado por el virus.

Pregunta. A unas horas de la reunión virtual de los líderes europeos, ¿en qué situación se encuentra Europa?

Respuesta. Hay que decir la verdad abiertamente. La situación de Europa es grave, pésima. Debemos actuar con urgencia. Los Estados están haciendo todo lo necesario para afrontar esta crisis pero debemos ser más eficientes en cuanto a los test, el rastreo y las medidas de confinamiento. Las restricciones de movimiento, que se están reintroduciendo en muchos países tienen un enorme coste político, social, económico, psicólogo y tal vez, incluso, democrático.

P. A diferencia de la primera ola, cuando la población aceptó sin apenas rechistar las medidas restrictivas, ahora vemos un número creciente de disturbios y de protestas.

R. Afrontamos una situación muy compleja y muy difícil. Y es verdad que hay reacción social. La única forma de evitar esas restricciones en los próximos meses es ser muy eficientes en los test y en el rastreo. La fiabilidad de las pruebas rápidas ha mejorado en las últimas semanas pero debe plantearse el reconocimiento mutuo de las pruebas entre los países para facilitar los viajes por Europa. De ahí que sea crucial la eficiencia y demostrar que desarrollamos una estrategia que funciona. Demostrar que frenamos la propagación del virus y sus consecuencias negativas para la economía y la sociedad. Las consecuencias sociales ya nos preocupaban antes del verano y por eso el importante acuerdo de julio afrontaba la crisis y preparaba la recuperación.

P. Parte de la opinión pública no parece percibir esa respuesta europea y está desconcertada ante la diversidad de respuestas a nivel nacional o incluso regional ¿Se está creando el caldo de cultivo para los populistas?

R. Es un tema importante, sí. En el Consejo Europeo de [15 y 16] octubre los líderes ya plantearon la necesidad de una estrategia europea de comunicación para dar un mensaje común a los ciudadanos sobre los riesgos derivados de esta crisis. La idea debe ser que estamos todos en el mismo barco y debemos tomárnoslo en serio. Afrontamos una segunda ola de contagios, con una gran presión sobre nuestros hospitales y nuestros sistemas sanitarios y por eso es muy importante gestionar la comunicación y decir siempre la verdad. Sin una estrategia de test, rastreo y vacunas, volverán las medidas restrictivas con graves consecuencias económicas, sociales, psicológicas y quizá democráticas. ¿Por qué? Porque los partidos políticos extremistas podrán aprovechar el riesgo de un fracaso para impulsar su dialéctica antidemocrática contra los valores europeos. Debemos proteger los valores europeos y demostrar que Europa es una poderosa democracia compuesta por 27 democracias que son capaces de afrontar la crisis y ser eficientes.

P. ¿Qué medidas se adoptarán en la cumbre europea del jueves?

R. El Consejo Europeo debe dar un impulso político para superar los obstáculos que impiden una estrategia efectiva. Es una cuestión de días: debe haber avances claros en los próximos días para mantener la situación de Europa bajo control.

P. ¿A qué obstáculos se refiere?

R. Necesitamos una señal clara de los jefes de Estado y de Gobierno a favor de un planteamiento común porque cada país tiene su propia realidad, sus propios procesos, sus normas de consulta, sus expertos y diferentes competencias a nivel nacional y regional. Eso hace muy difícil pactar un calendario y una estrategia. El impulso político del Consejo Europeo debe superar ese obstáculo y desarrollar una estrategia más eficiente en cuanto a los tests y el rastreo.

P. ¿Qué propone en relación con los test rápidos? ¿Debería haber compras conjuntas?

R. Debemos disponer de estos tests rápidos y sería importante una compra por parte de la Comisión para garantizar que todos los Estados miembros disponen de ellos. Si no somos eficientes en la estrategia de tests y de rastreo, primero, y en la de vacunas, después, se corre un riesgo de fragmentación. Si algunos Estados ofrecen una estrategia nacional eficiente y otros no, nos encontraríamos ante la misma fragmentación que intentamos evitar con el paquete financiero decidido en julio.

P. ¿Espera que los 27 armonicen los períodos de cuarentena?

R. Sería bueno, sí, que pactáramos un período común. Las cuarentenas son otro buen ejemplo de por qué es complicado llegar a un acuerdo. Cada Gobierno debe tener en cuenta la opinión de sus expertos a nivel nacional. Pero es mejor si podemos pactarlo a nivel europeo.

P. El acuerdo financiero de julio sigue sin estar pactado con el Parlamento Europeo y el dinero tal vez no llegue hasta final de año. ¿Se plantea ya la necesidad de ampliarlo a la vista del deterioro de la crisis?

R. La cifra que pactamos es enorme, 1,8 billones de euros, superior a lo que se ha inyectado en China o EE UU. Y poco antes se habían movilizado a través de la Comisión, el Mecanismo Europeo de Estabilidad y el Banco Europeo de Inversiones otros 540.000 millones, que están disponibles. Así que ahora estamos ante una cuestión de credibilidad. Lo que hay que hacer es aplicar lo pactado en julio, no perder el impulso. Es urgente llegar a un acuerdo. Estamos dispuestos a tomar en consideración las legítimas inquietudes del Parlamento, pero no es realista pensar que se puede rehacer totalmente el acuerdo de julio. La prioridad ahora debe ser que el dinero llegue a los países a principios de 2021 y no a finales.