CIUDAD DE MÉXICO.- Víctor González, a los 15 años y de la mano de su abuelo, subió a un autobús en su natal Tuxpan, Nayarit, para iniciar con un largo trayecto sin imaginar que el destino final era las Grandes Ligas. El mexicano 17 en debutar en la Serie Mundial el pasado martes con Dodgers tocó en la puerta correcta y con el instructor indicado, quien le dio la oportunidad al conocer su conmovedora historia.

González acaparó las redes sociales durante el primer juego del Clásico de Otoño entre Dodgers y Tampa Bay, luego de la sensacional atrapada para un doble play. Así, como esa jugada salvadora, necesitó de la ayuda divina para impulsar su carrera.

Ahora que lo vi en Serie Mundial me dio mucho gusto porque nunca imaginé que fuera a llegar hasta donde está”, acepta Roberto Heras, quien fue el primer instructor que lo evaluó.

Heras sabía que se jugaba el puesto en la Academia de los Diablos Rojos en Oaxaca en aquel 2011, pero su corazón le decía que hacía lo correcto. El excatcher escuchó al abuelo del adolescente contar la historia de cómo viajaron más de 15 horas desde Nayarit en busca de ayudar a su nieto a salir de una depresión tras la muerte de su padre, víctima de la violencia.

Esa historia me conmovió. El muchacho ya había jugado en la Olimpiada Nacional y decidí hacerle la prueba. La velocidad de sus lanzamientos estaba en 81-82 millas, no le alcanzaba para los parámetros de los muchachos que teníamos en la Academia. Sabía que me podrían correr, pero decidí que se quedara. A su abuelo casi se le salen las lágrimas”.

Un año de trabajo, con los instructores de pitcheo Luis Fernando Méndez y Javier Escopeta Martínez, transformó al lanzador zurdo. En 2012 se realizó un showcase con el scout de los Dodgers, Mike Brito, quien firmó a un grupo de peloteros entre los que estaban González y Julio Urías.