Lukashenko se dirige a los trabajadores de la fábrica de tractores de Minsk y otras empresas estatales, este lunes. En vídeo, Lukashenko mantiene que no repetirá elecciones y acusa a la OTAN de estar preparada para entrar en el país. FOTO: BELTA (REUTERS)

Aleksandr Lukashenko se atrinchera en el poder. En un intento de acercarse a quienes han sido las bases de su electorado, el líder bielorruso ha visitado este lunes una histórica fábrica de tractores de Minsk. “Hasta que me maten no habrá otras elecciones”, ha dicho allí. El gesto no le ha salido bien. Decenas de trabajadores de varias fábricas que habían acudido para escucharle le han abucheado. Cuando se cumple el noveno día consecutivo de grandes protestas contra el régimen del presidente bielorruso, las movilizaciones se han propagado a huelgas en grandes fábricas estatales. Pero un día después de la mayor manifestación en la historia del país, en la que decenas de miles de personas le exigieron su salida, Lukashenko extiende su agonía política y ha asegurado que estaría dispuesto a un “referéndum” sobre la Constitución y a una revisión de poderes, pero solo cuando las protestas cesen. Mientras, la líder opositora Svetlana Tijanóvskaya ha dado un paso adelante y desde su exilio en Lituania ha insistido en que está dispuesta a guiar Bielorrusia durante un periodo de transición. “Hasta que el país se calme”, ha dicho en un videomensaje a sus seguidores difundido este lunes.

“Estoy lista para asumir la responsabilidad y actuar en este período como líder nacional” hasta que se celebren nuevas elecciones presidenciales, ha dicho Tijanóvskaya en un vídeo publicado en YouTube, en el que llamó a la unidad del país. “Elecciones transparentes y honestas que, sin duda, serán reconocidas por la comunidad internacional”, ha reclamado desde Lituania, donde huyó el pasado martes al sentir amenazada su familia. El esposo de Tijanóvskaya, el bloguero Serguéi Tijanovski, sigue preso en una cárcel bielorrusa. Ni la oposición ni una gran parte de la ciudadanía bielorrusa que sale a las calles acepta los resultados oficiales de las presidenciales del pasado 9 de agosto, que dan un 80% de votos a Lukashenko y solo el 10% a Tijanóvskaya.

Protestas en Minsk en contra del presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko. En vídeo, 200 mil personas piden en Minsk la repetición de las elecciones.FOTO: EFE / VÍDEO: ATLAS
Mientras, y pese a las amenazas de despido, varios miles de trabajadores de las principales fábricas estatales de Bielorrusia, que forman la columna vertebral de la economía del país, han vuelto a hacer huelga este lunes para exigir nuevos comicios y la liberación de los presos políticos y de los arrestados durante las protestas contra el fraude electoral. Empleados de las principales empresas públicas e incluso de la televisión estatal, la principal maquinaria propagandística del régimen, se han sumado a las protestas; aunque no se ha suspendido la emisión del todo.

También en la popular e histórica fábrica de tractores de Minsk (MZKT), cientos de empleados han hecho huelga. Allí, ante los trabajadores, Lukashenko, que ha llegado en helicóptero, ha mantenido su discurso y ha defendido los resultados de las presidenciales, con las que iniciaría su sexto mandato. ““¿Estáis diciendo que las elecciones fueron injustas y queréis justas? Aquí tenéis la respuesta: Tuvimos una elección. No habrá más elecciones hasta que me maten“, ha clamado rotundo y ha insistido en que los comicios de celebraron de “manera civilizada”. “Vete”, “vergüenza”, le gritaban y abucheaban muchos empleados, según la grabación de la reunión difundida por el medio bielorruso independiente tut.by. Una situación insólita para Lukashenko, que se considera el ‘padre de la nación’.

Ante el personal de MZKT y de otras fábricas llegados para escucharle, el líder bielorruso, que insiste en que las movilizaciones se organizan desde el exterior y que todo es una maniobra para derrocarle, abrió una pequeña puerta y recalcó que no está en contra de revisar la Constitución, redistribuir los poderes y de “compartir” su autoridad, pero no a través de la calle y no bajo la presión. “Trabajemos en la Constitución. La sometemos a un referéndum, aceptamos la constitución y les entregaré mis poderes constitucionales. Pero no bajo la presión y no por la calle. No se puede entregar esta Constitución a alguien que no lo tiene claro. Porque habrá problemas”, dijo. “No somos ovejas, somos personas” y “¡Huelga!”, clamaban muchos trabajadores.

Decenas de personas protestan frene a la sede de la televisión pública, este lunes en Minsk.
Decenas de personas protestan frene a la sede de la televisión pública, este lunes en Minsk.

Las protestas, que este domingo alcanzaron su pico, no parecen calmarse en la república de la antigua URSS de 9,4 millones de habitantes, donde la ciudadanía está indignada no solo por el supuesto amaño electoral sino también por la brutal represión de las fuerzas de seguridad contra los manifestantes pacíficos; hay al menos dos ciudadanos muertos en las movilizaciones. “Solo la renuncia del expresidente [así se ha referido a Lukashenko] calmará a la nación”, ha dicho Maria Kolesnikova, la principal asociada de Tijanóvskaya y la única del trío de mujeres opositoras que todavía permanece en el país. La oposición bielorrusa ha convocado una huelga general a partir de este lunes para mantener el pulso a Lukashenko y se espera que de las fábricas de automoción se extienda a otros sectores importantes del país, como a las refinerías de petróleo y productoras de fertilizantes. El golpe para la economía bielorrusa, ya muy dañada, puede ser enorme y también podría forzar a Lukashenko o su entorno a reaccionar.

Las protestas, de una magnitud y fuerza sin precedentes en un país donde se reprime con mano dura la oposición y las voces críticas, han dejado a Lukashenko ahogado y luchando por su supervivencia política. Ha pedido ayuda a Rusia, con el que comparte tratados de defensa y comercio, pero aunque el Kremlin le ha prometido ayuda no ha dejado claro en qué formato apoyará a un aliado tan problemático y debilitado. Y mucho va a depender de la actuación de Moscú.

El líder bielorruso ha perdido el apoyo de la calle pero parece que todavía conserva el del Ejército y de las fuerzas de seguridad en las que ha sustentado su poder desde hace 26 años. A ellos se ha dirigido este lunes Tijanóvskaya también en su mensaje, en el que les pidió que ayudaran a allanar el camino para la transición de poder. “Los bielorrusos son personas justas y generosas que no aceptan la violencia”, apuntó. “Si decides no obedecer las órdenes penales y tomar el lado de la ciudadanía, te perdonarán, te apoyarán y no dirán una palabra en tu contra en el futuro”, dijo.