Un soldado ucranio en la línea del frene en la localidad de Novotoshkivske, en la región de Lugansk, el domingo.UKRAINIAN DEFENCE MINISTRY / REUTERS

Seis años después de que se iniciase la última guerra de Europa, Ucrania intenta impulsar una nueva tregua. El alto el fuego entre el Ejercito ucranio y las milicias separatistas respaldadas por el Kremlin, que entró en vigor en la noche del domingo al lunes, era condición fundamental para programar una nueva cumbre en la que tratar de poner fin a una contienda que se ha cobrado más de 14.000 vidas, según Naciones Unidas. La frágil tregua, que llega precedida de una veintena de intentos fallidos, evidencia la dificultad de desbloquear un conflicto que corre el riesgo de quedar congelado. Lograr la paz en el Donbás fue una de las grandes promesas con las que el ucranio Volodímir Zelenskí arrasó en las presidenciales el año pasado. Pero aunque se han dado pequeños pasos, Zelenski, un antiguo actor cómico, se enfrenta también al descontento de parte de su ciudadanía, que ven su postura negociadora como una concesión a Rusia.

Analistas y observadores han acogido con escepticismo y cautela la nueva tregua, acordada la semana pasada por los negociadores de Ucrania, Rusia y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). Kiev acusó este lunes a los rebeldes prorrusos de romperla ya en las primeras horas. Los separatistas lo negaron y tildaron de “provocación” las acusaciones de Ucrania. Mientras, el Kremlin, que siempre ha negado su participación en el conflicto, recalcó que no puede ser garante del alto el fuego alegando esa razón. Si se confirma, la tregua “allanaría el camino para implementar otras cláusulas” de los acuerdos de paz de Minsk —acordados en 2015 con la mediación de Alemania y Francia y bajo la égida de la OSCE—, afirmó este lunes la oficina de Zelenski.

El líder ucranio y su homólogo ruso, Vladímir Putin, se reunieron en diciembre en París, junto a la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emanuel Macron —el formato de Normandía—. Acordaron un calendario que incluía la retirada de varios puntos calientes y otro intercambio de prisioneros. El siguiente paso para reactivar las conversaciones de paz con una nueva reunión era un alto el fuego efectivo. Pero llegó la pandemia de coronavirus.

Críticas de la oposición

Desde su llegada al poder, Zelenski ha descongelado levemente las relaciones con Putin. Ambos líderes han hablado varias veces por teléfono y han negociado distintos intercambios de prisioneros. Sin embargo, esa postura algo más abierta a la de su predecesor, Petro Poroshenko, ha suscitado duras críticas de la oposición. La firma de Zelenski el año pasado de una hoja de ruta para la paz —conocida como la Fórmula Steinmeier—, que contemplaba la celebración de elecciones locales en los territorios del Este controlados por los separatistas apoyados por el Kremlin, ya desembocó en protestas en Ucrania. Cientos de ciudadanos acusaron entonces al líder de Servidor del Pueblo de “claudicar” ante Moscú.

También este lunes, varios cientos de personas protestaron en Kiev. Y es que tampoco han satisfecho los términos de esta última tregua, que llegó precedida de una conversación con Putin, y que recoge la restricción de devolver el fuego; algo que los críticos consideran una “humillante desventaja” para Kiev. Pero sin esa tregua era “totalmente imposible” programar una nueva cumbre, dice la analista política ucrania María Zólkina.

Después de una fase de violencia más volcánica en 2014 —cuando se inició el conflicto poco después de que Rusia se anexionase la península Ucrania de Crimea— y 2015, la guerra había entrado en un momento de escaramuzas diarias pese al alto el fuego general acordado hace cinco años y otros fallidos. Solo el año pasado la OSCE registró 300.000 violaciones de la tregua por ambas partes.

El antiguo actor cómico lo ha tenido difícil desde su gran victoria el año pasado. Con un país en guerra y muy dependiente de las ayudas de Occidente (y mucho de las ayudas para fondos de Defensa de Washington), el presidente novato se encontró como protagonista principal e indeseado del impeachment al presidente estadounidense, Donald Trump. Un proceso de destitución que surgió precisamente de una conversación en la que el estadounidense presionó a Zelenski para que investigara a uno de los hijos de su principal rival demócrata, Joe Biden.

Ha logrado algunas metas importantes: como la extensión de 5.000 millones del FMI a cambio de medidas contra la corrupción. Pero el golpe de la pandemia de coronavirus a su economía ha sido fuerte. Según las proyecciones de la OCDE, Ucrania puede sufrir una contracción del 7,7% en la producción económica este año. Tampoco la resolución del conflicto del Donbás no se ve más cerca. Y cualquier compromiso con Rusia que suene a concesión es un gran riesgo para el líder ucranio.

Ahora, Zelenski también busca ganar tiempo hasta las elecciones presidenciales de EE UU, en noviembre, opina el analista militar ruso Alexéi Leónkov. “Ucrania está en una encrucijada para determinar si apoya la campaña de Trump o la de Biden. Si Trump es reelegido hay posibilidad de que todo esto continúe en el marco de los acuerdos de Minsk. Si gana Biden se abriría otras posibilidades”.