Paseante en el parque Las Arboledas en la Ciudad de México.Foto Pablo Ramos

Fantasma del comunismo
Pifias de fondo y forma
Covid-19: riesgo de relajamiento

En busca de reformulaciones mercadotécnicas que les permitan salir de un pasmo operativo ya muy prolongado, casi los mismos organizadores de otras protestas desangeladas contra Andrés Manuel López Obrador lanzaron una nueva ofensiva, esta vez mediante caravanas de vehículos motorizados en varias partes del país, con resultados numéricos igualmente escasos.

La incapacidad para dar cauce eficaz a las dudas, distanciamientos o abiertos rechazos al presidente de la República y sus políticas proviene, entre otras cosas, del desesperado acelere de sus principales convocantes, los directivos de las agrupaciones denominadas Congreso Nacional Ciudadano (CNC) y su más reciente reetiquetación, el Frente Nacional antiAMLO (Frenaa).

La convocatoria a las movilizaciones de este sábado y, ya en menor grado, el domingo, se hizo a partir de una premisa incendiaria pero infundada, retorcida y, en tales condiciones, política y socialmente improductiva: AMLO es un dictador comunista y la defensa de la patria debe llevar a quitarlo del poder.

Una proclama así no logra prender masiva y organizadamente porque no corres-ponde a la realidad percibida a nivel general en una sociedad en la que, ciertamente, hoy hay menos adhesiones acríticas al obradorismo y, al mismo tiempo, más observación y crítica a formas y fondo de algunas de las aplicaciones políticas del gobierno federal, sobre todo en las cúpulas empresariales y en la clase media.

Pero es insostenible acusar a López Obrador de ser un dictador comunista y pretender su derrocamiento ya. Sobre todo si se toma en cuenta que se está a pocos meses del inicio del proceso electoral que desembocará en los comicios intermedios de 2021, cuando se elegirán decena y media de gubernaturas, congresos locales y también la integración de la Cámara de Diputados federal. Además, en 2022 se realizará un inédito ejercicio de aprobación o rechazo de la continuidad de AMLO en el poder, justamente a propuesta del pro-pio tabasqueño.

Quemar etapas, a contentillo de vociferantes dirigentes fascistoides, vuelve irreales e imprácticas las convocatorias y las movilizaciones. A fin de cuentas, todo el barullo tiene como destino buscado el de las urnas en 2021 y en 2022. Las caravanas efectistas, por ello, terminan siendo un ingrediente más en una cacerola de múltiples intereses que tratan de calentar o hacer explotar un proceso que tiene diferentes tiempos y temperaturas.

De una u otra manera, hoy se entra a una nueva modalidad en cuanto a las prevenciones masivas respecto al Covid-19. Nunca hubo en la sociedad mexicana una generalizada ejecución disciplinada y rigurosa de las instrucciones oficiales en la materia y, a partir de hoy, el tufo a relajamiento progresivo y extraoficial podría extenderse por todo el país y en varias actividades, no sólo en la lista ampliada de permisividades por razones económicas.

El propio presidente de la República ha tomado una decisión polémica: reanudar sus giras de trabajo, esta vez por el sur mexicano, donde estará en varias entidades y dará banderazos de salida a la construcción del primer tramo del Tren Maya. Para llegar hasta Cancún ha hecho un largo viaje por carretera y luego irá regresando por etapas hacia la Ciudad de México.

Ver de nuevo en actividad viajera al principal personaje de la vida pública nacional alentará a otros mexicanos (muchos de los cuales ni siquiera necesitan de mayores incentivos) para descuidar las medidas sanitarias obligadas. También reforzará la idea de que es imprescindible retomar las faenas productivas, pues la economía nacional está ya en una situación preocupante.

Y, mientras se vive en Estados Unidos una forma de insurrección social, a causa de la mortal violencia ejercida por un policía blanco de Minneapolis contra el afroamericano George Floyd, lo cual podría afectar de manera determinante la suerte electoral del presidente Donald Trump, ¡hasta mañana!

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