Gael Jiménez y Jhony Corzo crecieron en el mar e hicieron de la tabla su compañera de aventuras. Hoy, ambos se han ganado un lugar en esta práctica deportiva y sueñan con representar a México en los próximos Juegos Olímpicos

CIUDAD DE MÉXICO.- Gael Jiménez se despierta en la oscuridad. Mientras se prepara para salir de casa, se escucha en el fondo el sonido del mar. El cielo se empieza a colorear cuando el joven de 18 años ya está saltando al agua para iniciar su sesión diaria de tres horas de surf en las olas de la Playa Zicatela, en la costa oaxaqueña.

Sale del agua cansado, pero un buen desayuno le regresa la fuerza necesaria para la primera sesión de entrenamiento en seco, que consiste en hora y media de “clases de yoga o de gimnasio para hacer trabajos de equilibrio, estabilidad, fuerza, mejorar la remada. Estudiar mis videos. Tengo un entrenador particular con el que trabajo diario para ser mejor surfista”.

Esta misma rutina la repite en la tarde, después de comer. Trabaja más fuerte que nunca con un equipo multidisciplinario, sabiendo que ahora el surf es un camino que dirige hacia los Juegos Olímpicos. Algo que desconocía cuando era pequeño y el surf era solamente una forma de entretenimiento. Un deporte recreacional que atraía turismo en Puerto Escondido, Oaxaca, su lugar de residencia desde que su familia dejó la Ciudad de Oaxaca en 2006.

El pequeño Gael tenía cinco cuando sucedió aquel desplazamiento. Nunca antes había visto el mar y su madre no sabía nadar. Bastaron meses para que las playas de la región se convirtieran en su segunda casa. “Salíamos de clases y directo al mar, era parte del día a día, de la cultura de aquí y así empecé a surfear. Me gustó mucho y poco a poco las cosas empezaron a salir”, externó el oaxaqueño de 19 años de edad y novato de la Selección Mexicana de Surf.

Una rutina similar practica Jhony Corzo, la personificación del auge del surf mexicano. Tiene tan sólo 20 años, pero ya es el único tricolor en coronarse campeón del mundo y en ingresar al Top 50 del ranking mundial.

Corzo recuerda pasar su tiempo libre en la playa, jugando en las olas y viendo a su padre o a su hermano mayor, Ángelo Lozano, montar las olas. Siguiendo los pasos de sus familiares, Jhony empezó a practicar el deporte en Puerto Escondido y sabía desde niño que quería imitar a Ángelo y ser surfista profesional.

Mi hermano Ángelo ha sido fundamental, iba mucho a California a competir y yo iba con él. Luego, la cosa dio la vuelta y él viajaba conmigo a los torneos junior en los circuitos mundiales”, relata Jhony, el menor de tres hermanos.

Su ascenso fue rápido, se inició en el mundo de las competencias a los 12 años, tenía tan sólo 14 cuando ganó su primer evento de categoría abierta (participan profesionales de todas las edades) y a los 15 quedó en octavo en la categoría juvenil del Campeonato del Mundo 2015 de la Asociación Internacional de Surf (ISA).

Me ayudó mucho ese campeonato del mundo en el que sobresalí. Quedé en octavo en mi categoría y me empezaron a ver más marcas, agarré mi primer patrocinio internacional, me dijeron que querían tener al mejor surfista de cada país”.

La gran sorpresa fue cuando a los 17 años había perdido su primer heat de los Juegos Mundiales de Surf en Biarritz y tuvo una revancha en el repechaje. Vino de atrás para terminar haciendo historia y conquistar el campeonato. Sobre los hombros de sus compañeros y ondeando la bandera tricolor, se irguió como la gran promesa del surf mundial.

Creo que ese ha sido el torneo más importante que he tenido en mi vida. Quedar campeón mundial en Francia 2017 cambió mi forma de ver las cosas. Tanto talento, tantos países, y quedar campeón me hizo sentirme súper bien. Me cambió la mente y dije: si soy campeón del mundo, puedo lograr muchísimas cosas. Me probé a mí mismo y al mundo que estoy hecho para ser surfista”.

Aquel éxito de Corzo llegó pocos meses después de que el Comité Olímpico Internacional anunció que el surf sería deporte olímpico a partir de los Juegos Olímpicos de Tokio.

Mi meta siempre era ser campeón mundial y cuando empezaron los rumores de los Juegos Olímpicos me llamó mucho la atención. Una vez que lo confirmaron, cambió mi perspectiva y empecé a ver esto como como un trabajo. Ya es un deporte serio, nos tienen checados, nos hacen pruebas antidoping. Es una meta más que tengo, traer una medalla olímpica para México”.

Niños que salían a las playas frente a sus casas únicamente por diversión y surfeaban por hobbie, hoy saben que pueden vivir del deporte. Jóvenes oaxaqueños como Jhony Corzo, Sebastián Williams, Gael Jiménez y Sasha Donnanno tienen su lugar en la selección nacional y se han convertido en referentes de su lugar natal. Hoy practican el surf con objetivos claros en la cabeza, con sueños y metas como la WSL (World Surf League) pero sobre todo con el anhelo de levantar la bandera de México y cantar el Himno Nacional en los Juegos Olímpicos de Tokio.

REGRESANDO EL TIEMPO
Para entender por qué predominan los surfistas oaxaqueños en la selección mexicana, hay que retroceder el tiempo. Y es que mientras en gran parte de la República Mexicana apenas se habla de surf, en Puerto Escondido es el deporte que alimenta a la mayoría de la población. Turistas de todas partes del mundo (desde Brasil, hasta Australia o Sudáfrica) comparten el motivo de su viaje: surfear distintos tipos de ola en el cálido mar del pacífico.

En cada restaurante, en cada tienda, hay fotografías del gran y potente tubo de Zicatela, de la larga izquierda de La Punta o de los espectaculares paisajes de Carrizalillo. Pero no siempre fue así, en realidad fue hasta los años 80 cuando los estadunidenses se dieron cuenta de que en México había magníficas playas para practicar el deporte en agua cálida, sin la necesidad de portar un wetsuit.

En el caso de Puerto Escondido, entonces un pueblo pesquero, fue la familia Salinas la que comenzó a imitar a los “gringos” para convertirse en la punta de lanza en el surf mexicano. Roberto, el menor de los ocho hermanos, fue ocho veces campeón nacional y el primer profesional mexicano en competir en grandes escenarios.

De Puerto Escondido salieron Roberto Salinas, Raúl Noyola, El Coco Ramírez y ellos son los pioneros en el surfing competitivo. Después de ellos viene la generación que se vio influenciada, que son Ángelo Lozano, Coco Nogales, Christian Corzo, Óscar Moncada y finalmente de ellos se motivó la generación que de cierta forma está vigente que es la de Jhony Corzo”, mencionó Gustavo Duccini, director general de Surf Open League.

Jhony creció siguiendo los pasos de su primo Christian y su hermano Ángelo, mientras que Gael Jiménez fue uno de los niños locales que a lo largo de su infancia y adolescencia admiró a los Salinas, en particular a Ángel, el hermano mayor, conocido por surfear los grandes tubos de Zicatela con una máscara de luchador puesta. Pero la realidad es que mucho ha cambiado en el surf nacional al día de hoy, la inserción del surf a los Juegos Olímpicos transformó el deporte antes desconocido en el país, y ahora son cientos de frutos los que han dado las semillas que plantaron los Salinas.