El primer caso de coronavirus en California se detectó a finales de enero. Era importado de China. Durante el mes siguiente, las noticias hicieron temer lo peor. Durante el mes de febrero entraron en California más de 8.400 viajeros procedentes de China. En las bases militares del Estado se montaron las cuarentenas de los repatriados de Wuhan y el crucero Diamond Princess. Otro crucero realizó un viaje con al menos un enfermo, atracó en San Francisco, cambió de pasajeros y zarpó de nuevo. En ese Estado se detectó el primer caso de contagio local del país. California lleva dos meses en tensión. Nueva York, por el contrario, pasó el mes de febrero a la espera. Allí el primer positivo saltó el 1 de marzo.

Un mes después, la situación hace pensar que algo está pasando en California que ha evitado por el momento la tragedia, mientras Nueva York está alcanzando cifras de crisis de un país mediano. En Nueva York hay 76.000 casos confirmados y en California, 8.500. El punto ciego de los datos en California es que se han hecho muchas menos pruebas diagnósticas que en Nueva York, hasta el punto de que la comparación no procede. Pero los números de hospitalizaciones y de muertos por coronavirus sí se pueden comparar. El Estado de Nueva York lleva más de 1.700 muertos hasta el martes. En California, con el doble de población, hay 183.

La ciudad de Nueva York (la más poblada de EE UU con 8,6 millones de habitantes), lleva 1.000 muertos. Los Ángeles (la conurbación más poblada del país con 10 millones de habitantes), lleva 54, según el recuento de la Universidad Johns Hopkins. California tiene 40 millones de habitantes y Nueva York, 20 millones. En California el virus se detectó cinco semanas antes que en Nueva York. ¿Por qué se ha disparado el contagio en la capital del Atlántico y no en el Pacífico? Los números, tomados con mucha prudencia en una situación muy volátil, sugieren que la explicación está en una mezcla de medidas duras tomadas a tiempo y un estilo de vida de suburbio en el que el contacto es mínimo.

“El gobernador de California predecía la semana pasada que seguramente íbamos a llegar a los niveles de Nueva York, pero esas predicciones parece que se han modificado”, reconoce en un email la doctora Nadereh Pourat, profesora de Política Sanitaria en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). “Creo que California ha tomado medidas preventivas, como el aislamiento, antes que Nueva York, y la población aquí es más dispersa y eso ayuda”. Pourat advierte, sin embargo, que mientras California no haga pruebas generalizadas a la población no podrá saber la verdadera dimensión del problema.

En efecto, estos días los expertos citan razones geográficas para explicar en parte el fenómeno. Hay un caldo de cultivo especial para que prosperen los contagios en un lugar como Nueva York, único en todo el país. Se trata de la ciudad con mayor densidad de población de Estados Unidos (27.000 personas por cada milla cuadrada), seguida a buena distancia de San Francisco (unas 18.000), que es la mayor concentración de California. En Los Ángeles, a pesar de su gigantesca extensión, la densidad es de 7.000 habitantes por milla cuadrada. Nueva York es además una de las mecas del turismo mundial y recibe a más de 65 millones de visitantes al año. En Los Ángeles aterrizan 50 millones de turistas al año, pero no se quedan solo en la ciudad.

El vacío de zonas como Times Square pone la piel de gallina estos días. Habitualmente apenas se puede caminar sin chocar con gente por las aceras. Nueva York es la excepción del estilo de vida que domina en buena parte del país, donde uno se mueve con su automóvil a todas partes, vive en los suburbios y deja los centros de las ciudades desolados en cuanto se vacían las oficinas. En Nueva York, toda la ciudad abarrota los vagones de metro, el comercio de barrio y las entradas de los restaurantes. En California, millones de personas entran y salen de su casa sin compartir portal ni ascensor con nadie, y no se mueven en metro, sino en su coche.

Otra de las razones puede ser la prontitud con la que se tomaron medidas de confinamiento en California. El gobernador, Gavin Newsom, empezó a pedir que cerraran los comercios no esenciales a principios de marzo. El día 17 de marzo, los seis condados de la bahía de San Francisco (un total de 7,6 millones de personas) declararon una cuarentena con órdenes parecidas a las de España e Italia, aunque más relajadas en su aplicación por la fuerza. Fue la primera cuarentena obligatoria del país, que acaba de ser extendida dos semanas más. El día 19, la misma orden se extendió a todo el Estado y además se cerraron todos los colegios. En varias ciudades ya llevaban días cerrados. En Nueva York, después de rechazar tomar estas medidas, Cuomo decretó el confinamiento obligatorio el 22 de marzo.

En teoría, California está a punto de entrar en la tercera semana de confinamiento, la semana clave, pues es donde se tiene que ver si las medidas funcionan. Lo hace preparada para lo peor. El gobernador Newsom insiste en que hacen falta 50.000 camas de hospital más de las 80.000 que tiene el Estado. Un buque hospital de la Armada con mil camas ha atracado en Los Ángeles igual que en Nueva York. El alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, sigue advirtiendo en sus comparecencias diarias de que la ciudad está seis semanas por detrás de la ciudad de Nueva York en números y que es solo cuestión de tiempo llegar a la misma situación. A pesar de las cifras, ningún político de California quiere conceder el más mínimo margen al optimismo. Newsom dijo al dictar la orden de cuarentena que esperaba que, si le criticaban, fuera por exagerar la respuesta.

El Instituto de Métricas y Evaluación de Sanidad (IHME) de la Universidad de Washington ha publicado online un modelo sobre el impacto del coronavirus por estados. El pasado 27 de marzo, calculaba que el pico de presión sobre el sistema de salud en California se daría el próximo 24 de abril (casi 13 semanas después del primer caso) y que faltarían 300 camas de UCI. Ante la evolución de los datos, el martes predecía que el pico será el 28 de abril y no faltarán camas.

En Nueva York, sin embargo, el pico de uso del sistema de salud será el 9 de abril (cinco semanas y media después del primer caso), según este modelo. Ese día faltarán más de 62.000 camas para atender a los enfermos y 11.000 camas de UCI. Cuando todo acabe a principios de agosto, según este modelo, en California habrán muerto 5.000 personas por Covid-19. En Nueva York, con la mitad de población, habrá 15.000 muertos.

“Eso es Nueva York”, dijo el gobernador Andrew Cuomo, la semana pasada cuando hablaba del repunte de enfermos en la ciudad. “Esa cercanía, ese concepto de familia, de comunidad, eso es lo que hace que Nueva York sea Nueva York. Y es lo que nos hizo vulnerables. Pero esa cercanía será también nuestra mayor fortaleza y será por lo que venceremos al final del día. Os lo prometo. Veo cómo Nueva York responde, cómo los neoyorquinos nos ayudamos unos a otros. Eso es Nueva York”.

En general, el modelo de la Universidad de Washington es optimista respecto a las consecuencias del coronavirus en Estados Unidos si se compara con el del Imperial College. Predice por el momento que solamente habrá 83.000 muertes, una cifra que sirvió el otro día a The Wall Street Journal para escribir un editorial recordando a sus lectores que las proyecciones son eso, proyecciones, y no hay que ponerse en el peor escenario. Solo un día después, el presidente Donald Trump admitía que las proyecciones de sus expertos calculan entre 100.000 y 240.000 fallecidos.