Los azulgrana ganan un disparatado partido a partir del intervencionismo del argentino y los sorprendentes goles de De Jong, Busquets y Lenglet

Messi, sujetado por Bartra. MARCELO DEL POZO REUTERS

Messi extraña a Luis Suárez. Y, como prueba de su sociedad y amistad, el rosarino se ha convertido en pasador antes que goleador en ausencia del uruguayo: solo cuenta tres tantos desde que llegó Setién. A cambio ya suma 15 asistencias con y sin el 9. La zurda del capitán puso tres balones en el área del Betis y cayeron tres goles en el disparatado partido del Villamarín. Marcaron De Jong, Busquets y Lenglet, un defensa y dos centrocampistas, un desenlace nunca visto en el Barça. Tan raro fue el resultado y el encuentro que el Betis nunca se sintió perdedor sino que buscó consuelo en el árbitro Sánchez Martínez. La actuación del colegiado fue una calamidad para completar la ópera bufa del Villamarín. No supo cómo pitar el desconcierto futbolístico de dos equipos taquicárdicos, dispuestos en una parada de feria para decidir su suerte a la ruleta rusa, necesitados de la victoria, sobre todo el Barcelona, más exigido que nunca por el triunfo del líder Madrid en Pamplona. Messi quiere llegar el 1 de marzo al Bernabéu con opciones de ganar LaLiga.

A falta de control y de orden, y también de hilo de juego, los azulgrana se corrigieron a balón parado ante un desquiciado Betis. Los verdiblancos se decostalaron en una contienda alocada y agotadora en la caldera del Villamarín.

Hasta ocho de los 12 partidos del Barça en campo contrario han empezado con un gol en contra con independencia de quien sea su entrenador, el rival y el escenario, también en el irritado Villamarín. La ira de la hinchada, harta de los últimos arbitrajes, se dejó sentir seguramente en el criterio de Sánchez Martínez, quien dejó sin sancionar una patada de Guido a Messi. La jugada siguió y acabó con un claro penalti por manos de Lenglet después de un tiro de Fekir, tan hábil como torpe fue Semedo.

La diferencia con respecto a encuentros anteriores es que en la respuesta azulgrana fue inmediata ante el Betis. El equipo salió bien con la pelota a pies de Lenglet hasta que Messi filtró el pase para la llegada imparable de De Jong. Los goles confirmaron el carácter todavía inestable de los dos equipos, ofensivos por naturaleza y excesivamente permisivos defensivamente, muy dependientes de los matices que introducen dos técnicos de autor: Rubi y Setién.

Jugaba el Betis con muchos peloteros unidos por un volante de la personalidad de William Carvalho, recuperado de una lesión de cuatro meses, y rematados por un ariete peculiar y de tallo largo como Borja Iglesias. La escasez de recursos condiciona en cambio las respuestas del indefinido Barça. Ausente Piqué por sanción, no le quedó más remedio que recurrir a sus centrales zurdos: Lenglet y Umtiti. Tampoco jugaba Jordi Alba ni Ansu Fati. La novedad estuvo en el dibujo porque el técnico optó por el rombo con Arturo Vidal de mediapunta en el 4-4-2.

El plan no funcionó porque los matices fallaron: Arturo Vidal era más peligroso para Ter Stegen que en el área de Joel, Umtiti está fuera de forma y no se sabe muy bien qué pinta aún Junior. El Barça no tiene futbolistas contundentes en las áreas y por el contrario el Betis dispone de una enganche desequilibrante como Fekir, decisivo en el 1-0 y autor del 2-1 después de una pérdida de Arturo Vidal. Los verdiblancos sancionaron los dos fallos azulgrana y Messi y Griezmann no culminaron el laborioso despliegue de los muchachos de Setién. Al 10 le cuesta jugar y chutar sin un 9.

Lenglet y Fekir, fuera
Muy vulnerable en los dos laterales, los barcelonistas no sabían encontrar la pausa a un partido volcánico, agitado por el arte de Fekir, tan escurridizo que forzó una segunda tarjeta a Sergi Roberto que el árbitro le perdonó ante el abucheo del Villamarín. Tuvo suerte del Barça con una jugada a balón parado para entrar de nuevo en la contienda y empatar 2-2. La botó Messi y la remachó Busquets después que Bartra se quejara por un empujón de Lenglet.

El empate y el paso por el vestuario reanimaron al Barça. Messi enfocaba el arco de Joel mientras aumentaban las prestaciones con Jordi Alba y Arthur. El Betis, sin embargo, sabía que tendría su opción si encaraba y forzaba al a Umtiti. A nadie extrañó que Rubi recurriera a Loren. La suerte del partido quedó a pies de Messi. El rosarino exigió dos intervenciones seguidas de Joel antes de intentar la misma vaselina con la que la pasada temporada conquistó el Villamarín. El cuero salió junto al palo del meta del Betis.

Negado con la pelota en juego, Messi se esmeró a balón parado y sacó una falta que Lenglet cabeceó a la red de Joel. El caos se apoderó entonces de la cancha y se encendió el Villamarín. Las expulsiones de Fekir y Lenglet expresaron la destemplanza de los futbolistas y los nervios para alcanzar un triunfo que sonrió al Barça. El partido acabó con un penalti no pitado a Messi. El 10 no se rinde y el Barça se aferra a LaLiga. Messi fue el único serio en un partido de locos en Sevilla.