Desplazados sirios en la región de Idlib, este miércoles. AHMAD AL-ATRASH AFP

La población civil de la provincia siria de Idlib, de tres millones de personas, está atrapada en una ofensiva contra el último bastión rebelde a la que se ha unido el choque esta semana entre fuerzas turcas y sirias, una escalada de la confrontación que se ha saldado con ocho efectivos muertos de las tropas turcas y 13 de las sirias. Turquía teme una nueva ola de refugiados en su territorio, donde ya acoge a 3,5 millones de sirios, mientras que Siria busca recuperar las autopistas nacionales que atraviesan Idlib y son cruciales para su supervivencia económica.

Soldados regulares sirios entraron este miércoles en la estratégica Saraqeb, localidad clave en la vía que une la industrial Alepo con la capital siria. Las fuerzas del presidente sirio, Bachar el Asad, arrebataron nuevos poblados a la alianza yihadista Hayat Tahrir al Sham, liderada por la rama local de Al Qaeda. Con la operación, El Asad ha recuperado el control del 40% de Idlib tras lanzar en el mes de enero una doble ofensiva terrestre y área con el apoyo de cazas rusos.

Más de medio millón de personas han tenido que abandonar sus hogares en los dos últimos meses ante el avance de las tropas regulares sirias en la provincia de Idlib, el último gran bastión rebelde que se enfrenta al régimen -gran parte del noreste sirio está controlado por milicias kurdas-. “El 80% son mujeres y niños”, precisó este martes el portavoz regional de la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU para Siria, David Swanson. “El movimiento de desplazados es constante”, relata desde Idlib a través de mensajes de voz Um Mariam, maestra desplazada de Alepo y madre de dos menores.

“[Recep Tayyip] Erdogan no está dispuesto a aceptar más refugiados en su territorio, y pretende reubicar a parte de los 3,5 millones de sirios que acoge creando una franja al estilo de la Gaza palestina, pero en Idlib, y colindante a su frontera”, valora un diplomático europeo en Beirut. “Muchos civiles se dirigen hacia el paso fronterizo con Turquía de Bab el Hawa, hacia unos campos informales ya saturados por más de un millón de desplazados en ofensivas previas”, relata en conversación telefónica desde Idlib Mohamed Jafa, miembro de la ONG local Grupo de Coordinación de Respuesta Siria. “Bab el Hawa está a 30 kilómetros al oeste de Idlib, pero el trayecto lleva más de siete horas en coche debido a los atascos provocados por la avalancha de vehículos”, continúa Jafa.

Un grupo de ocho ONG internacionales ha alertado sobre la catástrofe humanitaria que se cierne sobre los desplazados, ha hecho un llamamiento este miércoles a un alto el fuego inmediato en la región de Idlib con el fin de evitar que la situación se siga deteriorando y ha reclamado acceso inmediato para atender a “los millones de civiles que se encuentran bajo el fuego”. “En el mes de marzo vence el acuerdo de la UE sellado con Irak y Turquía para la entrega de ayuda humanitaria transfronteriza”, advierte también en Beirut un funcionario europeo.

El avance de las tropas regulares sirias
Los combatientes en torno a Hayat Tahrir al Sham (entre 10.000 y 15.000) controlan el resto de la provincia de Idlib. “Gracias a dios no hay bombardeos en la ciudad, pero la gente tiene mucho miedo, por lo que el que tiene familia en las afueras se va, y el que no, como nosotros, deja un fardo listo por si hay que salir corriendo”, prosigue Mariam.

Conforme decenas de miles de personas llegan desde el sur huyendo de combates y bombardeos, otras tantas abandonan la capital de la comarca hacia la campiña, temiendo el rápido avance de las tropas sirias y milicias aliadas apostadas a unos ocho kilómetros. Como en toda guerra, los civiles que logran huir del epicentro de combates son aquellos que o bien cuentan con familiares en zonas más seguras o disponen de medios para hacer frente a los 90 euros que cuesta un trayecto (lo que para muchos supone entre dos o tres meses de sueldo).

“Más de 130 civiles han muerto en el mes de enero entre Idlib y el sur de Alepo”, asegura Khalil Munzer, responsable del sector médico de los consejos opositores de Idlib. A ellos se suman 350 uniformados de ambos bandos. Los colegios han cancelado las clases esta semana en la ciudad de Idlib para acoger en sus aulas a los recién llegados de otros puntos de la provincia. Vecinos consultados amparados en el anonimato aseguran que los combatientes yihadistas han prohibido a los civiles cruzar a zona gubernamental por medio de los dos corredores humanitarios habilitados. “De todas formas pocos lo intentan”, apostilla uno de ellos.

En su lugar, han marcado rutas alternativas para que los civiles que escapan de los intensos bombardeos de la aviación siria se dirijan al cantón kurdo de Afrín, ocupado por fuerzas turcas, o hacia otras ciudades del norte igualmente bajo control de milicias respaldadas por Ankara como Azaz o Al Bab. Trabajadores de ONG locales aseguran que aunque no escasean los alimentos en los mercados y que las verduras cultivadas en campos sirios son aún asequibles, el resto de productos importados desde Turquía, incluido el combustible para transporte o estufas, se vende a precios prohibitivos conforme la libra siria (SYP) protagoniza una pérdida de su valor récord con 1.000 SYP por dólar, frente a las 47 SYP de antes de la guerra.

Convertido en el principal mediador en el complejo e internacionalizado tablero sirio, Rusia intenta rebajar la escalada militar que han protagonizado esta semana Ankara y Damasco en Idlib. Fue precisamente Moscú el artífice del acuerdo sellado en septiembre de 2018 en Sochi por el que se estableció una zona de desmilitarización que se extiende desde esta insurrecta provincia hasta Hama, pasando por Alepo y Latakia. El monitoreo debía recaer sobre Rusia, Irán y Turquía en tanto que garantes del pacto. Ankara estableció 12 puestos de observación militares en suelo sirio para el desarme de las milicias afines y expulsar a las más radicales que Moscú y Damasco clasifican como terroristas. A cambio, Bachar el Asad se comprometió a frenar toda ofensiva bélica sobre una región que alberga a tres millones de civiles, en su vasta mayoría opuestos a su Gobierno.

“Dos de nuestros doce puntos de observación se encuentran detrás de la línea del Ejército sirio. Si el régimen no se retira en febrero, Turquía se verá obligada a tomar acciones por cuenta propia”, ha advertido el mandatario turco, Recep Tayyip Erdogan, quien no ha dudado en dar un ultimátum al presidente sirio si éste no retira a sus tropas de la provincia siria de Idlib.

Por su parte, Bachar el Asad ha vuelto a reiterar que está determinado a recuperar “hasta el último centímetro del territorio nacional”. Desde la firma de Sochi, Damasco ha lanzado cuatro ofensivas militares sobre Idlib y la alianza yihadista Hayat Tahrir al Sham (HTS), de la órbita yihadista de Al Qaeda se ha impuesto sobre las milicias salafistas respaldas por Ankara como sobre la población civil. Frente al rápido avance de las tropas regulares sirias, los servicios de inteligencia turca negocian con HTS el redespliegue de 500 milicianos sirios afines a Ankara en el sur de Alepo y norte de Idlib, según informaciones del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos.