El candidato del Movimiento al Socialismo, Luis Arce, este lunes. MARTÍN ALIPAZ EFE

Dos grandes frentes de derecha y una importante alianza de centro enfrentarán en las elecciones del 3 de mayo al Movimiento al Socialismo (MAS), que aparece en las encuestas como la primera fuerza política boliviana, tres meses después del derrocamiento del expresidente Evo Morales. En el último día de inscripciones para los comicios, Morales fue anotado por su partido como candidato a senador por la región de Cochabamba. Los candidatos del MAS a la Presidencia son el exministro de Economía Luis Arce y el líder indígena David Choquehuanca.

El expresidente había pedido a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que protegiera esta inscripción de los intentos del Gobierno provisional de Jeanine Áñez de impedirla por “medios ilegales”. Se refería al arresto hace pocos días de su apoderada, Patricia Hermosa, acusada de complicidad con el terrorismo, al decomiso por la Policía de la libreta militar que Hermosa llevaba consigo y al allanamiento, este lunes, de la oficina del delegado del MAS ante el Tribunal Electoral. Estas medidas policíacas no lograron evitar el registro electoral de Morales, pero se espera que de todas formas este no sea aceptado por el Tribunal Electoral, ya que el expresidente se encuentra exiliado en Argentina y una de las condiciones para competir es tener residencia en el país durante los dos años precedentes a las elecciones.

En las semanas previas al cierre de las inscripciones, sectores medios y altos de la sociedad, protagonistas de las protestas que terminaron en la renuncia de Morales, exigieron que los partidos contrarios al expresidente formaran una sola coalición electoral, que asegurase que “el MAS no vuelva al poder”. Finalmente, sin embargo, los partidos opositores al partido izquierdista se dividieron en cinco distintas fórmulas de derecha, dos de las cuales se encuentran en los primeros lugares en las encuestas; así como en una fórmula de centro, que también está en el pelotón de vanguardia.

Entre los principales frentes conservadores se halla Juntos, que postula a la Presidencia a Añez y a la Vicepresidencia al tradicional opositor al Gobierno del MAS Samuel Doria Medina. La alianza entre Doria y Áñez fue una de las sorpresas de la campaña. Otra candidatura derechista destacada por las encuestas es la formada por los exdirigentes cívicos Luis Fernando Camacho y Marco Pumari, que se atribuyen la responsabilidad por el derrocamiento de Morales. Cuentan con el apoyo de “La Resistencia”, la red de grupos juveniles que se formó durante la pasada crisis política para chocar físicamente contra los adherentes del MAS.

Estas dos facciones son igualmente religiosas y exhiben como uno de sus logros el haber “devuelto la Biblia al Palacio de Gobierno”. Áñez es la primera presidenta evangélica de la historia de Bolivia y nombró como Ministro de Educación a un político de su misma confesión que, en el pasado, propuso combatir el alto índice de feminicidios armando a las mujeres, “pero no a cualquier loca”. Camacho es un ferviente católico que lleva a todas partes un rosario enroscado en su muñeca y, en las concentraciones cívicas que ha organizado, dejó que participaran “exorcistas” y otros animadores religiosos.

Sin embargo, el postulante propiamente confesional es el pastor presbiteriano Chi Hyun Chung, que repite su postulación luego de haber logrado un 8% de los votos en las últimas elecciones, que fueron anuladas por fraude. En ambas alianzas conservadoras predominan miembros de la élite del oriente del país, lo que rompe una larga tradición de preponderancia de los políticos del noroeste del territorio, en particular de La Paz.

El candidato paceño es Carlos Mesa, el único en una posición de centro. Mesa ha prometido continuar algunas políticas de Morales y no ha condenado con el mismo rigor que los demás el pasado inmediato del país. El expresidente Mesa fue la principal carta de la oposición en las últimas elecciones, con el 37% de los votos. Su intención de voto ha bajado bastante, pero todavía aparece como primer o segundo rival del MAS en el grueso de las encuestas.

La fragmentación de los contrarios al MAS, que se ha afianzado como la primera minoría, permite anticipar que ningún frente le ganará claramente al partido de Morales. La ausencia de un puntero claro abre la posibilidad de que, por primera vez en la historia democrática del país, sea necesario un desempate en junio. En ese escenario, lo más probable es que el partido opositor al MAS que logre pasar a la segunda vuelta sea el que finalmente gane. El 70% de los bolivianos no votaría por el partido de Morales nunca más, según las encuestas.

Al inscribir sus listas, Arce señaló que la suya es “la única opción que representa los intereses de los más humildes. De los hermanos indígenas, campesinos, de las clases medias empobrecidas”. Excepto por Morales, los candidatos parlamentarios del MAS son poco conocidos. La mayoría fueron elegidos por los sindicatos y las organizaciones del partido sin hacer concesiones a la mercadotecnia electoral, como ocurría cuando esta formación gobernaba Bolivia.