Francia y los cinco países de la franja del Sahel cerraron filas este lunes ante el empuje yihadista en la región y los brotes de sentimiento antifrancés tras siete años de incierta misión antiterrorista. En una cumbre en Pau (departamento de los Pirineos Atlánticos), el presidente Emmanuel Macron y sus homólogos del llamado G5: Malí, Chad, Níger, Burkina Faso y Mauritania reconocieron los fracasos recientes de la estrategia actual. Los líderes acordaron reforzar la coordinación militar, precisar el ámbito de la operación y ampliarla a otros países europeos.

“El aumento de los ataques, la destrucción que sufrimos y la crisis humanitaria sin precedente nos ha interpelado. Hay que pasar a una etapa superior en la coordinación de nuestras operaciones. Los resultados están por debajo de las expectativas”, dijo Roch Marc Christian Kaboré, presidente de Burkina Faso, en una rueda de prensa junto a Macron y los líderes de Malí, Ibrahim Boubacar Keïta; de Mauritania, Mohamed Ould Cheikh El Ghazouani; de Níger, Mahamadou Issoufou; y de Chad, Idriss Déby Itno. “Necesitamos resultados militares rápidos”, añadió.

El objetivo en Pau era doble. Primero, político: renovar el compromiso de los cinco países del Sahel con la presencia francesa y lograr que estos aclarasen que Francia se encuentra ahí a petición suya y no con ningún afán intervencionista. “¿Desean nuestra presencia? Y, ¿nos necesitan?”, reaccionó Macron en diciembre a las manifestaciones y declaraciones contrarias a la presencia francesa. El mensaje, en vísperas de la cumbre, tenía el tono de una amenaza velada: o los socios despejaban estas inquietudes, o París podría retirar sus militares.

La cumbre dio una respuesta clara a esta petición. “Los jefes de Estado del G5 de Sahel han expresado el deseo de la continuación del compromiso militar de Francia en el Sahel y han abogado por un refuerzo de la presencia internacional a su lado”, se lee en un comunicado. Ante la posible retirada de Estados Unidos, el texto expresa “su reconocimiento” y “el deseo de su continuidad”

El segundo objetivo en la cumbre era dar una respuesta militar al deterioro de la situación sobre el terreno. En un informe al Consejo de Seguridad de la ONU publicado en noviembre, el secretario general, António Guterres, explicó que en 2019 más de 1.500 civiles habían muerto en Malí y Burkina Faso y que más de un millón de personas habían sido desplazadas en los países de la región, el doble que en 2018. Las bajas militares también han sido considerables. El viernes murieron 89 soldados de Níger en un ataque a una base militar cerca de la frontera con Malí. El 10 de diciembre 71 personas murieron en otro ataque a una base en el mismo país.

No sólo Barkhane —el nombre de la operación francesa que comenzó en 2013— seguirá en la región sino que reforzará su coordinación militar con el G5 bajo un nuevo nombre: Coalición por el Sahel. El presidente francés anunció el envío de 220 militares más, además de los 4.500 ya desplegados.

Francia, que desde el inicio de las operaciones subraya que abarca un espacio más grande que Europa y que tiene bases dispersas por todo el territorio, apoyaba la idea de concentrarse a una zona más reducida. Macron anunció en la rueda de prensa la creación de un mando conjunto de Francia y el G-5 para combatir prioritariamente al Estado Islámico del Gran Sáhara en la zona fronteriza entre Malí, Burkina Faso y Níger.

Un aspecto clave de la coalición será la presencia de un grupo de fuerzas especiales europeas —no sólo francesas— bautizado como Takuba. A la cumbre asistieron, además de los dirigentes de Francia y el G-5, el secretario general Guterres; el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel; y el alto representante para la política exterior y de seguridad común de la UE, Josep Borrell.

Macron propuso la cumbre después de la muerte de 13 militares franceses a finales de noviembre al chocar dos helicópteros durante una operación antiterrorista en Malí. Fue la mayor pérdida de vidas de las fuerzas armadas francesas en escenario bélico desde Beirut en 1983. El accidente fue un recordatorio de los costes para Francia de una guerra lejana, sin objetivos definidos ni un final a la vista. Algunos comentaristas lo comparan, salvando las distancias, con un Afganistán francés. Siete de los fallecidos pertenecían al 5º regimiento de helicópteros de combate, con sede en Pau. De ahí que esta ciudad del suroeste de Francia se eligiese como sede de la reunión.