El canciller mexicano Marcelo Ebrard, el martes durante la inauguración de reunión de embajadores y cónsules. SÁSHENKA GUTIÉRREZ EFE

La primera reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) con el Gobierno del mexicano Andrés Manuel López Obrador como anfitrión ha estado marcado por la ausencia de la crisis de Venezuela y Bolivia, los dos asuntos políticos más candentes. Frente a 29 cancilleres y vicecancilleres, el ministro mexicano de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, dio el pistoletazo de salida este miércoles a una cita llamada a apuntalar el liderazgo regional de México y su capacidad para convertirse en mediador en un contexto donde los bloques tradicionales se diluyen.

La presidencia mexicana, sin embargo, comenzará con dos heridas abiertas: la de Bolivia, cuyo nuevo Gobierno canceló su asistencia, y la de Venezuela, que vive días convulsos tras las maniobras del chavismo para arrebatar el control de la Asamblea a Juan Guaidó con una votación descalificada por la Unión Europea y Estados Unidos. Esta vez, sin embargo, las críticas internacionales incluyeron los reproches de México y, con mayor intensidad de Argentina. Ante estas dos polémicas la CELAC guardará silencio. La agenda diseñada por México hasta el 8 de enero de 2021 obviará, previsiblemente, los temas polémicos o que obliguen a un posicionamiento común en el ámbito político.

Los 14 puntos en los que trabajarán durante los próximos meses eluden aspectos ideológicos o políticos y se centran en objetivos concretos y medibles, que tienen que ver con cooperación comercial, espacial o en caso de desastres naturales. Además de estrechar la colaboración con China, Latinoamérica trabajará en una “metodología CELAC de lucha contra la corrupción”, dijo Ebrard al enumerar los objetivos. “Tenemos tendencia a maximizar los desacuerdos”, reconoció el canciller mexicano al terminar la primera sesión que definió como “cordial y respetuosa”.

México aspira a que su presidencia de la CELAC sirva para consolidar su papel de árbitro gracias a la doctrina Estrada- que proclama la no intervención en cuestiones que afecten a otros países- y que define los hilos de la política exterior de López Obrador, considerada por él mismo como “ejemplar”. “La política exterior de México es ejemplar. Es algo reconocido en todas partes, ya de nuevo empiezan a hablar de que México, como se decía antes, es el hermano mayor en América Latina y El Caribe”, afirmó el pasado martes el mandatario mexicano. La CELAC, fundada hace diez años con el impulso de Hugo Chávez y Lula da Silva, cuenta con la participación de todos los países del continente salvo Estados Unidos y Canadá -a diferencia de lo que ocurre en la Organización de Estados Americanos (OEA)-, lo que equivale al 7,1% del PIB mundial.

Pero aunque la CELAC eluda los temas espinosos, estos se colaron en la cita del miércoles desde el primer instante. Al traspaso de la presidencia no acudieron ni Bolivia ni Brasil, confirmó Ebrard sin añadir más detalles. En los meses venideros, el organismo tendrá que sobrevolar por una región que transitará entre comicios, tensiones y estancamiento económico. El 3 de mayo Bolivia irá a elecciones. Paralelamente Venezuela, Nicaragua o Chile auguran un tenso año en la calle y en el Congreso.

A medio plazo, en el seno de la CELAC podría cocinarse, según varias fuentes, el impulso de una posible renovación en la secretaría general en la OEA, una de las situaciones más delicadas en la agenda. La dirección actual de Luis Almagro es vista como una inutilizada para la mediación, pero cuenta con el respaldo de Estados Unidos, principal financiador del organismo. México y Argentina son partidarios de impulsar la candidatura de María Fernanda Espinosa, excanciller ecuatoriana, que podría sumar algunos apoyos en el Caribe. Para que saliera adelante deben convencer a otro grupo importante de países como Canadá -ausente de la CELAC-, Chile, Bolivia, Uruguay, Colombia o El Salvador que, a priori, respaldan a Almagro.

En el último fin de semana empezó a gestarse la tercera vía mexicana y, cuando ambas cancillerías criticaron lo sucedido en Caracas con Juan Guaidó. México hizo votos para que la Asamblea Nacional pueda elegir democráticamente a su junta directiva y advirtió que “el legítimo funcionamiento del Poder Legislativo es pilar inviolable de las democracias”. Por su parte, la Cancillería argentina, consideró “inadmisible para la convivencia democrática” lo ocurrido y convocó a recuperar “a la brevedad la normalidad democrática” y el resguardo de la independencia de poderes en Venezuela. Argentina reconocía de esta forma, que el Gobierno de Maduro no es democrático. La postura de ambos países no pasó desapercibida para Elliott Abrams, el alto funcionario del Departamento de Estado, quien aplaudió el cambio.

En cuanto sus intereses inmediatos, México quiere impulsar imponer su agenda de desarrollo regional para los países del Triángulo Norte de Centroamérica, un proyecto que busca a toda costa financiadores. Horas antes de la reunión de la CELAC, todos los embajadores y cónsules de México escucharon el proyecto de Alicia Bárcena, secretaria general de la Cepal, el organismo dependiente de la ONU, con el objetivo de que activen todos los resortes posibles para lograr dinero en una futura conferencia de donantes.