El sentimiento mexicano anti Trump podría estar obnubilando el enfoque estratégico que requiere la llamada del presidente Donald Trump al presidente López Obrador para ofrecerle apoyo en la guerra contra las organizaciones criminales transnacionales.

Un imperio no puede tener su enorme puerta fronteriza del sur abierta no sólo a la migración ilegal –hoy un problema grave–, sino a una variedad compleja de grupos criminales especializados.

Con el PRI, con el PAN y ahora con Morena, México sigue siendo el problema número uno de seguridad nacional de los EE. UU. Quien no entienda este principio estará cometiendo errores geopolíticos muy costosos. El gobierno de López Obrador debió haber entendido esta lógica de la dominación geopolítica cuando Trump amenazó con castigos arancelarios si México no controlaba la migración ilegal.

Trump ha exacerbado el viejo temor instalado en esa comunidad de inteligencia y seguridad nacional de Estado clandestino instalada por Ronald Reagan y la CIA: la tesis del analista de la CIA, Constantine Menges de que la inestabilidad política de México a mediados de los ochenta estaba generando un Irán “next door” o como vecino, apanicada la Casa Blanca por la revolución del Ayatola Jomeini en Irán. Este argumento se instaló desde entonces en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca y se usa cada que ven riesgos de inestabilidad en México que pudiera provocar un aumento del flujo ilegal de migrantes.

Existen cuando menos siete documentos formales que establecen la existencia de los EE. UU. como un Estado de Seguridad Nacional, imperial y erigido sobre la explotación y dominación de los demás. Y México está siendo procesado dentro de estos enfoques de seguridad nacional militarizada:

1.- Estrategia para el combate de las organizaciones criminales trasnacionales de 2011. Obama estableció ahí un criterio imperial: “proteger a los estadunidenses y a nuestros socios”, del daño, la violencia de las redes criminales. Asimismo, “ayudar a sus socios” a “cortar alianzas de los criminales con el Estado”. El enfoque es intervencionista:

2.- Estrategia nacional de lucha contra los narcos en el suroeste de la frontera, de mayo de 2016. El objetivo incluye la presión a México y Centroamérica a aceptar la ayuda estadunidense en la modernización de sus instituciones de justicia y gobierno. A través de este acuerdo, los EE. UU. asumen la dirección de las oficinas mexicanas y centroamericanas de seguridad.

3.- Estrategia de seguridad nacional, de diciembre de 2017. Esta directriz le da continuidad al modelo de vincular la política exterior con la política militar de defensa nacional y dominación imperial. Sus cuatro principios van más allá de sus fronteras: protección de la patria, promoción de la prosperidad en otros países, la paz a través de la fuerza y el avance de la influencia estadunidense en el mundo.

4.- La estrategia de defensa nacional de 2018. El principio rector de la defensa nacional de los EE. UU. es muy claro: defender la patria con la preeminencia del poder militar en el mundo, para asegurar que los equilibrios de poder permanezcan a favor de los EE. UU y promover un orden internacional que sea más propicio a la seguridad y la prosperidad de los EE. UU. Esta doctrina impone la seguridad nacional de los EE, UU. como un paraguas sobre otras naciones. Y anuncia una base de innovación de seguridad nacional sin igual en el siglo XXI.

5.- Estrategia nacional contraterrorista, de octubre de 2018. Los EE. UU. se hacen cargo de combatir el terrorismo fuera de sus fronteras y en países aliados.

6.- Estrategia nacional para control de drogas, de enero de 2019. Este documento atiende a atención a dicciones, pero deja claro que los EE. UU. lucharán contra el flujo de drogas en los países productores y de trasiego, entre ellos México.

7.- El Memorándum Ejecutivo de agosto de 2019 para nombrar a los países que no controlan las drogas que se consumen en los EE. UU., en cuya lista fue incluido México.

Así que no es Trump, sino el Estado de Seguridad Nacional.

Sinaloa normalizada. Como para mandar el mensaje de que la crisis en Culiacán del 17 de octubre fue un suceso aislado, el gobernador Quirino Ordaz Coppel aumento su actividad política e inauguró el “Paseo de la Alegría” en el Parque Las Riberas de la capital estatal, en un evento que congregó a 10 mil personas, entre ellas familias enteras. El evento debe interpretarse como un evento de normalización de la vida cotidiana, luego del colapso anterior. La inauguración fue después de una marcha social para asentar los deseos de paz de los ciudadanos. Sinaloa quiere borrar la imagen de narcoestado que ha dejado El Chapo. Y que el Cártel de Sinaloa se asuma como lo que es: el Cártel de El Chapo.

Política para dummies: La política es un juego de dominación.

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