Un vendedor en una perfumería de Hong Kong espera clientes.AP

La economía de Hong Kong se contrajo bruscamente en el tercer trimestre y entró en recesión, superando las peores estimaciones de los economistas sobre los daños de las protestas que duran ya casi cinco meses.

El Producto Interno Bruto (PIB) del tercer trimestre se contrajo 3.2 por ciento respecto a los tres meses anteriores, tras un retroceso del 0.4 por ciento en el segundo trimestre. Se trata de la peor caída desde 2009, a raíz de la crisis financiera mundial. Dos periodos consecutivos de crecimiento negativo implican que Hong Kong ha entrado en una recesión técnica.

El debate económico ahora se centra en cuánto durará la recesión, en si los destellos de estabilización más recientes apuntan a un fondo, y si la guerra comercial entre Estados Unidos y China y las manifestaciones han causado un daño duradero. El secretario de Economía, Paul Chan, ha dicho esta semana que una contracción económica para todo el año es “muy probable”.

Como ejemplo de la crisis que se vive en la zona, está la sastrería de Ashfaqur Rahman, a unos pasos del principal atractivo turístico de Hong Kong, que suele ser un lugar de parada habitual para los turistas, que se acercan a ver los rollos de tela y tomarse las medidas para hacerse trajes. Ya no.

La actividad económica se ha desplomado desde que comenzaron las protestas en el núcleo financiero asiático a principios de junio.

Las filas antes habituales de compradores chinos ante las tiendas de lujo han desaparecido. Las joyerías no tienen clientes, y sectores asociados como el de transportes, también están acusando el golpe.

Rahman señaló que sus ventas mensuales han caído 80 por ciento, desde una media de 200 mil dólares de Hong Kong (25 mil 500 dólares) en tiempos mejores.

Su tienda se encuentra en una calle estrecha cerca de Nathan Road, en el distrito de Tsim Sha Tsui, que reúne hoteles de lujo, joyerías exclusivas y tiendas de moda ante el impresionante paisaje del Puerto Victoria.

Pero en las últimas semanas, el barrio se ha convertido en una zona de combate de las protestas, donde manifestantes vestidos de negro chocan por las noches con policías antimotines que emplean gas lacrimógeno y un cañón de agua.

“Es lo peor que hemos visto”, afirmó Rahman, un inmigrante de Bangladesh que abrió la sastrería hace 14 años. Ahora sus ventas apenas cubren el alquiler, y él y su socio han recurrido a sus ahorros para pagar a sus cinco empleados. No estaba seguro de que pudieran seguir abiertos si no se resolvía el conflicto, en medio de protestas cada vez más violentas.

Las previsiones para todo el año apuntaban a una contracción de la economía en 2019, sin indicios de un cambio de tendencia.

Las protestas han afectado en ocasiones a infraestructuras importantes, cerrando el aeropuerto, la red de metro, calles importantes y túneles.

La operadora ferroviaria MTR, propiedad del gobierno, ha empezado a cerrar los servicios de metro antes de lo habitual por las tardes, reduciendo aún más el gasto del consumidor.

Con información de AP