MADRID.- El presidente de la UEFA, el esloveno Aleksander Ceferin, se comprometió a “hacer todo lo que sea posible para eliminar el mal del racismo del futbol”, pero dijo que “las federaciones no pueden resolver solas este problema” y que “los gobiernos tienen que hacer más en este ámbito”.

Ceferin se expresó así después de los incidentes registrados ayer en el partido de clasificación para la Eurocopa 2020 entre las selecciones de Bulgaria e Inglaterra jugado en Sofía, que fue interrumpido dos veces por el árbitro y estuvo a punto de ser suspendido por el comportamiento racista del público local.

Hubo una época, no hace mucho tiempo, en que la familia del futbol pensaba que el azote del racismo era un recuerdo lejano. Los últimos dos años nos han enseñado que ese pensamiento era, en el mejor de los casos, complaciente. El auge del nacionalismo en todo el continente alimentó algunas conductas inaceptables y algunos asumieron la responsabilidad de pensar que una masa de aficionados al futbol es el lugar adecuado para dar voz a sus espantosas opiniones”, dijo el presidente en un comunicado.

En el mismo aseguró que “algunas de las opiniones expresadas sobre el enfoque de la UEFA en la lucha contra el racismo han estado muy lejos de la realidad” y aludió a la “estrecha colaboración” de ésta con la red FARE (Football Against Racism Europe) para poner en marcha un protocolo de tres fases para identificar y abordar los comportamientos racistas durante los partidos.

“Como órgano de gobierno, sé que no vamos a ganar ningún concurso de popularidad. Las sanciones de la UEFA se encuentran entre las más duras dentro del mundo del deporte para los clubes y federaciones cuyos seguidores muestran comportamientos racistas en nuestros partidos. La sanción mínima es el cierre parcial del estadio, una medida que le cuesta a los anfitriones al menos cientos de miles en ingresos perdidos y que estigmatiza a sus seguidores”, apuntó.
LA UEFA, UN EJEMPLO

El presidente destacó que “la UEFA es el único organismo del futbol que sanciona a un jugador durante diez partidos por comportamiento racista, siendo el castigo más severo que se implanta”.

“Creedme, la UEFA está comprometida con hacer todo lo posible para eliminar esta enfermedad del futbol. No podemos permitirnos estar satisfechos con esto, debemos esforzarnos siempre por fortalecer nuestra determinación”, insistió.

No obstante, Ceferin consideró necesario que “la familia del futbol (desde los administradores hasta los jugadores, entrenadores y aficionados) trabaje con los gobiernos y las ONGs para luchar contra los racistas y marginar sus aborrecibles opiniones fuera de la sociedad”.

“Las federaciones de futbol no pueden resolver por sí solas este problema. Los gobiernos también tienen que hacer más en este ámbito. Sólo trabajando juntos en nombre de la decencia y el honor podremos progresar”, manifestó.