El 15 de septiembre de 1847, no fue la bandera de México la que ondeó en Palacio Nacional, sino la de Estados Unidos cuyo ejército había entrado a la capital mexicana después de invadir el país y ganar sucesivas batallas, entre ellas las de Churubusco, el Molino del Rey y el castillo de Chapultepec.

En esta última, murieron dos días antes de esa fecha los llamados Niños Héroes y ese episodio figura o figuró en los libros de texto gratuitos, pero embajadores de Washington en México han tratado de que sea suprimido para que los estudiantes mexicanos de las nuevas generaciones no se enteren.

“Las autoridades de la SEP en algunas épocas han buscado formas de atender ese reclamo de las autoridades estadounidenses”, según el testimonio de quien fue asesor de nueve secretarios de Educación Pública entre 1980 y 2000, Vicente Oria Razo. “Esa presión se mantiene hasta hoy” (2009), asegura.

La invasión militar a México en los años 1846-1848 tuvo su origen en el apetito expansionista de Estados Unidos y culminó con la pérdida de la mitad del territorio mexicano. Esa ofensiva fue considerada injusta por destacados estadunidenses de aquella época y fue una de las causas de la Guerra Civil en la vecina nación.

El episodio del castillo de Chapultepec tuvo lugar el 13 de septiembre de 1847. En esa fecha, según datos del historiador revisionista Alejandro Rosas (revista Relatos e historias en México, septiembre 2009), unos 1,200 elementos del Ejército mexicano y 50 cadetes del Colegio Militar, hicieron la estéril defensa de la plaza.

Seis de aquellos cadetes, con edades entre 14 y 20 años, murieron (además de unos 600 soldados regulares) y sus restos fueron “encontrados”, tal vez no por una coincidencia sino por un interés político, exactamente un siglo después, en 1947, y el presidente Miguel Alemán propuso inscribir sus nombres con letras de oro en la Cámara de Diputados.

Los restos de Juan de la Barrera, Francisco Márquez, Fernando Montes de Oca, Agustín Melgar, Vicente Suárez y Juan Escutia fueron autenticados por miembros de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, y no por antropólogos físicos o médicos forenses, y se encuentran en el Altar a la Patria, al pie del castillo de Chapultepec.

De acuerdo con Rosas, Juan Escutia no se envolvió en una bandera ni se lanzó con ella al vacío para salvaguardarla, y da como prueba el hecho de que ese pendón fue devuelto por Estados Unidos a México en la época del presidente José López Portillo.

Según Rosas, quien cita como fuente un escrito de Guillermo Prieto, fue el capitán Margarito Zuazo quien defendió la bandera del Batallón Mina en la batalla del Molino del Rey cinco días antes, y para ello, ya moribundo, se la enredó en la cintura y luego la entregó al comandante de apellido Alemán.

Conocido por su afán de desmitificar “la historia oficial” (que comenzó con la obra México a través de los siglos) y darles un lugar a los conservadores, Rosas dice en esa publicación que hubo otro “niño héroe” que resultó herido en Chapultepec, pero fue “condenado al infierno cívico”: se trató de Miguel Miramón, quien años después fue fusilado junto con Maximiliano como traidor a la patria.

La epopeya de los Niños Héroes, que no figura en las versión compendiada de México a través de los siglos (Océano, 1991), tampoco fue incluida en los libros de texto gratuitos que editó la Secretaría de Educación Pública en 1992 (quién sabe después, con eso de que la Historia de México dejó de importar a los neoliberales), pero el caso pasó casi desapercibido porque la polémica se dio en torno a que, en cambio, sí aludían a la matanza de 1968 en Tlatelolco.

Oria Razo difundió por la agencia Amex sendos artículos (4 y 11 de septiembre de 2009) según los cuales, “los embajadores de Estados Unidos en forma personal en diferentes épocas le han pedido a los titulares de la SEP que se supriman de los textos oficiales de historia (…) las partes que se refieren a la invasión del Ejército de su país a México…”.

El ya desparecido autor de diversos libros, entre ellos El SNTE, el magisterio y la educación, indicó también que “particularmente (esos embajadores han pedido) que desaparezcan los Niños Héroes”. En sus textos con el antetítulo genérico de ‘Banderas al viento’, refirió además que eso “ha sido inocultable”.

Requerido para más detalles, explicó que “de lo que yo soy testigo es de las presiones de los embajadores de Estados Unidos para suprimir de los textos oficiales el tema de los Niños Héroes”, y agregó que “el único testimonio escrito que conozco es el que yo he escrito”.

“Fui secretario técnico y asesor de los nueve secretarios de Educación Pública que tuvo el país de 1980 al año 2 mil y con algunos comenté este conflicto de funcionarios de EU con la historia de México”, concluye el testimonio del amigo, periodista y maestro Vicente Oria Razo.

*Versión revisada del texto del autor, publicado originalmente hace diez años -13 de septiembre de 2009- por la agencia Amex con el título “Embajadores estadunidenses, en conflicto con los Niños Héroes”.