Primer nivel de operación
Rosario Robles y el pudrimiento
La caída de Rosario Robles Berlanga en prisión es parte de un dilatado proceso de descomposición ética y política de franjas de izquierda partidista (franjas con muy diversa textura y hondura) que, llegadas al poder, se convirtieron en miméticas muestras grotescas de lo que antaño juraban militantemente que habrían de combatir. Por lo pronto, y en espera de deseables ejemplos de que la batida contra la corrupción alcanzará a peñistas más representativos y no sólo a una ex izquierdista a la que se considera traidora o colaboradora con el enemigo, el caso Robles ejemplifica y advierte sobre los graves riesgos de deformación de los postulados discursivos cuando se ejerce el poder político a plenitud.
Con Rosario Robles participaron de manera destacada dos personajes colocados en extremos del abanico progresista o izquierdista que acompañó a dicha secretaria en las dos importantes oficinas que dirigió durante la administración de Enrique Peña Nieto: Emilio Zebadúa González (Chiapas, enero de 1961) y Ramón Sosamontes Herreramoro (Chilpancingo, Guerrero, septiembre de 1951).
Zebadúa es licenciado en economía por el ITAM y en derecho por la UNAM y doctor en economía por la Universidad de Harvard y en derecho por la UNAM. Pasó de ser consejero ciudadano del Instituto Federal Electoral a la secretaría general del gobierno de Chiapas y a una diputación federal por el Partido de la Revolución Democrática. Luego encajó en el perfil intelectual deseado por Elba Esther Gordillo para adornar una fundación del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y terminó convirtiéndose en el operador principal de Rosario Robles, al fungir como oficial mayor en las secretarías de Desarrollo Social (Sedesol) y de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu). Distintas referencias confiables lo ubican como el segundo nivel ejecutivo en cuanto a las maniobras cuyo ejemplo más conocido es la estafa maestra.
Sosamontes Herreramoro, licenciado en relaciones internacionales por la UNAM, fue militante de los partidos Comunista de México (PCM), Socialista Unificado de México (PSUM), Mexicano Socialista (PMS) y de la Revolución Democrática (PRD). Desarrolló una relación directa con Robles Berlanga (él fue quien le presentó al empresario de origen argentino Carlos Ahumada y, según publicó este en su libro Derecho de réplica, hubo múltiples actos relacionados con dinero y recursos invertidos en Rosario como política y el PRD como plataforma). Fue jefe de la Oficina de la titular de Sedesol y responsable de comunicación social. Operador político, electoral y financiero, junto con Zebadúa constituye el escalón inmediatamente inferior a Robles en la pirámide de corrupción que ahora tiene a la economista de las faldas bien puestas en la cárcel para mujeres de Santa Martha Acatitla.
El secretario de Hacienda, Arturo Herrera, hizo ayer cosas que tal vez fueran buenas, pero él mismo propició que parecieran malas. Una sola fotografía periodística, tomada por Jannet López Ponce para el diario Milenio, generó una serie de naturales preguntas de medios de comunicación sobre una presunta reunión en Palacio Nacional de los ex secretarios de Hacienda, los josé antonios Meade Kuribreña y González Anaya con el mencionado Herrera. Preguntado por reporteros sobre el tema, el sucesor de Carlos Urzúa quiso juguetear para eludir, y llegó a decir que tal vez los mencionados ex secretarios se habrían reunido entre ellos en el centro del máximo poder político mexicano.
La verdad, que tuvo que reconocer horas más tarde el funcionario del gobierno obradorista, es que sí hubo tal reunión, en un contexto de aprovechamiento de experiencias de ex ocupantes de la cartera de Hacienda, según explicó Herrera, aunque muchas especulaciones generó tal sesión en el contexto de la detención de Robles Berlanga, cuya defensa legal aseguró que ella había informado de las irregularidades habidas en Sedesol al secretario de entonces, Meade Kuribreña.
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