Hoy se conmemora un siglo del nacimiento de este químico de profesión que sobrevivió al horror nazi para contarlo

CIUDAD DE MÉXICO.- Prolija y breve sean acaso dos calificativos ideales para describir la obra literaria de Primo Levi (31 de julio de 1919-11 de abril de 1987), de quien hoy se cumple un centenario de su nacimiento.

Reconocido fundamentalmente como novelista por Si esto es un hombre (1947), obra que se interna el ocaso de la vida europea vista desde los campos de concentración de Auschwitz, Levi fue, sobre todo, un destacado tejedor de cuentos, género desde el cual fustigó el Holocausto y el exterminio, y lo nutrió de ficción y de la alquimia de la palabra.

En entrevista con Excélsior, la poeta, traductora, narradora y ensayista Enzia Verduchi hace un análisis de la obra del escritor turinés, así como de la condición de Primo Levi como testigo de los campos de concentración nazi y el valor en las letras italianas del autor de Los hundidos y los salvados.

Creo que la esencia narrativa de Primo Levi es cuentística. Él mismo relató que cuando se encontraba en Auschwitz iba escribiendo lo que le sucedía, sus vivencias. Luego destruía esos breves escritos para no ser sorprendido con ellos y eso pudiera costarle la vida. Posteriormente, agrupó todos esos escritos que guardó mentalmente en Si esto es un hombre.

Al igual que en la obra de Ismail Kadaré (Albania, 1936), encuentro en Levi una conexión entre sus relatos breves, sus novelas y su poesía. Poemas que inspiraron cuentos, cuentos que devienen en novelas, líneas de novelas que se resumieron en el verso de un poema”, afirma la escritora nacida en Roma.

Dentro de su obra cuentística están Historias naturales (1966), Defecto de forma (1971), Lilit y otros cuentos (1971), El sistema periódico (1975), Última navidad en guerra (1984), así como algunos cuentos dispersos. Dentro de sus novelas, Si esto es un hombre (1947), La tregua (1963), La llave estrella (1978); dentro de su poesía se encuentra A una hora incierta (1984), mientras que en ensayo Los hundidos y los salvados (1986).

En el prólogo de los Cuentos completos, publicados en español por El Aleph Editores, el crítico y académico italiano Marco Belpoliti reconoce que “Primo Levi es un escritor de cuentos. Todas sus obras, con excepción de la novela Si ahora no, ¿cuándo?, son libros de cuentos que contiene microtextos dentro de un macrotexto”.

Químico de profesión, Primo Levi nunca separó esta ciencia de su labor como escritor. Prueba de ello es El sistema periódico, quizá el más importante de sus libros de cuentos. La comunicación entre ciencia y narrativa germinó en la alquimia de la palabra.

Considerando la formación profesional de Primo Levi como químico, por supuesto que podríamos pensar en él como un escritor de la alquimia. El sistema periódico es la trasmutación de los elementos químicos con rasgos de la vida cotidiana, con la asociación de las raíces en latín o griego de cada elemento, como el caso de xenón, que significa ‘extranjero o extraño’. Conjuga perfectamente lo científico con lo afectivo, la experiencia, el recuerdo de los pequeños detalles que hacen la vida.

En cada uno de los relatos retoma pasajes o experiencias de su infancia y adolescencia, y los relaciona con algún elemento químico. Salvo en Vanadio, donde relata un reencuentro con uno de sus carceleros de Auschwitz poco después de concluida la Segunda Guerra Mundial, todos son relatos, cuentos. La característica principal es que es una narrativa confesional y ése es el tono de Primo Levi en todos sus textos, incluida, por supuesto, su poesía”, afirma Verduchi.

Deportado en febrero de 1944 a los campos de Auschwitz junto con un grupo de judíos, Primo Levi pasó el resto de su vida intentando que el exterminio nazi no se olvidara nunca. Su experiencia en el Lager es la memoria viva de su obra literaria, como lo demuestra su poema Si esto es un hombre: “Pensad que esto ha sucedido: Os encomiendo estas palabras./ Grabadlas en vuestros corazones/ Al estar en casa, al ir por la calle,/ Al acostaros, al levantaros;/ Repetídselas al vuestros hijos”.

Por otra parte, Levi fue un gran lector de la tradición narrativa y poética italiana, sobre todo de Virgilio, Dante y muy posiblemente de Alessandro Manzoni. La obra del turinés ahora es comparada con la de creadores como Luigi Pirandello, Dino Buzzati, Alberto Savinio, Cesare Pavese, Giuseppe Tomasi de Lampedusa, Italo Calvino, Valerio Magrelli y Natalia Ginzburg, quienes combinan la ironía, la crítica y los trazos de gran cultura italiana.

En la antología Cuento italiano del Siglo XX (UNAM, 2008), el crítico literario Giuseppe Palmieri asegura que la narrativa italiana entre fines del siglo XIX y principios del XX “refleja los nuevos fermentos de la cultura contemporánea, razón por la cual el humorismo, la ironía, el análisis disolvente, incisivo y mordaz, prevalecen en temas y posiciones de los escritores. Así, la narrativa italiana se vuelve anticonformista, polémica y agresiva”.

NARRADOR ESPURIO

Por su parte, Belpoliti reconoce que Primo Levi no fue considerado un escritor sino un testigo, por lo que su obra cuentística fue poco valorada.

Levi es un narrador extraño. No encaja en ninguna categoría preestablecida. Durante mucho tiempo, la crítica ni siquiera la consideró un verdadero narrador. Las razones de este error son varias. Era considerado el testigo por excelencia y, además, su modo de contar, sus poco comunes nouvelles contradecían las taxonomías tradicionales: narrador híbrido, impuro, espurio, un verdadero centauro del cuento, mitad narrador realista y mitad narrador fantástico”.

Muerto el 11 de abril de 1987, después de arrojarse por las escaleras de su apartamento, Primo Levi se convirtió en un autor de culto, leído por pequeños grupos. Sin embargo, poco a poco va ganando terreno entre los lectores. “La mayor difusión de la obra de Levi se debe al centenario de su nacimiento, que coincide con el centenario de la Tabla Periódica.

Creo que también esta promoción radica en lo que Levi nos trasmite a través de sus libros en este tiempo oscuro y confuso que estamos viviendo respecto a la migración y la xenofobia, a la forma de relacionarnos entre nosotros, no sólo en Europa, sino en el mundo entero. La literatura de Levi nos recuerda que todos somos extranjeros, migrantes, todos somos frágiles, todos somos El Otro”, concluye Verduchi.