Unanimidad en la Permanente
Tatiana Clouthier, a la cabeza
Otra derrota para Yeidckol
Tatiana Clouthier se ha jugado su futuro político al encabezar ayer el pronunciamiento pluripartidista contra las maniobras marrulleras que en Baja California pretenden extender el ejercicio gubernamental de Jaime Bonilla Valdez por tres años: si contó con la autorización, o incluso el aliento, del presidente Andrés Manuel López Obrador, aumentarán sus posibilidades de ser la candidata de Morena al gobierno de Nuevo León (para sustituir al deplorable Jaime Rodríguez, fallidamente autodenominado El Bronco); si se fue por la libre, sin consultar al habitante de Palacio Nacional, acelerará el proceso de rechazo que en el primer círculo del obradorismo ya se manifestó cuando desde ahí se le pretendió enfilar a una grisácea subsecretaría de Gobernación en lugar del sitio legislativo a partir del cual se ha ido afinando como una especie de disidencia interna del morenismo al que no está afiliada formalmente, pero el cual ha significado, hasta ahora, su mejor plataforma de posicionamiento público.
Clouthier apareció en las fotografías congresales junto a una morenista constantemente disidente, Lorena Villavicencio, a quien algunos de sus compañeros de partido ven con recelo. Además, la perredista Verónica Juárez, quien coordina la decreciente bancada del sol azteca en San Lázaro, la integrante de Movimiento Ciudadano Martha Tagle y el panista Damián Zepeda.
Representación de cuatro partidos contra el agandalle de Bonilla y algunos de sus correligionarios. Y, finalmente, la aprobación por parte de los ocho partidos con bancada legislativa de la propuesta presentada ante la Comisión Permanente del Congreso de la Unión para expresar un rechazo oficial a la pretensión bonillista de asignarse tres años más de mando. Además, se demandó al gobernador panista, Kiko Vega, que no promulgue ese proyecto de modificación legal.
El dato llamativo, desde luego, fue la participación de la diputada Clouthier, quien con toda oportunidad se manifestó en contra de la llamada ley Bonilla. El orador designado por el partido en el poder, para apoyar la propuesta arriba reseñada, fue cuidadoso en sus palabras y apoyó la moción sin cargar la tinta contra el gobernador electo por dos años. Aun cuando podrían faltar pasos procesales para cumplir con este exhorto de la Permanente, en términos políticos tal pronunciamiento pluripartidista unánime debería significar el fin de la aventura continuista del mencionado Bonilla y sus extraños aliados.
Sin embargo, los reflectores lanzados sobre el futuro gobernador constitucional de Baja California deberían sostenerse cuando menos durante los dos años de ejercicio de Bonilla, a quien con demasiada frecuencia se le ha señalado como un político comprometido con proyectos empresariales lesivos para el interés popular de aquella entidad. Lo vivido hasta ahora ha confirmado que no le animan a Bonilla los mismos propósitos que teóricamente debería practicar el morenismo llegado al poder.
El episodio bajacaliforniano va significando una derrota más para Yeidckol Polevnsky, la dirigente formal del partido Morena a la que ya buscan siguiente acomodo (una de las posibilidades consiste en que le abran un espacio en las representaciones diplomáticas mexicanas, de entre las cuales la más interesante sería la embajada en España). Aun cuando en términos declarativos la ex dirigente de un organismo empresarial sostiene que luchará hasta el final como candidata a un periodo propio de liderazgo en Morena (hasta ahora, ha sido una secretaria general en funciones de presidencia), lo cierto es que se enfila con más viabilidad (es decir, con beneplácito de Palacio Nacional), Bertha Luján Yáñez, miembro del primer círculo andresino, aunque con la pretensión participativa del ebrardista Mario Delgado y del monrealista Alejandro Rojas Díaz-Durán.
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