El último primer ministro laborista de Israel, Ehud Barak, de 77 años, abandonó el miércoles su retiro político para desafiar “el liderazgo corrupto” del conservador Benjamín Netanyahu. Barak anunció la puesta en marcha de un nuevo partido con el que pretende concurrir a las legislativas del próximo septiembre. El exjefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas gobernó entre 1999, año en el que derrotó en las urnas precisamente a Netanyahu, y 2001, cuando se desvanecieron las esperanzas de paz suscitadas por los Acuerdos de Oslo (1993) ante el estallido de la Segunda Intifada.
Tras ser ministro de Defensa entre 2007 y 2013, Barak se alejó de la primera línea política y se dedicó con éxito a los negocios de ciberseguridad. Hasta ahora se encontraba al frente de una empresa del pujante sector israelí del cannabis medicinal.
“No es momento de permanecer sentado en la barrera, cuando hay que derribar el régimen de Netanyahu, marcado por la corrupción, y a sus fanáticos mesiánicos”, advirtió Barak en referencia a los aliados ultrarreligiosos y de extrema derecha del líder del partido Likud. “Bibi, ha llegado la hora de que te vayas a casa por voluntad propia”, señaló, aludiendo al apodo familiar del jefe del Ejecutivo y a las acusaciones por fraude y soborno que acechan a Netanyahu.
La disolución de la Kneset fue votada hace un mes por la propia Cámara legislativa, una vez que Netanyahu constatara que no contaba con mayoría suficiente para ser investido al frente de un Gabinete de coalición según los resultados de los comicios del 9 de abril.
La prensa israelí asegura que el primer ministro en funciones se está planteando suspender la repetición de los comicios en septiembre mediante la aprobación de un ley que anule retroactivamente la disolución de la Kneset. La oposición de centroizquierda ya ha advertido de que solo aceptará esta formula si Netanyahu abandona el cargo y cede la dirección del Ejecutivo a otro líder del Likud, la principal fuerza del centroderecha en el Estado judío.
Salvo que se produzca una gran alianza electoral de centroizquierda, la participación de Barak en los próximos comicios puede conllevar, según los primeros sondeos de la televisión estatal, la obtención de hasta seis de los 120 escaños de la Kneset para su partido, así como agravar la fragmentación de la oposición a Netanyahu.